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El parlamento británico dará el perdón póstumo al matemático Alan Turing por ser homosexual

Alan Turing por Avagarado

Maite Garrido Courel

Madrid —

El matemático Alan Turing, quien da nombre a nuestra sección, pasó a la Historia por haber escrito en 1936 el primer modelo teórico de computadora con inteligencia artificial a base de algoritmos. Pero no sólo eso, en la unidad encargada de las comunicaciones de la inteligencia británica durante la Segunda Guerra Mundial, en Bletchley Park, Turing fue el responsable de las máquinas que atacaron Enigma -aquella que empleaban los nazis para encriptar sus comunicaciones- hasta replicar sus códigos y permitir conocer las rutas de los letales submarinos alemanes. También la potente Colossus, del bando británico, fue manejada por Turing para leer el código secreto de las informaciones nazis.

Un héroe nacional y un genio de la informática, pero con un “fallo en su carácter” imperdonable para la época. Alan Turing era homosexual. En los opacos años 50 del mundo entero eso era un delito tan flagrante que ningún mérito previo pudo salvarle.

El destino, injusto para el matemático, quiso además que su orientación sexual viera la luz de la forma más infame posible. Su amante, Arnold Murray, un joven parado de 19 años intentó engañarle permitiendo que un amigo suyo robara al informático en su propia casa. Acabó confesando y Turing decidió denunciarlo a la policía. Cumplir con su deber ciudadano marcaría el principio del fin.

En 2009, el primer ministro laborista Gordon Brown pidió disculpas públicas por cómo fue tratado el científico en la época. El año pasado, una petición de más de 20.000 personas, difundida con motivo del centenario de su nacimiento, fue desatendida por el gobierno actual, al tratarse de una conducta considerada como delictiva por las leyes de la época.

En diciembre del año pasado, un grupo de científicos británicos, entre los que figuraba Stephen Hawking, exigió mediante una carta al Daily Telegraph de nuevo el “perdón póstumo” para quien definen como “uno de los más brillantes matemáticos de nuestra era”.

El perdón equivocado

A Turing, tratado como un criminal, le dieron dos opciones: entrar en la cárcel o someterse a una “cura” basada en inyecciones de estrógeno sintético. Optó por lo segundo sin conocer los efectos adversos que le podría ocasionar aunque, temiéndose lo peor, auguró: “Saldré de todo esto como un hombre diferente, aunque todavía no he descubierto quién seré”. Un año más tarde, impotente -entre otras consecuencias- e impedido para seguir trabajando como consultor en el Cuartel General de las Comunicaciones, el genio de la informática se suicidió. Tenía 41 años.

Ahora, el movimiento por restaurar su reputación “oficial” avanzará un paso hoy con el debate en la Cámara de los Lores de la ley del perdón a Turing, impulsada por el barón John Sharkey, del partido liberal. La cámara alta del parlamento británico discutirá en segunda lectura el proyecto de ley, que deberá luego ser adoptado en comisión y todavía en una tercera lectura en los Lores antes de su aprobación oficial.

La ley, que fue introducida en mayo, concede escuetamente “el perdón legal a Alan Mathison Turing por los delitos según la sección 11 de la ley de enmienda al Código Penal de 1885, por los que fue condenado el 31 de marzo de 1952”.

Un sinsentido que avergüenza a una sociedad que debería ser ella quien recibiera el perdón de Turing y no al revés.

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