El fraude científico: un ejemplo más de corrupción
La serie de informaciones destapadas por eldiario.es sobre los plagios llevados a cabo por el rector de la Universidad Rey Juan Carlos I han despertado la indignación de muchos de nosotros en la profesión científica. Este escándalo ha puesto de manifiesto uno de los graves problemas a los que se enfrenta la Ciencia del siglo XXI: el fraude científico.
El plagio es probablemente la forma de fraude más sencilla de detectar y contrastar por cualquiera de nosotros. No debemos olvidar que el fraude es una forma más de corrupción y que además en el mundo científico el fraude científico incluye muchas otras formas. Incluye manipulación, falsificación e incluso invención de datos científicos, así como falsas autorías de artículos científicos y proyectos de investigación en los cuales los personajes fraudulentos no han participado en absoluto en su elaboración, pero figuran en ellas incluso en puestos de máxima relevancia.
Todos estos fraudes son muy conocidos en el mundo académico y todo el mundo que se dedica a esta profesión los ha sufrido en mayor o menor medida. Por desgracia estos fraudes científicos son muchos más difíciles de detectar y erradicar que un plagio debido a su propia naturaleza y porque en muchos casos están sustentados por presiones económicas y extorsiones personales. Al mismo tiempo, todos estos casos rara vez llegan al conocimiento de la opinión pública y por lo tanto de todos los ciudadanos.
El fraude científico no es un problema exclusivo de España, pero nuestro país está siendo víctima de estos fraudes en una mayor medida que en países de nuestro entorno debido a los grandes problemas estructurales que tiene nuestro sistema académico y de investigación. Un ejemplo muy claro es el ya citado caso del rector plagiador, el cual se aferra al cargo con la connivencia de las instituciones responsables de este sistema.
Al mismo tiempo este tipo de corrupción está llevando a muchos profesionales del mundo académico y de la investigación a ser expulsados del sistema español si quieren desarrollar sus profesiones con suficiente independencia y honestidad. Es demoledor para el futuro de un país ver como profesionales con años de formación, experiencia profesional y contrastada valía por la comunidad internacional se ven obligados a buscar una oportunidad en el extranjero.
Pero como he dicho no nos enfrentamos ante un problema exclusivo español, sino ante un problema que la Ciencia tiene que afrontar ante un mundo cada vez más globalizado y por lo tanto más competitivo. Cada vez resulta más difícil llevar a cabo esta profesión de una forma honesta y franca sin que uno vea que esta forma de actuar no sólo no ayuda a recibir el crédito que uno merece, sino que es utilizada de forma interesada por todos estos corruptos.
Por desgracia el mundo científico no reacciona con la contundencia que debería a nivel interno, más allá de las medidas que pueden ser tomadas a nivel político e institucional. La erradicación de este tipo de conductas, de este tipo de corrupción científica, tiene que contar con la inestimable colaboración de todos los que nos dedicamos a esta profesión. No podemos seguir aceptando el incluir como autores en publicaciones científicas a personas que no han participado en ellas o escribir proyectos sin recibir el crédito que nos merecemos. Al mismo tiempo tenemos que usar todos los medios a nuestro alcance para destapar la falsificación de los datos científicos, probablemente el desafío más difícil al que nos enfrentamos.
Por suerte hay luces de esperanza para la erradicación de esta corrupción. Dos conceptos de Ciencia ética y responsable se están abriendo camino poco a poco: ELSA y RRI. ELSA y RRI son acrónimos en inglés de “Ethical and Legal Societal Aspects” (Aspectos sociales éticos y legales) y “Responsable Research and Innovation” (Investigación e Innovación Responsables). Estos dos conceptos pretenden extender a toda la comunidad científica la necesidad de realizar una investigación ética y responsable. Para ellos se pretende extender la idea de responsabilidad compartida de todos los diferentes actores de nuestra sociedad, así como la necesidad de extender la transparencia y democratización a la gobernación de la Ciencia. Solo con la colaboración y compromiso de todos los actores (científicos de las diferentes ramas, políticos y ciudadanía) se conseguirá erradicar todo este fraude científico. La Comisión Europea y países como Noruega, por ejemplo, incluye estos conceptos en sus planes estratégicos de Ciencia.
De la misma manera, muchos son los investigadores que hemos decidido plantar cara a todas estas prácticas indecentes sin miedo a las represalias que puede haber que, por desgracia, siempre las hay, ya que nos enfrentamos a gente que ha alcanzado mucho poder. Esto nos lleva a tener más problemas para desarrollar nuestras carreras, pero siempre con la determinación de que estamos haciendo lo correcto, siempre con la tranquilidad de que podremos mirarnos la cara en el espejo y estar orgullosos delante de nuestros hijos de haber hecho lo correcto.