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Autopsia tras la encrucijada del PSOE

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Jesús López-Medel

El PSOE es un partido centenario y a lo largo de las elecciones democráticas vividas en este tiempo hay de todo: sombras y luces, victorias y derrotas. Pero poquísimas veces, al menos en este periodo, se ha podido encontrar en una encrucijada tal que afecte de modo decisivo y con mal pronóstico a su futuro a largo plazo más allá de la legislatura. Se juegan su ser. Es precisamente ahora cuando se va a producir.

Siempre el PSOE ha sido el primero o el segundo junto al PP. Eran como el duopolio Barça-Real Madrid. Nadie contaba con que apareciera otro nuevo rival como el Atleti demostrando que sí que pueden surgir y ser ciertas otras alternativas y que puede ganar. Lo anuncié en el artículo en otro periódico hace dos años y medio, mucho antes de ganar la Liga el equipo de Simeone y tres meses antes de que se crease Podemos. Volviendo a la política, ya en las elecciones de diciembre esa fuerza emergente, Podemos, quedó a muy poca distancia de su rival teóricamente vecino. Sólo 300.000 votos les separaron. Atrás quedan ya los juegos de tronos, ajedrez y actuaciones teatrales durante estos últimos meses por los cuatro actores, habiendo ahora una decisiva oportunidad.

La mayoría de los votos no se moverán, pero en este caso sí lo suficiente para que quien quedó tercero hace unos meses se sitúe claramente como segundo y principal adversario del poderoso PP. Como recientemente explicaba en mi artículo hace dos semanas, El PSOE, de la pérdida de identidad al suicidio, hay varios elementos para pensar eso. Y a él me remito en cuanto a las causas por lo que ahora, sobre esas bases, analizo el panorama que se va a encontrar.

En primer lugar, el PSOE será el más perjudicado por la bajada (pequeña) de la participación. Su posicionamiento de acuerdo a toda costa y de modo inútil con un partido que durante meses había sido calificado por Pedro Sánchez como de pura derecha, descoloca a una parte no escasa de su electorado.

Algunos, pocos, se irán a C´s (al cual el PSOE ha regalado con su acuerdo un barniz de centrismo falso). Otros, bastante más, migrarán a Podemos y, aún incluso más votantes, optarán por la abstención. Es sabido que el elector teóricamente progresista es más crítico y menos cerril que el conservador el cual perdona todas los disparates, corrupciones, etc a los “suyos”. En este sentido, habrá una parte de votos que perderá el PSOE y no sumarán ninguno nuevo. Tendrán muy difícil transmitir ilusión ni hacer movilización.

Por otra parte, Podemos también puede pagar algunos de sus errores de estrategia o altanería en momentos puntuales, aunque los vaya corrigiendo. Pero no irán apenas votos al PSOE sino que, por el contrario, serán bastantes más los que de éste reciba. Y por otro lado, está el asunto del Acuerdo con IU. No será una suma exacta de un millón de votos de estos que por la injusta ley electoral fueron a la basura casi todos pues sólo recibieron recompensa con el escaño de Alberto Garzón en Madrid. Algunos se quedarán por el camino, pero la inmensa mayoría de los votantes de IU irán a la coalición. Además, lo harán con convencimiento y movilización, viendo una oportunidad histórica de hacer realidad un sueño. El propio nombre de la coalición, Unidos Podemos, trasmite ilusión Además, la buena imagen de Garzón, aportará un plus. A votantes verdaderamente socialistas este perfil les gusta. De hecho, es el líder mejor valorado.

Así, el análisis que hago es que de seguro Podemos aventajará al PSOE. Claramente en votos e incluso podría ser en distribución de escaños aunque eso depende de provincia a provincia. Y aquí viene la cuestión: ¿Qué hará este tras las elecciones habiendo perdido su posición privilegiada y ser superado por una izquierda que ha limado excesos y sigue siendo trasversal a otras opciones?

Será, sin duda una encrucijada vital para el PSOE en el cual conviven dos almas. La de la gran mayoría de la dirigencia que está muy imbuida del régimen de reparto y pasteleo con el PP y con la cercanía de los poderes económicos y, en segundo lugar, la de aquellos que son mucho más proclives a un entendimiento con los más próximos originariamente a nivel ideológico. Estos últimos están mucho más en la militancia que en la dirigencia. Por eso, hay desánimo.

