En este periódico ha tenido lugar un interesante debate sobre si Podemos puede expresar una agenda política de decrecimiento en su programa económico. Decrecimiento no es recesión, sino la hipótesis de que podemos lograr la prosperidad sin crecimiento económico. La aceptación de que la sociedad del crecimiento puede haber llegado a su fin, o que si aún no lo ha hecho debería hacerlo, se convierte en un potente argumento en favor de la redistribución, una de las propuestas clave de Podemos. El decrecimiento desafía al propio espíritu del capitalismo; la expansión. Pero escaparse del crecimiento no es tarea fácil. Casi ningún partido político lo ha intentado hasta ahora.
Recientemente (en vocabulary.degrowth.org) hemos recogido propuestas políticas concretas que pueden facilitar una transición al decrecimiento. A continuación presentamos 10 propuestas que son relevantes para Podemos, pero también para otros partidos en España como Equo, en Cataluña (ERC, ICV, las CUP), y otros territorios como Grecia, Italia, Francia y Portugal. El programa que sigue no pretende ser exhaustivo ya que no incluye propuestas sobre temas cruciales (pensiones, hospitales y escuelas, banca pública, el fin de los desahucios, etc.) que ya abarcan los programas de partidos progresistas como Podemos y que cuentan con nuestro apoyo.
- Abolir el uso del PIB como indicador de progreso económico. Si el PIB es un indicador engañoso, deberíamos dejar de usarlo y buscar otros indicadores de prosperidad. Se pueden recoger y usar datos de contabilidad macroeconómica nacional con finalidades monetarias y fiscales, pero la política económica ya no se debería expresar en objetivos de PIB. Es necesario abrir un debate sobre qué es bienestar, planteándonos qué medir en vez de cómo medirlo.
- Establecer límites ambientales. Establecer topes absolutos y decrecientes a la cantidad total de CO2 que España puede emitir y a la cantidad total de recursos materiales que utiliza, muchos de ellos importados del Sur global. Estos topes serían en CO2, materiales, huella hídrica y las superficies de cultivo que los productos importados llevan incorporados. Estas contabilidades ya existen, deben hacerse políticamente relevantes y popularizarlas. Se deberían establecer otros límites similares como la extracción de agua, la cantidad total de suelo construido y el número de licencias para servicios turísticos en zonas de llegada masiva de turistas.
- Reestructurar y eliminar parte de la deuda. Una economía no puede ser forzada a crecer para devolver las deudas acumuladas que han contribuido a un crecimiento ficticio en el pasado. Es esencial no solo reestructurar sino también eliminar una parte de la deuda con una auditoría liderada por la ciudadanía, parte de una nueva cultura realmente democrática. Tal eliminación no se debería realizar a expensas de ahorradores o pensionistas modestos de España o de ningún lugar. Una vez reducida la deuda, los topes de carbono y recursos garantizarán que esto no sea utilizado como una oportunidad para más crecimiento y consumo.
- Reducir y compartir el trabajo. Reducir a 32 las horas semanales de trabajo y desarrollar programas que apoyen a las empresas y organizaciones que quieran facilitar el trabajo compartido. Esto debería ser orquestado de forma que la pérdida salarial solo afecte al 10% de la población que recibe las rentas más altas. Complementada con límites ambientales y la reforma fiscal propuesta más abajo, será más difícil que esta liberación de tiempo pueda ser utilizada para consumo material.
- Renta básica y renta máxima. Instaurar una renta básica para todos los residentes en España de entre 400 y 600 € mensuales, y concederla sin ningún otro requisito. Diseñar esta política en conjunto con otras de forma que aumente la renta del 50% inferior de la población, mientras que disminuya la del 10% superior para financiar el cambio. La renta máxima de cualquier persona – procedente tanto del trabajo como del capital – no debería sobrepasar el valor de 30 veces la renta básica (12.000 – 18.000 € mensuales).
- Reforma fiscal. Implementar un sistema de contabilidad para transformar a largo plazo el sistema fiscal, desde una fiscalidad basada principalmente en el trabajo hacia una fiscalidad basada en el uso de energía y recursos. Los impuestos a los salarios más bajos podrían ser reducidos y compensados con un impuesto sobre el carbono. Establecer tipos impositivos del 90% para las rentas más altas (tipos impositivos que eran comunes en EEUU en la década de 1950). Estos impuestos frenarían el consumo para presumir y eliminarían los incentivos a las ganancias excesivas, que llevan a la especulación financiera. Gravar también la riqueza del capital a través del impuesto de sucesión y de tipos impositivos mucho más elevados a la propiedad, como puede ser el caso de las casas, a partir de un nivel razonable (por ejemplo, en zona urbana una vivienda de no más de 80 m2 por cada miembro adulto del hogar).
