Turismo sostenible
La pasada semana se han registrado actos violentos en Barcelona y Baleares. Dicen que son anecdóticos, pero si continúan pueden provocar daños al sector que más empleo genera de la economía española. Además de proximidad a nuestros socios europeos, buenas playas, buen clima, rico patrimonio histórico y clima agradable, España ofrece seguridad y buena acogida al turista. Estos actos y su difusión en los medios internacionales pueden poner en duda estas dos últimas ventajas competitivas.
España recibe cerca de 80 millones de turistas y crece 10% cada año. Si se mantiene este ritmo de crecimiento, en 2025 llegarían 160 millones de personas. En los centros turísticos ya saturados es evidente que el ritmo de crecimiento es insostenible. Con un número de turistas similar al nuestro EEUU ingresa cuatro veces más dólares que nosotros. Y con ocupaciones próximas al 100% Baleares tiene el triple de tasa de paro que EEUU y Canarias seis veces superior. Por lo tanto, es evidente que algo no estamos haciendo bien en España.
Desde el Brexit la libra se ha depreciado un 15%, o sea, a los británicos les cuesta un 15% más caro venir a España. Y sin embargo la llegada de turistas aumenta un 4%. El Brexit fue un experimento para confirmar lo que algunos llevábamos años diciendo; estamos regalando el producto a los turistas. El problema son los turoperadores, especialmente en las islas y en los destinos donde no hay buena conectividad aeroportuaria. El turoperador tiene los aviones y pone las condiciones de precio a los hoteles que les venden todo incluido por 50 o 60 euros. Eso es lo mismo que cuesta comer o cenar en un restaurante a la carta en el centro de Londres.
La prioridad es que nuestros dirigentes, la gente del sector y los medios de comunicación dejemos de hablar de número de turistas y empezamos a hablar de gasto por turista y día y estancia media. También es necesaria más cooperación dentro del sector para crear centrales de compra y canales de comercialización conjuntos para tener mayor poder de negociación de precio con los turoperadores y páginas de internet. Los hoteles deben invertir para mejorar el diseño, deben aumentar sus plantillas y sus sueldos para aumentar la calidad y justificar la subidas de precios. Los hoteles con mayor calidad y mayor precio tienen más empleados por número de turista y pagan mejores salarios a sus trabajadores, salvo excepciones que hacen un enorme daño a nuestro sector.
Hay que cambiar urgentemente la reforma laboral e impedir que las empresas puedan arbitrar el convenio sectorial, salvo que demuestren que están con problemas de viabilidad. Hay que romper la estacionalidad desarrollando el turismo cultural y aprovechar aún mejor nuestro patrimonio histórico y nuestra cultura milenaria. Hay que organizar mejor el turismo de congresos que rompe la estacionalidad y aumenta el gasto por turista y día. Hay que regular mejor los apartamentos turísticos para que compitan en igualdad de condiciones y de exigencias de seguridad y fiscales que los hoteles.
En ciudades con centros históricos saturados, hay que crear nuevos polos de atracción. En Nueva York puedes visitar el puerto y Wall Street, China Town, Soho, Rockefeller Center, Central Park, etcétera. Barcelona y Madrid deben aprobar desarrollos urbanísticos de nuevas zonas y dotarles de contenidos atractivos para los turistas.
Pero la mayor responsabilidad la tenemos desde nuestro sector. Sin el compromiso de las empresas para un turismo de calidad y sostenible el resto de acciones fracasarán. Por lo tanto, hay muchas cosas por hacer antes que pintar autobuses y poner en riesgo un sector que da de comer a millones de hogares en España. Las críticas en democracia son necesarias pero deben ir acompañadas de propuestas y sobre todo cada ciudadano debemos asumir nuestra responsabilidad individual para conseguir un turismo que genere empleo y riqueza compatible con ciudades para convivir. Y es posible.