¿Y si las radiales no hubieran quebrado?
A estas alturas me imagino que ya habrán leído en otros artículos las razones que han llevado a las radiales a la quiebra –previsiones de tráfico muy optimistas y sobrecostes en las expropiaciones, fundamentalmente–. También sabrán que es el Estado el que tendrá que devolver a los prestamistas las deudas contraídas por las empresas concesionarias, en “virtud” de un sistema de contratación que limitaba tremendamente el riesgo que asumían dichas empresas.
Por eso, para no repetirnos, les propongo que imaginemos una realidad paralela, donde la burbuja nunca explota, las casas se han seguido construyendo, vendiendo e incluso habitando, el paro se mantiene en unos niveles históricamente bajos y las radiales han igualado o incluso superado sus expectativas de tráfico, convirtiéndose en un negocio muy rentable. Me cuesta en esta historia de ciencia-ficción imaginar una razón creíble para que eso llegara a pasar, pero les pido que hagan un ejercicio de suspensión de la incredulidad conmigo, para ver hasta dónde nos lleva.
En este supuesto, los pueblos alrededor de la Radial 2, que cruza el corredor del Henares paralela a la A2, han visto cómo su población crecía exponencialmente. Solo en la urbanización no-fallida de Valdeluz habitan más de 30.000 personas, y algo parecido ha pasado en el resto de pueblos vecinos: Quer, Marchamalo, Alovera, Cabanillas del Campo, Azuqueca, Chiloeches, etc.
Espectacular, pero una minucia si lo comparamos con lo que ha sucedido en la ciudad de Madrid, donde la llamada “Estrategia del Sureste” ha sido un éxito aún mayor. La Radial 3 discurre ahora por en medio de un área mayor que la almendra central, donde han surgido 8 nuevos barrios, con más de 140.000 viviendas nuevas que han traído medio millón de habitantes con ellas (medio millón, han leído bien, aproximadamente la población de Málaga).
Muchos de estos nuevos propietarios han decidido comprar su casa lejos del centro de Madrid, atraídos por el precio de estas nuevas casas, mucho más baratas y amplias. Sin embargo, las oficinas y comercios no se han centrifugado de igual manera. Como siempre ha pasado, la mayor parte de los puestos de trabajo se siguen concentrando en el interior de Madrid, lo que obliga a muchos de los nuevos habitantes de este nuevo super-extrarradio a entrar en la ciudad cada día. Los atascos cada mañana en los accesos a Madrid ya eran habituales antes de esta explosión demográfica, pero ahora, con decenas de miles de coches más, son atroces.
El plan de negocio se está cumpliendo según lo previsto. Las radiales se diseñaron para cumplir una función de “rebosadero” de tráfico: cuando el atasco en los accesos gratuitos era soportable, no tenía mucho sentido pagar por un trayecto más largo sin casi ahorro de tiempo. Ahora que estas vías están colapsadas, pagar el peaje es la única manera de llegar antes al siguiente atasco, que comienza en el punto donde las radiales se acaban y confluyen tanto los que pueden pagar el peaje como los que no.
Los que se fueron a vivir más lejos han descubierto que las cuentas no les salen como esperaban: unos 10€ de peaje al día, cada uno de los 220 días de trabajo al año, durante 30 años, se convierten en 66.000€ (sin contar la inflación), a añadir a la carga hipotecaria de una vivienda que ya no parece tan barata. Para no duplicar este coste, se convierte en habitual el encaje de bolillos con tu pareja: acceder juntos al centro, dejarla en su puesto de trabajo para después irte al tuyo y lo mismo a la vuelta (tenemos suerte, nuestros horarios ahora más o menos coinciden, pero cuando nazca el bebé, que uno se coja la reducción de jornada va a ser un problemón).
Del tema de la polución mejor ni hablamos. Todas las medidas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento no consiguen ni por asomo contrarrestar el incremento de emisiones que están produciendo todos los nuevos desplazamientos. La Unión Europa nos da por perdidos y ya ha avisado que la multa por incumplir sistemáticamente los límites de contaminación es ineludible.
El éxito de las radiales lo vamos a pagar entre todos.
Miguel Álvarez Martínez. Ingeniero de Caminos, forma parte del colectivo Nación RotondaMiguel Álvarez Martínez