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Blancanieves, roja sangre, España negra

La agonía de un toro.

Ruth Toledano

El lunes 1 de octubre se proyecta en el Teatro de la Zarzuela de Madrid la película Blancanieves, de Pablo Berger, escogida por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas para representar a España en la 85ª edición de los Oscar de Hollywood. Película muda, el pase de presentación se acompañará por la música en directo compuesta para la cinta por Alfonso de Vilallonga.

Lo que además se oirá, a las 21:15 y ante las puertas del teatro, son las voces convocadas por la plataforma La Tortura No Es Cultura (LTNEC), en protesta por el maltrato y muerte de varios toros durante el rodaje de la película (pongan todos los supuestos que haya que poner). De Blancanieves se destaca eso que se llama la factura estética. Sin embargo, lo que interesa resaltar no está relacionado con lo que muestra la pantalla sino con lo que oculta, no con lo que puede verse sino con lo que no se ve. Resulta irrelevante y frívolo considerar si la película está bien o mal rodada, si el vestuario es o no llamativo, si la fotografía es o no elegante.

Lo relevante no tiene que ver con su estética, sino con algo que teñiría de rojo la pantalla si la cinta no lo sublimara con sus blancos y negros: el maltrato hasta la muerte que supone la lidia. Lo relevante es la ética. Lo que importa, unos hechos que han sido denunciados en la Dirección General de Medio Ambiente de la CAM y, ante su silencio administrativo, en los Juzgados de lo Contencioso Administrativo de Madrid.

El 27 de junio de 2011 la Plataforma LTNEC fue informada de que se habían sacado varios toros muertos de la plaza de toros de Aranjuez y de que habían sido cargados en un camión frigorífico que se encontraba en las inmediaciones. Tanto el 27 como el 28 de junio se rodaban en esa plaza de toros varias escenas de la película de Berger. Diversos organismos (Dirección de Medio Ambiente Área de Protección Animal de la Comunidad de Madrid, Ayuntamiento de Aranjuez y plaza de toros de Aranjuez) confirmaron que existía un permiso concedido para la celebración de dos lidias a puerta cerrada, aunque el Área de Espectáculos Taurinos de la Consejería de Presidencia de la CAM negó que se hubiera dado autorización para la realización de un evento taurino relacionado con el rodaje de una película.

Es más que fundada la sospecha de que se trataba de las mismas corridas y de que la productora y el director de la película habrían toreado también la ley al aprovechar la autorización de esas dos lidias a puerta cerrada para filmar algunas escenas: la Ley 1/1990 de Protección de los Animales Domésticos, que considera infracción MUY GRAVE “la filmación de escenas con animales para cine y televisión que conlleven crueldad, maltrato o sufrimiento, cuando estos no sean simulados”, y la Ley 32/2007 para el cuidado de los animales en su explotación, transporte, experimentación y sacrificio, que considera INFRACCIÓN MUY GRAVE “utilizar animales en producciones cinematográficas, televisivas, artísticas o publicitarias, incluso con autorización de la autoridad competente, cuando se produzca la muerte de los mismos”.

El Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid confirma también mediante documento que esos dos días se celebraron en la plaza de toros de Aranjuez corridas a puerta cerrada con presencia de veterinario, en cuyo desarrollo, aseguran, no se reflejaron “incidencias”. Por su parte, la productora de Blancanieves ha reconocido que se utilizaron nueve toros en el rodaje, aunque asegura que no se produjo maltrato alguno. Sin embargo, la llamada anónima de un técnico de la película a la Plataforma LTNEC confirmó que los toros habían pasado durante el rodaje por los tercios de varas y de banderillas, y que habían sido posteriormente matados en los chiqueros. Toros que salen muertos de la plaza donde se rueda y testigos anónimos: todo indica que en el rodaje de Blancanieves se han incumplido las leyes de protección animal e incluso se puede haber cometido un delito de maltrato animal, tipificado en el Código Penal.

En cualquier caso, que lidiar toros sea legal no significa que sea ético. Pero, una vez torturados y muertos esos toros, alivia que la Academia de Cine se haya sumado a la insensibilidad ética y haya elegido esta película para ir a los Oscar. ¿Por qué considerar positivo que nos represente en Hollywood una película que denunciamos? Pues porque la campaña internacional ya está en marcha y en EEUU, un país con una sensibilidad animalista muy desarrollada, será fuerte, liderada por las asociaciones de defensa animal más potentes, como la ADLF (Animal Legal Defense Fund) o la HSI (Human Society International).

Así, el foco iluminará el rojo de la sangre que el blanco y negro no deja ver. Y los quejidos de los animales ya no serán mudos. Se verá que esa Blancanieves llega, claro, de la España que tortura toros y se fuma un puro. La misma España que enseña a sus jóvenes, casi niños, a maltratar animales en las Escuelas Taurinas, adiestrándolos en infligir miedo y dolor sobre cuerpos de otros cachorros, los becerros (el sábado, la empresa Taurodelta hizo alarde de esa desgracia nacional sacando a los aprendices a exhibirse en la Plaza Mayor). La misma España en la que la alcaldesa de su capital, Ana Botella, declara la tauromaquia patrimonio cultural. La misma España en la que los festejos taurinos (a excepción de las corridas, que suponen solo un 5% de todos ellos) mantienen el IVA reducido, mientras que espectáculos que no suponen sufrimiento para los animales, como el teatro, los conciertos y, por cierto, el cine pasan a tributar al 21%.

Esta es la España que van a ver en Hollywood, por muy disfrazada de felices o sofisticados 20 que quiera aparecer. La España de la sangre inocente. Sangre roja como todas, por muy en blanco y negro que la quieran vender. La España negra a todo color. Es bueno que la vean.

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