Ya expliqué en mi anterior artículo que una de las razones (hay otras) por la dirigencia del PSOE de no haber hecho esfuerzos, sino al contrario, para intentar pactar con Podemos era que eso podría “dañar al partido”. El temor les atenazó y sólo se esmeraron para pactar con Ciudadanos. Podía haber sido Pedro Sánchez Presidente de Gobierno con el apoyo de Podemos y otras corrientes. Pero eso era temido por el PSOE. Pensaban que los podemitas energéticos les podían fagocitar y había que preservar “el partido”.

¿Y qué pasará ahora cuando Podemos supere al PSOE? Lo primero será dilucidar si eso, que claramente será en votos totales en España, se traduce también en una diferencia apreciable de escaños. Sabido es que con el sistema electoral y la ley d'Hond, el último escaño se puede decidir por pocos votos y quien lo pierda puede ser el PSOE o el PP. Al final, depende de una batalla provincia a provincia por un puñado de papeletas.

Pero perdiendo ante el PP y Podemos ¿qué puede hacer el PSOE? Cualquiera de las tres opciones posibles son difíciles para su futuro.

La primera sería aceptar el caramelo de quienes desde la derecha muy autoritaria que ha gobernado cuatro años (y medio) con mayoría absolutista y que ahora les ofrecerán un gobierno de coalición al estilo alemán. Ahí, no debe olvidarse que en el país germano se ha visto muy penalizado en comicios posteriores el Partido Social Demócrata por haber pactado con la derecha. Aquí les sucedería lo mismo. Además de traicionar y desencantar a su electorado ya muy menguado, le dejaría todo el espacio de oposición a Podemos y a los siguientes comicios no conseguirían ni una cuarta parte de votos. Sería la opción preferida por los poderes económicos y financieros del país.

La segunda posibilidad sería aceptar un pacto con Podemos que salvase tu teórica ideología socialista, al menos antaño. Pero, la primacía la tendría el candidato de ese partido mucho más joven, que ofrecería al PSOE una Vicepresidencia. No sería una posición cómoda para los “socialistas” y la mayor astucia, frescura y entusiasmo de los “muchachos” (en el sentido de los sandinistas puros de la primera etapa) pudiera hacer que a las siguientes elecciones, sea Podemos y no el PSOE quien saque más rédito a la acción de gobierno. Para ello, tendría vencer una gran presión de la oligarquía que maneja (hasta ahora) todos los poderes en la sombra. Aunque sería probablemente la más deseada por la militancia, al menos de quienes conozco.

La tercera posibilidad sería también costosa para el PSOE: facilitar vía abstención un gobierno minoritario PP-C's y pasar a la oposición. Pero aunque apelen a una supuesta responsabilidad, siempre cargarían con el estigma de haber facilitado un ejecutivo de la derecha. Además, puestos a hacer oposición rivalizando con Podemos, estos les aventajarían muchísimo pues, entre otras cuestiones, tienen más relación con movimientos sociales y ciudadanos. También más viveza, dialéctica y claridad de ideas. Es la preferida por la mayoría de los mandos del PSOE pero les llevaría a una derrota siguiente muy dura.

En los tres supuestos (especialmente el primero y el tercero) corre grave riesgo y no debe olvidarse que en algunos países como Italia y Grecia el Partido Socialista, por negarse a acercarse a sus más próximos y situarse en la práctica cerca de la derecha, han desaparecido. Aquí, porque tienen el granero de votos y escaños en Andalucía, asentado sobre la base de un sistema caciquil muy bien organizado. Si no, pueden acabar siendo un partido regional del sur.

Solo les podría salvar si se dejan guiar por la coherencia ideológica y asumen su papel de verdadero cambio y regeneración. En definitiva, lo que demanda la sociedad, aunque hacer efectiva esa coherencia, requiere dos valores escasos en la política española: lucidez mental y moral y, en segundo lugar, coraje. ¿Lo tendría el PSOE?

Yo, desde luego, lo deseo por bien de ese partido, donde tantos amigos tengo y por bien de España. Espero que Podemos les ofrezca la mano tendida sin humillarles, como de hecho su campaña augura: no atacar al PSOE. Su enemigo, el común, es otro. Ojala, por bien de ellos, hiciese el PSOE.

En otro caso, la autopsia ya esta hecha. Sería la autopsia del suicidio.

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