CISPA, una ley que permite el espionaje masivo en Internet, a un paso de aprobarse
CISPA (Cyber Intelligence Sharing and Protection Act), ha sido un proyecto de ley muy discutido desde sus primeros trámites parlamentarios. Una vez puesta en marcha, no existirán restricciones para el espionaje de todas nuestras comunicaciones electrónicas, pautas de navegación, transacciones, correos, grupos y redes sociales y en general cualquier rastro electrónico que dejemos de nuestra presencia.
Proveedores de acceso a Internet (ISP), de correo electrónico y redes sociales, podrán ahora disponer de los datos de usuario con la excusa de una eventual puesta a disposición para la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). Curiosamente, la mayor parte de los servicios que empleamos hoy en día en Internet pertenecen a compañías radicadas en EEUU, por lo que la ley consigue un alcance internacional sin perturbar otras legislaciones nacionales.
Diferencia con SOPA y PIPA
Proyectos de ley anteriores como SOPA y PIPA, aunque encaraban el asunto desde diferentes perspectivas terminaban en resultados similares. La masiva movilización ciudadana dejaría en sus respectivos trámites en evidencia la posición interesada del lobby tecnológico y finalmente no lograron prosperar.
La diferencia radical con CISPA es que mediante esta se “promueve” a las empresas a que compartan información con el gobierno norteamericano cuando tengan sospechas sobre alguna clase de ciberamenaza. De hecho, lo que se está permitiendo, para llegar a detectar estas amenazas, es que se espíe masivamente los datos de los usuarios. Para proteger a estas compañías de las previsibles demandas por violación de privacidad, se crea una exención de responsabilidad expresa para estas.
Posición de los grandes de Internet
Uno de los aspectos que más se ha destacado es el cambio de posicionamiento de grandes compañías cuyo negocio se basa en la red. Así la posición de Google, no del todo clara, Facebook , Yahoo o Microsoft, que estuvieran en su mayor parte en contra de SOPA, ha cambiado radicalmente y ahora defienden este nuevo proyecto. Incluso se suman a la presión del lobby tecnológico, en el que no todos los intereses van en la misma dirección. Parece que la posibilidad de romper todos los términos de privacidad mediante este nuevo amparo legal es una cuestión de mucho peso entre los que basan sus negocios en el empleo de datos de usuario. A cambio, suministrar datos con los que tropiecen a la NSA es una cuestión casi accesoria. Como señalan en la Electronic Forntier Foundation, una ONG proderechos, disponer de estos datos sin orden judicial conculca cualquier derecho a la privacidad. La excusa del terrorismo abre la puerta al espionaje preventivo.
Uno de los aspectos más irritantes para los activistas en favor de la neutralidad de la red, ha sido el incremento en el voto a favor por parte de representantes demócratas (92 contra 98), respecto a votaciones pasadas. La votación en la Cámara de Representantes ha terminado con 218 votos a favor frente a 117 en contra. El itinerario de la ley ha pasado por varios trámites en los que las objeciones respecto a las garantías individuales han sido recurrentes. El propio Comité de inteligencia de la Camara de Representantes ha recogido estas objeciones, mientras que senadores como el republicano Mike Rogers frivolizaban a propósito de las enmiendas rechazadas.
La Ley está ahora a un solo y previsible paso de ser aprobada. Su traslado a un senado con una correlación de fuerzas más desplazada, si cabe, a favor de su texto, no nos hace esperar otro resultado. La única esperanza es ahora la objeción por parte de la Casa Blanca a muchos aspectos de esta ley, precisamente en lo que concierne a la privacidad. El presidente Obama puede todavía ejercer su derecho a veto. Ya mostró su descontento acerca de estos aspectos, que no han sido modificados en su tramitación. Así puede que la desmedida redacción del texto lo conduzca a su caída. Esa misma extralimitación fue la que el pasado año terminó por el rechazo de SOPA.