La Comisión Sinde me prohíbe revelar sus nombres bajo pena de multa
Abogado especialista en propiedad intelectual y activista contra la Ley Sinde
La Comisión Sinde, esa que decide sin juez si una página vulnera o no la propiedad intelectual y si hay que retirar contenidos, es secreta. Lo es desde su nacimiento. Al contrario que cualquier otra, sus nombres no han sido publicados en ningún boletín oficial y, lo que es aún más grave, las propias personas contra las que dirigen los procedimientos tampoco saben quiénes firman las resoluciones. Todos los escritos que reciben vienen sin nombre y sin firma. La forma de suscribirlos es misteriosa e inquietante, y se limita a un parco: “La secretaria de la Comisión”. Al menos no firma como “El secretario o la secretaria de la Comisión” y han decidido darnos algún dato concreto, aunque sea el del sexo de la persona.
Desde hace casi medio año estoy intentando que se haga pública una información que debería serlo desde el inicio. Una Comisión, un organismo público, que decide sobre cuestiones sensibles que afectan no solo a quien publica contenidos sino también a quien accede a ellos, se niega a revelar quién la constituye. El 20 de junio pasado y en representación de un cliente contra el que se dirigía un procedimiento alegué que el artículo 35 b de la Ley 30/92 me daba derecho a conocer los nombres de los funcionarios públicos que estaban decidiendo sobre el asunto. Me ignoraron esa y todas las veces que repetí el requerimiento en nombre de muchos otros clientes que me habían apoderado. ¿Y si en la Comisión hay alguien que tenga intereses en el procedimiento? En ese caso la Ley me permite recusarlos pero ¿cómo hacerlo si ni siquiera sé sus nombres?
Tras cartas al Ministro de Cultura, artículos, escritos dirigidos a la Comisión y apariciones públicas donde denunciaba esta falta absoluta de transparencia, por fin recibo respuesta. La respuesta me llega en una resolución en la que por fin se me da el listado de todas las personas que componen la Comisión Sinde. Pero, acto seguido, y para mi sorpresa, me advierten de que si revelo esos nombres se me impondrá una multa por vulneración de la Ley de Protección de Datos así como iniciar contra mi posibles acciones civiles y penales.
En concreto, la resolución, tras darme el listado de los miembros de la Comisión tantas veces pedido, me advierte:
“En virtud de lo dispuesto anteriormente, debe advertirse que los datos de carácter personal de los citados funcionarios públicos se facilitan únicamente atención a la condición de interesado en el procedimiento de don XXX […] y exclusivamente a los efectos de su derecho de identificación previsto en esta norma. Por tanto, no está permitida la cesión de estos datos a terceros ni la utilización de los mismos para fines distintos de los señalados. Conforme a la Ley Orgánica 15/1999, de Protección de Datos de Carácter Personal, serán sancionables administrativamente las cesiones y las conductas que incumplan o se aparten de la finalidad prevista, sin perjuicio del ejercicio de las acciones civiles y penales procedentes”.
Se trata de una información de claro interés público, relativa a un organismo que, nada menos, decide sobre qué contenidos pueden estar en internet en función de lo que ellos consideran que es una infracción y que, por tanto, afecta a cualquier internauta, pero si la revelo me perseguirán por todas las vías posibles.
Siento que la Comisión me pide que me abstenga de hacer algo que la ley no prohíbe, bajo amenaza de acciones legales de todo tipo. Se trataría en mi opinión del delito de amenazas del artículo 171.1 del Código Penal.
Por otra parte, estoy seguro de que la jugada les será de poca utilidad. No me cabe duda de que los medios de comunicación, cuando lean esto y vean hasta qué punto es capaz de llegar la Comisión para guardar en secreto la identidad de sus integrantes no descansará hasta conseguirlos, no pararán de llamarles y solicitarles los nombres por todos los medios a su alcance hasta hacerse finalmente con ellos. No me cabe duda de que los periodistas harán su trabajo. No me cabe duda.