- Optimizar el uso del parque inmobiliario. Frenar la construcción de nuevas viviendas, rehabilitar el parque existente y fomentar la plena ocupación de viviendas. En España esos objetivos se podrían lograr a través de impuestos muy altos sobre viviendas abandonadas, vacías y segundas casas, la priorización del uso social de las viviendas del SAREB y, si hace falta, expropiación por interés social de viviendas vacías de inversionistas privados. Como “uso social” entendemos políticas de alquiler social, economía cooperativa y bien común.
- Apoyar la sociedad alternativa. Apoyar con subvenciones, exenciones tributarias y legislación al sector económico cooperativo y no-mercantil que incluye redes alternativas de alimentación, cooperativas y redes de atención básica a la salud, cooperativas de vivienda compartida, de crédito, de enseñanza, de artistas y de otros trabajadores. Facilitar la desmercantilización de espacios y actividades como los grupos de apoyo mutuo, grupos de crianza compartida y centros sociales.
- Dejar de subsidiar actividades sucias y fuertemente contaminantes desplazando los recursos hacia actividades limpias. Reducir a cero las inversiones públicas o subvenciones a infraestructuras de transporte privado (como nuevas carreteras o ampliaciones de aeropuertos), tecnología militar, combustibles fósiles y gran minería. Utilizar los fondos ahorrados para invertir en la mejora de espacios públicos rurales y urbanos ya existentes como plazas, paseos o ramblas, subsidiar el transporte público y los sistemas de bicicletas compartidas. Apoyar el desarrollo de las energías renovables a pequeña escala, descentralizadas y bajo control local y democrático, en vez de macro-estructuras concentradas y masificadas bajo control empresarial.
- Reducir la publicidad. Establecer criterios muy restrictivos para la publicidad en espacios públicos, priorizando si acaso la publicidad pública y reduciendo mucho la de carácter comercial. Desarrollar políticas a través de impuestos y comités centrados en controlar la cantidad y calidad de la publicidad permitida en los medios de comunicación.
La semana pasada Podemos publicó un programa económico redactado por los profesores Navarro y Torres López. Aunque el documento tiene como objetivo estratégico la estimulación de la demanda y no se ocupa del decrecimiento ni se muestra favorable a él, muchas de sus propuestas como la aplicación de tasas a las transacciones financieras, la fiscalidad redistributiva, la jornada de 35 horas, la moratoria para las grandes infraestructuras o el viraje hacia inversiones limpias y actividades de cuidado, se acercan mucho a nuestro espíritu. El programa también menciona que se quiere estimular un tipo de consumo más sostenible pero no da las herramientas para conseguirlo. Aplicar impuestos sobre los recursos naturales en vez del trabajo, restringir la publicidad, y establecer límites claros sobre el uso del espacio físico, los materiales y el CO2 son algunas de nuestras propuestas en este sentido. El programa de Podemos necesita también dar más relieve y concretar cómo va a apoyar la economía cooperativa. Tampoco debería abandonar la idea de la renta básica universal, que concierne además muy directamente a la política europea de Podemos. Es positivo que los autores del informe no utilicen el PIB y reconozcan que al menos a corto plazo, sus propuestas no llevarán a un crecimiento en términos de PIB (creemos que esto será difícil incluso a largo plazo). Si es así, deberían también insistir en que el PIB dejará de ser un indicador políticamente relevante y especificar qué nuevos indicadores lo substituirán para mostrar las mejoras que sus políticas producirán.
No nos importa si lo correcto se hace en nombre del decrecimiento o no. Precisamente que nuestra actitud es la de seguir buenas políticas independientemente de sus efectos sobre el crecimiento. Y así podemos decrecer!
En este blog se agrupan intelectuales, académic@s, científic@s, polític@s y activistas de base, que están convencid@s de que la crisis de régimen que vivimos no podrá superarse si al mismo tiempo no se supera la crisis ecológica.
Queremos que la sociedad, y especialmente los partidos de izquierda y los nuevos proyectos que hoy se están presentando en nuestro país, asuman alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos del crecimiento.
Coordinan este blog José Luis Fdez. Casadevante Kois, Yayo Herrero, Jorge Riechmann, María Eugenia Rodríguez Palop, Samuel Martín Sosa, Angel Calle, Nuria del Viso y Mariola Olcina, miembros del grupo impulsor del manifiesto Última Llamada.