Airbnb defiende su modelo de alquiler contra el Estado de Nueva York
La batalla legal entre Airbnb y el Estado de Nueva York comenzó en octubre. El fiscal general de esta región solicitó, mediante una citación, a la plataforma online de alquileres entre particulares que revele los datos de los 15.000 usuarios que ofrecen sus casas en Nueva York para que sean alquiladas enteras o por habitaciones, es decir, de los anfitriones, según denomina a esta figura la compañía.
El fiscal general ha centrado el debate sobre los impuestos que los anfitriones de Airbnb no estarían pagando al Estado de Nueva York, reseñando que esto supone un coste para las arcas públicas, en la medida en que son negocios que funcionan como si fueran parte de la industria hotelera pero no tributan como tal. Con el fin de investigar esta actividad, que adquiere proporciones significativas al tratarse de una ciudad con tanto turismo, ha exigido los datos personales de los usuarios.
Airbnb se niega en redondo a ofrecer los datos de sus usuarios por cuestiones de privacidad y por el efecto que esta medida, de completarse, podría tener en su negocio. Más aún, la compañía ha presentado una moción ante el Tribunal Supremo de Nueva York para bloquear la solicitud del fiscal general. Éste se basa, en realidad, en una ley de 2010 que impide subarrendar propiedades por menos de 30 días si el dueño no está presente durante la estancia. Es por ello que gran parte de los alquileres que se producen a través de Airbnb son ilegales.
Desde la compañía apuntan que esta legislación entró en vigor con el fin de impedir que edificios o apartamentos individuales se convirtieran en hoteles ilegales, algo que no practican la mayoría de los usuarios de la plataforma.
En España, este tipo de plataformas de alquiler también se han visto perjudicadas por el cambio reciente en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), de junio de 2013, aunque sus consecuencias legales aún no se han dejado notar.
El Estado de Nueva York denuncia el lucro de algunos de los usuarios de la plataforma, que utilizan su capacidad de difusión para alquilar, en ocasiones más de una casa, sin tributar esta actividad. Sin embargo, el jefe de políticas públicas globales de Airbnb, David Hantman, recuerda que casi el 90% de los anfitriones sólo ofertan una propiedad, que coincide con el lugar en el que viven. “Hemos anunciado que queremos trabajar con los líderes de Nueva York y otras ciudades para asegurar que la comunidad de Airbnb paga los impuestos correspondientes”, ha destacado en un post oficial.
Aparte de las acciones legales que ha llevado a cabo Airbnb, una de las anfitrionas de Nueva York, de nombre Mishelle, ha decidido tomar su propio camino en defensa de la plataforma. Ha puesto en marcha una recogida de firmas, a través de la asociación Peers.org, promotora de la mentalidad de compartir bienes y servicios, mediante la que pide legalizar este tipo de alquiler y modificar la ley de 2010 que impide las estancias inferiores a 30 días si el propietario no está presente.
La impulsora decía en el texto de la petición que 20.000 firmas serían suficientes para atraer la atención del Senado del Estado de Nueva York, órgano ante el que ella misma se ha comprometido a presentar la propuesta. La cifra objetivo ha ido cambiando a medida que aumentaban los firmantes, que ahora ya son más de 200.000.
Ingresos y balance de Airbnb
Un estudio de la consultora inmobiliaria HR&A Advisors, encargado por Airbnb, ha determinado que la plataforma de alquiler ha generado 632 millones de dólares para la economía de Nueva York en un año. Con ello se refieren al gasto en negocios locales y públicos de quienes se hospedan en las casas o habitaciones. En cuanto a los impuestos, estos huéspedes han pagado 31 millones de dólares en este concepto a la ciudad y al Estado de Nueva York mientras la visitaban, según el informe.
Otra de los referentes que aporta la consultora es que la media de lo que gana un anfitrión común es de 7.530 dólares al año. Además, el 87% de ellos, de Airbnb, alquilan la misma casa donde viven. El fiscal general del Estado de Nueva York, en cambio, ha centrado su atención en los anfitriones que más dinero ganan con la plataforma. Según datos facilitados por ésta, los 40 primeros en ingresos han facturado al menos 400.000 dólares en los tres últimos años, alcanzando una suma total de 35 millones de dólares. Si la lista se extiende al top 100, la cifra asciende a 54 millones de dólares.
Pero a día de hoy –sin que se hayan puesto en conocimiento de las autoridades los datos personales de los usuarios–, la mayoría de los anfitriones de Airbnb no deberían estar preocupados por las pesquisas del fiscal general. Entre los meses de julio a octubre han llegado a las autoridades 216 quejas sobre alquileres ilegales y a partir de todas ellas sólo 21 propietarios han sido llamados a declarar por el Departamento de Urbanismo. Una fracción muy pequeña si se compara con los 167.000 huéspedes que se han alojado en pisos o habitaciones en Nueva York durante esos tres meses.
Imagen: Stuck in Customs