Una rocambolesca negociación en RTVE desemboca en la primera derrota del Gobierno
Seis plenos del Congreso después, la renovación de Radio Televisión Española embarrancó este lunes en el último segundo, oficialmente por el error de dos diputados que en lugar de votar por los consejeros del ente público que se proponían, lo hicieron por el aspirante a presidente. Se adelantaron así a una votación que vendría después y sus votos se consideraron nulos. El caso es que con esas supuestas equivocaciones -tal y como fue la negociación ya nadie descarta nada, ni siquiera que fuesen premeditadas- de dos parlamentarios aún sin identificar y la ausencia de otros dos, los números ya no salieron y el Gobierno perdió así la primera votación en el Congreso.
Y eso que la delicada negociación se había hilado partido a partido y había incluido algunos gestos a los partidos independentistas. La vicepresidenta Carmen Calvo y la titular de Administraciones Públicas, Meritxell Batet, invitaron al president de la Generalitat Quim Torra que pudiese hablar de todo en su reunión con Pedro Sánchez en La Moncloa, tal y como por otra parte habían exigido ERC y el PDeCAT. Fueron días en que dirigentes como Joan Tardá recurrieron al diccionario de la Real Academia Española para buscar el significado concreto de las ofertas lanzadas por las dirigentes socialistas. El Gobierno incluyó rebajas a los vuelos desde Canarias para convencer a los nacionalistas de allí. Y asumió que a Podemos le correspondía designar a la mitad del Consejo de Radio Televisión Española, cinco de diez miembros.
Ahora cualquier cambio en RTVE pasa por la designación de un administrador único, el plan B que se reservó el Gobierno con su decreto si todo fallaba.
La primera gran negociación de los socialistas tras llegar al poder ya había nacido torcida. Sánchez había cedido inicialmente la capacidad de propuesta del presidente a Pablo Iglesias, que había elegido al jefe de Política de eldiario.es, Andrés Gil, para el puesto. Las protestas de los trabajadores de RTVE que reclamaban a un profesional de la casa al frente de los medios públicos y las quejas del PNV y Esquerra sobre cómo se había fraguado la negociación llevaron a Gil a presentar su renuncia. El PSOE rectificó y planteó a Podemos que eligiese de entre una lista de trabajadores de Televisión Española y Radio Nacional.
Al final fueron los socialistas los que decidieron el nombre: eligieron al actual director de Radio 3, Tomás Fernando Flores. El PP planteó como alternativa a su director de TVE, Eladio Jareño. Perdió y decidió apartarse del proceso, como ya había hecho Ciudadanos. Ninguno de los dos partidos presentó candidatos al Consejo de Administración que debían elegir el Congreso y el Senado. Al cambio de la cúpula de RTVE le quedaban esos dos trámites formales, que ambas cámaras avalasen a los nombres pactados por el Gobierno con sus socios. El PP había perdido la capacidad de veto porque el decreto -que ha recurrido en el Constitucional- exigía el acuerdo de al menos cuatro grupos en cada una de las votaciones. En el hemiciclo se daba por hecho que el cambio de dirección en los medios públicos estaba en marcha y que la corporación tendría en cuestión de días a su dirección interina. Tanto, que incluso el PP y Ciudadanos se abrieron a participar en la negociación del concurso para nombrar a la definitiva.
En la penúltima de las votaciones dos votos supuestamente equivocados han torcido los planes. Podemos esgrimió el reglamento para pedir que se repita la votación. Los servicios jurídicos del Congreso emitirán un informe previsiblemente el martes.
El PSOE da por hecho la vía del administrador único, un dirigente con poderes plenipotenciarios y sin control de un consejo para llevar a cabo los nombramientos mientras los partidos ultiman el concurso que designará a la futura dirección. Ya nadie garantiza que el nombre vaya a ser el de Tomás Fernando Flores porque era fruto de una negociación que había concedido a los socios del PSOE asientos en un consejo que ya no existirá. Así que previsiblemente el Gobierno deberá abrir una nueva negociación sobre nombres. Vuelve a la casilla de salida tras haber sufrido su primera derrota parlamentaria.