En este blog se agrupan intelectuales, académic@s, científic@s, polític@s y activistas de base, que están convencid@s de que la crisis de régimen que vivimos no podrá superarse si al mismo tiempo no se supera la crisis ecológica.
Queremos que la sociedad, y especialmente los partidos de izquierda y los nuevos proyectos que hoy se están presentando en nuestro país, asuman alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos del crecimiento.
Viéndolas venir: Rockefeller abandona el negocio petrolero
Se van a invertir en renovables, porque ya ven que eso del petróleo no tiene demasiado futuro. Lo malo es que las renovables tienen muchos límites y tampoco van a poder mantener la actual sociedad de consumo autista y ecocida
“Éstos ya están viéndolas venir”. Eso fue lo que dijo un compañero mío cuando le comenté lo que me parecía una de las noticias más importantes del día, que según reza el titular de la BBC es “¿Por qué los Rockefeller abandonan el negocio petrolero?” Un amigo de Facebook dio la respuesta más corta, sintética y veraz: “Porque ya no es un negocio”.
La noticia de que los herederos del fundador de Standard Oil han renunciado voluntariamente a los ingresos que les garantizaban sus participaciones en las empresas del mundo petrolero es, ciertamente, chocante. En el artículo que lo explica, el periodista nos cuenta que han decidido poner todo su dinero en empresas del sector renovable, porque “es donde está el futuro” y, aparentemente, por conciencia ambiental. Es curioso que a esta familia le haya entrado la conciencia ambiental de repente, después de más de un siglo dedicándose a un negocio poco respetuoso con el entorno pero muy lucrativo. ¿Será que les han convencido las huecas palabras que hemos escuchado en la convención del clima de Naciones Unidas, celebrada unos días antes en Nueva York? ¿O será más bien que les ha convencido esta preocupante gráfica del Departamento de Energía de los EE UU, publicada el pasado mes de julio?
En este gráfico se ve la evolución reciente de los ingresos (línea verde) y gastos (línea azul) de las 127 mayores compañías de explotación de petróleo y gas del mundo. Como ven, desde 2012 los gastos están superando con creces a los ingresos, y actualmente el desfase contable asciende ya a la astronómica cifra de 110.000 millones de dólares al año (como las cifras grandes marean y nos hacen perder la perspectiva, les diré que eso equivale a un 8,5% del PIB de España y a un poco más del 0,65% del PIB de los EE UU). Y lo que nos dice la gráfica, también, es que las pérdidas operativas de estas empresas son de alrededor del 20% de su facturación (fuera del mundo de los hidrocarburos, una empresa con semejante nivel de pérdidas se vería obligada a cerrar en un par de años, como máximo, o, al menos, a acometer una drástica reducción).
¿Por qué han perdido tanto dinero, si el del petróleo y el gas natural es un negocio tan rentable? Porque hace ya unos años que el petróleo y el gas fáciles de explotar se acabaron, y sólo queda ya morralla. Como reconoce la propia Agencia Internacional de la Energía (un organismo autónomo de la OCDE y poco sospechosa, por tanto, de veleidades ecologistas o marxistas) el petróleo crudo llegó a su máximo productivo o peak oil en 2005, sólo 5 años más tarde de lo que predijo Marion King Hubbert en 1972. Desde entonces, estamos cubriendo la creciente brecha (en 2005 el mundo produjo de media 70 millones de barriles diarios de petróleo crudo, mientras que en la actualidad se mueve ya por los 68 millones de barriles diarios, y bajando) con malos sucedáneos del petróleo: hidrocarburos de extracción difícil y cara, muy contaminantes y con una producción máxima limitada. Nos dan un tiempo de descuento no muy prolongado, de unos pocos años, pero económicamente son ruinosos. Los más ruinosos son los que se explotan mediante la técnica del fracking, un invento americano para rebañar el plato geológico de los hidrocarburos más degradados, y que sólo se ha podido explotar, y por pocos años, gracias a las sucesivas medidas de “alivio cuantitativo” (léase “imprimiendo más dólares”). Y ni aun así: el fracking es una burbuja que ya está estallando.
Como se indica en la gráfica de más arriba, las compañías “pueden” cerrar este agujero con más deuda y vendiendo activos, eufemismo para indicar que justamente están haciendo eso: contraer cada vez más deuda y vendiendo aquellos yacimientos o explotaciones que son menos rentables (y que encuentran algún arrojado emprendedor, generalmente una empresa pequeña, que se arriesga a explotarlos: el endeudamiento de las pequeñas empresas debe ser aún más grande en términos relativos). Dado que el desbalance dura varios años ya, en la actualidad la deuda acumulada debe estar no muy lejos del medio billón de dólares (el 40% del PIB de España y el 3% del PIB de los EE.UU.). Lo más curioso del asunto es que parte de este endeudamiento se está usando para pagar dividendos a los accionistas. Lo han leído bien: empresas que durante los tres últimos ejercicios han tenido pérdidas operativas del 20% de la facturación están pidiendo créditos para poder arrojar dividendos. No les queda otra. Los grandes fondos de inversión y de pensiones que controlan grandes paquetes de acciones de estas compañías exigen que se les entregue un dividendo anual de acuerdo con sus objetivos de rentabilidad. Sin embargo, esta estrategia mina el capital de estas empresas y las aboca a una quiebra cierta en no demasiado tiempo.
¿Le ve Vd. la lógica a esto? Los Rockefeller tampoco. Por eso abandonan el barco. Se van a invertir en renovables, porque ya ven que eso del petróleo no tiene demasiado futuro. Lo malo es que las renovables tienen muchos límites y tampoco van a poder mantener la actual sociedad de consumo autista y ecocida. Pero es que ya no quedan, realmente, más oportunidades de negocio en un mundo literalmente saturado de ellas porque es finito. El planeta no se va a hacer más grande, sus recursos renovables y no renovables no van a aumentar, y su capacidad regenerativa no puede absorber más impactos. Y no lo podemos cambiar: no hay planeta B, no hay una Tierra de repuesto. Quizá lo que tendríamos que empezar a pensar es en cambiar otra cosa: nuestra manera de hacer, nuestro sistema económico, nuestras relaciones sociales, nuestra relación con el medio ambiente. O quizá, querido lector, prefiera Vd. mirar a otro lado, a esperar que ésta, como otras burbujas, reviente. A verlas venir, como los Rockefeller, pero sin su dinero. Si es así, le deseo mucha suerte. La va a necesitar. Todos la vamos a necesitar.
Sobre este blog
En este blog se agrupan intelectuales, académic@s, científic@s, polític@s y activistas de base, que están convencid@s de que la crisis de régimen que vivimos no podrá superarse si al mismo tiempo no se supera la crisis ecológica.
Queremos que la sociedad, y especialmente los partidos de izquierda y los nuevos proyectos que hoy se están presentando en nuestro país, asuman alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos del crecimiento.