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La Raspberry Pi y su primo el Arduino

Raspberry Pi

Victoriano Izquierdo

La filosofía detrás del software libre permite a cualquiera con la suficiente curiosidad combinar código libre de aquí y allá. Con ingenio y poniendo un poco de pegamento entre las piezas se hornean nuevos programas. Un juego a hombros de gigantes. En lugar de reinventar la rueda, la evolucionamos entre todos. A fin de cuentas todo es un remix.

Pero lo de programar se puede convertir en algo mucho más emocionante cuando tu código consigue que, literalmente, se muevan objetos del mundo real. Hacer que tu ordenador interaccione con el medio que lo rodea, que tome vida como una planta. Es el tipo de cosas que consiguen que un niño de 12 años sueñe y vea todo el potencial que las computadoras tienen. El “hello world” en la pantalla impresiona pero Leds parpadeando emocionan. Processing es un buen ejemplo del arte que emerge de esa combinación de software y hardware con altas dosis de creatividad.

Los cacharros electrónicos que compramos tiende a ser cada vez más como una caja negra misteriosa que suele funcionar bien, si se rompe lo llevas a la tienda y te dan otra nueva. Generaciones de hackers, de los que en buena parte ahora depende el sino de nuestro mundo, salieron de horas de aburrimiento ante una máquina con las tripas al aire que fallaba constantemente y a la que había que estar operando frecuentemente para evitar que muriera y hackearla para sacarle todo el partido.

Así que hace unas semanas con el ánimo de enseñar anatomía del silicio a mis primos pequeños, compré una Raspberry Pi. Siempre han existido kits electrónicos para hacer cosas con niños, pero esto es algo muy distinto, está a otro nivel.

Se podría decir que fue el proyecto Arduino, nacido en 2005 de la mano del español David Cuartielles y del italiano Massimo Banzi, el que inició una minirevolución para los aficionados a la electrónica y la computación con “open source hardware” de bajo coste. Este documental explica muy bien la filosofía del proyecto.

En el 2006, en Inglaterra un grupo de profesores ven también la necesidad de crear un cacharrito para enseñar fundamentos de la informática en colegios y universidades. En 2009 se constituyen como fundación, en 2011 comienzan a fabricar los primeros prototipos y desde el año pasado empiezan a venderlos al mundo a poco más de 20 €. Más de 1 millón de Raspberry Pi vendidos desde entonces, no dan abasto en su fábrica en Reino Unido para cubrir la demanda. Y es que el Rasp permite por ejemplo que unos voluntarios hayan montado este fin de semana pasado un aula de informática en un colegio rural de Camerún con un presupuesto mínimo.

Cuenta con una arquitectura del mismo estilo que tu móvil o tu portátil. Una CPU de Broadcom (no tan libre) una memoria RAM (de 256MB a 512MB), puerto de Ethernet y una ranura para que le metas una tarjetita SD que haga de disco duro. Toda la corriente que necesita para funcionar son 5V que entran por un puerto micro USB, el estándar que se usa ahora para cargar los móviles. A los puertos USB le enganchas ratón y teclado, al puerto HDMI una pantalla y ya tienes un ordenador de toda la vida que puede funcionar bajo muchas distribuciones de Linux . Raspbian es la que por defecto probarás. No es del todo complicado para los novatos ponerlo en marcha pero tampoco es trivial.

Como pasó con Arduino rápidamente se ha generado una gran comunidad alrededor: revistas, canales de Youtube con miles de subscriptores y multitud de blogs especializados. Muchos la compran simplemente para bajar torrents, y es también tremendamente popular como media center para reproducir vídeos en el televisor, su GPU para procesar los gráficos es muy muy potente.

Pero la gracia como decíamos antes, es usarlo de cerebro y darle alas, darle vida, dotarle de sentidos. Para eso tiene unos pines, la GPIO que con un cable de cinta (los anchos y planos que usaban antiguamente las impresoras), podrás unirla a una placa de pruebas para usar el Raspberry Pi más como un Arduino. Así se le pueden añadir LEDs, botones, resistencias etc. También se venden unas shields que directamente acoplan componentes de Arduino al lomo de la Raspberry Pi de una manera bastante elegante. Los mañicos de Cooking Hacks además han creado una librería que hacen funcionar directamente los programas escritos para Arduino en las Raspberry Pi.

Un experimento de fusión de Arduino + Raspberry-Pi + Webcam , algún microntrolador y láser de Bart Pelgrims

De este modo añadiéndole sensores de movimiento, GPS temperatura, Bluetooth, barómetros, servomotores, solenoides, sensores de humedad… recolectas datos y les mandas instrucciones escritas en Python o C que dan mucho juego. A lo largo de este año se han ido viendo todo tipo de proyectos. Desde gente que la manda al espacio y lo sigue en directo desde el coche, a supercomputadores aunando 64 placas de Raspberry Pi montadas sobre piezas de Lego, pasando por estaciones meteorológica , transmisores de radio, helicópteros, todo tipo de robots, mecanismos para hacer timelapses o fotografía de precisión de alta velocidad. En las entradas al concurso de la revista Make se pueden ver verdaderas viguerías.

El Raspberry Pi cuesta menos que ir a ver un partido de fútbol. Conozco a unos cuantos a los que acabando la carrera de Informática o Telecomunicaciones trastear con Arduinos y Raspberry Pi les ha devuelto un espíritu hacker diluido en horas y horas de teoría. La sensación de poder, de crear, de imaginar o hasta de aprender junto a tus hijos, que vivirán en el internet de las cosas es impagable. Vale mucho la pena hacerse con uno si todo esto te despierta la más mínima curiosidad.

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