Operación: resetear la Red
La comuna digital tiene un sueño y ese sueño es “una alternativa a Internet sin una autoridad central que la pueda censurar o cerrar”. La mayor parte de nosotros lleva parte de ese futuro encima: nuestros portátiles, teléfonos y tabletas tienen tarjeta de Red. Lamentablemente, esos dispositivos no están diseñados para comunicarse entre ellos (un “bug” que en Android lleva el número #82) sino para depender de las estructuras comerciales. Para mandar un mensaje a la persona que tenemos al lado, nuestro dispositivo se conecta a la Red y manda nuestros datos a mucha gente antes de llegar a su destino, dejando copias de nuestro intercambio, incluyendo la hora, localización exacta, tema e interlocutor, que serán vendidos a empresas que no hemos contratado o compartirlos con gobiernos a los que no hemos elegido.
El movimiento Indie Web propone hackear la Red que ya tenemos, programando soluciones específicas que nos devuelvan el control sobre nuestros contenidos. Pero hay otros que creen que la Red está demasiado comprometida y que la única solución es empezar una nueva desde cero.
Apocalíticos e integrados
Los líderes de la Indie Web son veteranos como Ward Cunningham y Brad Fitzpatrick, creadores del Wiki y de la plataforma seminal de blogs LiveJournal. Su motto es POSSE, “Publish (on your) Own Site, Syndicate Elsewhere” y no quieren necesariamente construir una Red nueva sino buscar circunvalaciones alrededor de las grandes plataformas de servicios como Google o Facebook, a los que llaman Silos porque encarcelan nuestros contenidos en sus propios servicores y no los dejan ir (quien haya intentado mover 10 años de posts en Movable Type a cualquier otra plataforma sabe perfectamente de lo que hablan). Desde hace dos años se reúnen con varias docenas de programadores, diseñadores y administradores en la IndieWebCamp, un evento de dod días (mitad campamento mitad hackaton) para acordar las prioridades y programar soluciones.
Estos son los integrados. Entre los apocalípticos se incluyen los miembros de la Free Network Fundation (FNF), que prefiere empezar otra vez. Donde Marx hablaba de la centralización de los medios de producción, ellos hablan de la descentralización de los medios de reproducción, un movimiento en el que los expropiadores son expropiados de su poder de censurar, vigilar, contaminar y beneficiarse de las autopistas de la Información. “Para mi -explica Isaac Wilder, uno de los fundadores- la revolución tendrá lugar cuando el 99% toma el control de los medios de reproducción de la Información”.
Parece imposible: para reproducir la Red que llamamos Internet necesitaríamos sus antenas, servidores, satélites y cincuenta mil leguas de cables submarinos, infraestructuras que en su día eran públicas pero que hoy están en manos de una docena de gigantes de la Comunicación. Como fase inicial, la FNF propone construir una red virtual dentro de esa infraestructura usando nuestros dispositivos para crear conexiones directas, una topología de red descentralizada llamada Meshnet que ya utilizan los famosos ordenadores de 100 dólares. La infraestructura incluye un número creciente de antenas improvisadas (torres de comunicaciones que salen de una maleta, con un transmisor de radio y un ordenador) y un protocolo de Red llamado Cjdns, que es relativamente fácil de instalar y ofrece una red virtual segura con cifrado instantáneo de todas las comunicaciones.
En términos del viejo mundo, estas redes privadas son el equivalente puntocom a las radios pirata de los 80, una emisora antisistema que se oculta dentro del sistema. La ambición del proyecto es que, una vez la Red sea lo suficientemente grande, puedan convertirla en una Red física, alternativa a Internet. “Esto no es la Revolución -explicaba Wilder en una entrevista a Motherboard- pero sí es la piedra fundacional que debe tener lugar antes de que el movimiento pueda florecer.” Si esto es así, en España empezamos la revolución hace años pero lo llamamos Guifi.net.
Redes Ciudadanas 3.0
Desde el principio de la Red ha habido usuarios reacios a depender de una infraestructura cuyo origen es el Departamento de Defensa Norteamericano. Su escepticismo estaba más que justificado; no sólo mantienen un control estricto sobre su criatura; estos años hemos comprobado que ser usuario de la Red significa renunciar a derechos fundamentales. Aunque las primeras Redes Ciudadanas no estaban preocupadas por la censura o la vigilancia sino por el acceso -su insurrección consistía en compartir cobertura, extendiendo la capacidad de sus routers con la icónica antena casera hecha con lata de Pringles- las Meshnets son su legado, Redes Ciudadanas 3.0 donde se consigue el acceso global siendo parte de la estructura y que, al contrario que Fon o Gowex, comparten recursos sin intercambiar dinero, no hay nadie que negocie por ellos y se embolse las propinas.
Y son independentistas. Guifi.net está inscrita en el registro de operadores de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones y en 2009 plantó sus dos primeros kilómetros de fibra óptica, la infraestructura necesaria para llevar cobertura a donde las telecos no querían llegar, una docena de casas en un pequeño municipio catalán. Y, mientras las Meshnets crecen y se multiplican de Atenas a Brasil y de Lima a Estambul, las soluciones técnicas van llegando: tanto la Universidad de Flinders en Adelaide, Australia como el Open Technology Institute en Washington DC desarrollan alternativas contra los “apagones” que sufren manifestantes de todo el mundo, de la Puerta del Sol a Wall Street, de El Cairo a Taksim. Sus proyectos, Serval y Commotion Wireless respectivamente, permiten que los moviles con Android se comuniquen directamente sin pasar por la teleoperadora, incluyendo el intercambio de archivos y el chat. Sus aplicaciones están limitadas por el rango (para que haya comunicación, los dispositivos deben estar a menos de 100 metros o de distancia o al otro lado de la pared), pero Adelaid ya ha construído varios repetidores wifi y algunas universidades han puesto satélites caseros en órbita por menos de 100.000 dólares. Si todos estos proyectos tienen el sentido común de utilizar software libre, ¿quién puede decir que no habrá una Internet nueva cuando sus bordes se encuentren en la frontera?
“Si hay alguna posibilidad de una revolución global -explicaba Wilder en esta entrevista- depende totalmente de nuestra capacidad para construir infraestructuras fuera de las que pertenecen a las grandes empresas”. De momento, guifi.es es la Red Ciudadana más grande del mundo; tienen 21.812 nodos y una licencia procomún. Ahora trabajan con la Free Network Fundation en la construcción de su hermana norteamericana, Guifi.us. Si cuesta imaginar cómo sería una Red sin Google, Amazon, Twitter o Youtube, es fácil imaginar cómo no debería ser: una casa donde se pueden comprar, vender y contar cosas a cambio de vivir sin contrato y con un micrófono en cada pared.