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Impresoras 3D: revolución o no, fantasía y realidad

Makerbot

Frédérique Muscinesi (Ultralab)

Está en todas las bocas, en todos los medios, en todos los sueños. Fascinante, increíble, terriblemente prometedora, sin embargo, entendible y perfectamente tangible, es objeto de atención y de especulaciones – teóricas como económicas – que la proyectan en una esfera de casi irrealidad hecha de mucho entusiasmo pero de pocos hechos.

Sin duda es una tecnología exaltadora que nos proporciona un poder de creación inmenso, progresivamente más accesible, y por eso merece la pena acercarse con más detenimiento a su presente y su futuro.

Una revolución social antes que tecnológica

Los ingenieros y técnicos industriales, os lo dirán: la impresión 3D no es nueva. Aparece en 1983 de la mano de Chuck Hull, fundador de 3D Systems, uno de los actuales gigantes de la impresión 3D y se difunde en las industrias y empresas que lo necesitan. La impresión 3D es entonces una mera herramienta, cara y reservada a la industria.

La revolución, si revolución hay, ocurre en mayo de 2007, cuando, en la universidad de Bath (UK), Adrian Bowyer y su equipo de investigación realizan la primera Reprap version 1 “Darwin” y publican el proyecto. Como lo cuentan en el artículo “Reprap, the replicating rapid prototype”, su objetivo es la construcción de una máquina autoreplicable. La naturaleza misma de la máquina, autoreplicable, conduce el equipo a elegir una licencia open source, a optar por los materiales más estándares y baratos posibles y a publicar el conjunto de la información necesaria para replicarla en una wiki. Así se permite a quién lo desea construir su propia impresora 3D personal e incluso a explotar comercialmente el conocimiento producido. Con Reprap nace la impresión 3D personal y de ello decenas de nuevos proyectos y empresas de impresoras 3D personales.

Del uso social al consumo

Son esas impresoras, de coste y calidad variables, que hoy en día tenemos a mano. Algunos, por gusto, por independencia, curiosidad o por motivos educativos, deciden construir su propia Reprap de la cual existe una multitud de versiones. Es el caso por ejemplo de los miembros de la comunidad española Clone Wars que comparten sus experiencias y conocimientos y reúnen más de 100 impresoras.

Otros prefieren adquirir una impresora en kit o ya montada, open source o cerrada, producidas por las numerosas empresas ubicadas en el mundo entero: una de las más famosas es la norteamericana Makerbot Industries.

Pero también se lanzan proyectos empresariales vinculados a la impresión 3D en España como Reprap BCN, Reclone3d, LEAPto3D, BCNDynamics, Ultra-lab, en Argentina como KikaiLabs o en Brazil como Metamáquina. Usuarios-productores particularmente activos contribuyen al desarrollo de la tecnología como Josef Prusa, Richrap, Tony Buser, Watsdesign o en España, Obijuan. Poco a poco el sector se configura, las opciones se multiplican, la oferta se enriquece, el conocimiento aumenta, las herramientas se afinan, un ecosistema surge. Empujada por las circunstancias, la impresión industrial sale de su campo de acción colaborando con otros sectores, como la arquitectura o la moda, y empieza a dirigirse a la sociedad proponiendo servicios de impresión 3D bajo demanda e intentando lanzar líneas de impresoras personales.

Funcionamiento y usos

Hoy en día, es perfectamente posible tener una impresora 3D en su casa o en su oficina para prototipar, crear un objeto, personalizarlo o experimentar. La mayoría de las impresoras personales imprimen en plástico, depositando capa por capa el material, aunque numerosas personas hayan adaptado sus máquinas para imprimir con comestibles como el chef Paco Morales y el diseñador Jose R. Tramoyeres, en cerámica, en arcilla, e incluso existe filamento de madera y otro de nylon. Arquitectos, diseñadores, ingenieros, artistas, personas interesadas, eligen la impresión 3D para crear prototipos, maquetas, probar diseños, objetos, productos, crear obras, piezas adaptables o inéditas. Y eso no tiene nada de ciencia ficción, pero tampoco es magia: a partir de un modelo 3D, se generan unas coordenadas que la impresora sigue para depositar el material fundido. Una serie de parámetros se deben de tomar en cuenta para realizar una impresión exitosa. El operador tiene que conocer los límites físicos y mecánicos de la máquina.

Del diseño al objeto / From design to object from Ultra_Lab on Vimeo.

El relato sobre la impresión 3D a menudo enfoca al resultado obviando por completo el proceso de creación, la adquisición de competencias y, sencillamente, el modo de funcionamiento. Los horizontes a medio plazo de la impresión 3D industrial – impresión orgánica, arquitectónica, espacial, etc. - no se deben confundir con las capacidades, actuales, ya grandes, de la impresión 3D personal. La virtuosidad tecnológica no modifica ni los modos de producción ni los modos de consumo. La posibilidad de producir objetos en cambio nos procura, a nivel personal y profesional, una nueva capacidad particularmente atractiva cuyas consecuencias tendrán probablemente más impacto.

Presente y futuro

Nos encontramos en los inicios de la impresión 3D personal. No hay duda de que sea una tecnología potente, fascinante y extremadamente prometedora, pero no vayamos demasiado rápido, inventando nosotros mismos los sueños que provocarán nuestras propias decepciones susceptibles de desestabilizar y limitar un inmenso campo de posibles.

Recordemos también que fue una conjunción buenísima que permitió su emergencia social y por lo tanto su potencial transformador. Privilegiemos pues la construcción de comunidad, el compartir conocimientos y la creación de usos en lugar de la fascinación tecnológica.

Las representaciones son apuestas al futuro que modelan las tecnologías como las inversiones masivas y las tecnologías diseñan los usos. Vamos, poco a poco, explorando ya las posibilidades existentes que no son pocas.

Foto: makerbotcc

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