Cuba-Estados Unidos: el último capítulo de la guerra fría
Conversaciones secretas al más alto nivel, intercambio de agentes, mediación del Vaticano, preparación del ambiente mediante editoriales en los diarios más influyentes, comparecencias simultáneas (que no conjuntas) de los jefes de Estado enfrentados difundidas en directo... Ayer asistimos a uno de los últimos capítulos de la guerra fría, una parte de la historia que a los jóvenes europeos les resulta absolutamente ajena pero que en Cuba se vivía todos los días.
El acuerdo, además del tremendo impacto humanitario y político de la liberación de presos en ambos países, supone el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, si bien, en palabras de Raúl Castro, “esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar”.
En una intervención trufada de críticas a la revolución cubana, el presidente Barack Obama reconocía con humildad, por no decir humillación, el fracaso de la política de todos los gobiernos estadounidenses hacia Cuba: “Está claro que las décadas de aislamiento de Cuba por parte de EEUU no consiguieron nuestro objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática. En determinados momentos, esta política a largo plazo de EEUU en relación con Cuba provocó el aislamiento regional e internacional de nuestro país, restringió nuestra capacidad para influir en el curso de los acontecimientos en el hemisferio occidental e imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos podría haber utilizado para promover un cambio positivo en Cuba. A pesar de que esta política se basó en las mejores intenciones, su efecto ha sido prácticamente nulo: en la actualidad Cuba está gobernada por los hermanos Castro y el partido comunista, igual que en 1961 (fecha del embargo). No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener resultados diferentes. Intentar empujar a Cuba al colapso no sirve a los intereses estadounidenses ni a los del pueblo cubano. Hemos aprendido tras una dura experiencia que es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten a los países en Estados fallidos”.
Mientras, al otro lado, Raúl Castro hablaba de “discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones, sin renunciar a uno solo de nuestros principios”. Y continuaba: “El heroico pueblo cubano ha demostrado, frente a grandes peligros, agresiones, adversidades y sacrificios, que es y será fiel a nuestros ideales de independencia y justicia social. Estrechamente unidos en estos 56 años de Revolución, hemos guardado profunda lealtad a los que cayeron defendiendo esos principios desde el inicio de nuestras guerras de independencia en 1868. Ahora, llevamos adelante, pese a las dificultades, la actualización de nuestro modelo económico para construir un socialismo próspero y sostenible”.
Independientemente de la opinión que se tenga de la revolución cubana, nadie discutirá que asistimos a la victoria de David contra Goliat. Sin embargo, el gobierno cubano seguirá insistiendo en el fin del bloqueo: “Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas. Proponemos al Gobierno de los Estados Unidos adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización de los vínculos entre nuestros países, basados en los principios del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas”, afirmó Raúl Castro.
Desde hace 55 años el gobierno de los Estados Unidos impone un bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba con el objetivo de provocar “el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno” cubano, según se reconocía en el memorando del 6 de abril de 1960 del subsecretario adjunto de Estado para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, al subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Roy R. Rubottom Jr.
Se trataba de una especie de prórroga anual de la Ley de Comercio con el Enemigo, promulgada como medida de guerra en 1917 para restringir el comercio con naciones consideradas hostiles. Incluso el Departamento de Estado incluía a Cuba en la lista que publica unilateralmente cada año de países patrocinadores del terrorismo internacional. Y ello a pesar de que, desde territorio cubano, nunca se han lanzado agresiones militares contra los Estados Unidos ni se han fomentado actos de terrorismo contra el pueblo norteamericano ni contra otra nación. También el pasado mes de marzo se cumplían dieciocho años de la promulgación en ese país de la llamada Ley Helms-Burton, aprobada por el presidente Bill Clinton para desestimular la inversión extranjera e internacionalizar el bloqueo a Cuba.
Pero el bloqueo es calificado como un acto de genocidio, en virtud de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, y en un acto de guerra económica, de conformidad con la Declaración relativa al derecho de la guerra marítima, adoptada por la Conferencia Naval de Londres de 1909. Cuba continúa sin poder exportar e importar libremente productos y servicios hacia o desde los Estados Unidos, no puede utilizar el dólar estadounidense en sus transacciones financieras internacionales o tener cuentas en esa moneda en bancos de terceros países. Tampoco se le permite tener acceso a créditos de bancos en Estados Unidos, de sus filiales en terceros países y de las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Lo más escandaloso de la política de bloqueo de Estados Unidos hacia Cuba es la insistencia en que su legislación tiene carácter universal y, por tanto, puede sancionar al resto de los países y ciudadanos del planeta por mantener normales relaciones con Cuba.
Como no dejan de argumentar en todos los foros internacionales los portavoces cubanos, “este comportamiento contradice todas las normas del Derecho Internacional que promueven la convivencia pacífica entre las naciones del mundo, comenzando por la propia Carta de las Naciones Unidas”. Para hacerse una idea del alcance de la persecución financiera contra Cuba, solo desde enero de 2009 hasta el 2 de junio de 2014, el Gobierno de Obama había obligado a 36 entidades estadounidenses y extranjeras a pagar casi dos mil seiscientos millones de dólares estadounidenses, por relacionarse con Cuba y otros países. A estas arbitrariedades se suma ahora la multa impuesta al banco francés BNP Paribas, lo que eleva dicha cifra a más de once mil millones de dólares. En julio de 2013 la empresa American Express accedió a pagar más de cinco millones de dólares de multa por el “delito” de vender billetes de avión a través de su red financiera desde terceros países.
Hace pocos días se supo que el banco alemán Commerzbank deberá pagar mil millones de dólares de sanción del Gobierno de Estados Unidos por realizar operaciones financieras con Cuba, sin que ni la Unión Europea ni el Bundesbank, tan preocupados ellos por la salud del sistema bancario, hayan formalizado ninguna queja. Parece que sí hay algo que para los dirigente europeos está por encima de los bancos: el Departamento del Tesoro norteamericano.
Según los cálculos del gobierno cubano, “el daño económico ocasionado al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, asciende a un billón ciento doce mil quinientos treinta y cuatro millones de dólares (1.112.534.000.000). A precios corrientes, durante todos estos años, el bloqueo ha provocado perjuicios por más de 116.880 millones de dólares norteamericanos”.
En un mundo con 766 millones de personas sin servicios de salud, 120 millones sin agua potable, 842 millones de adultos analfabetos (21 de ellos en Estados Unidos), 158 millones de niños que sufren de desnutrición y 110 millones que no asisten a la escuela, ninguno de esos problemas existen en la Cuba que tanto preocupa a los gobiernos de Estados Unidos hasta el punto de ser al único país que tienen bloqueado desde hace más de medio siglo. El único gobierno del mundo que sufre un bloqueo de Estados Unidos es, paradójicamente, el que consigue menos mortalidad infantil que ningún otro país de América.
El año 2006, además, la organización no gubernamental WWF (World Wild Fund) declaró a Cuba como el único país del mundo que combina un alto desarrollo humano (reconocido en Informes Anuales sobre Desarrollo Humano elaborados por el PNUD) y una adecuada sostenibilidad ambiental.
La población estadounidense hacía ya muchos años que seguía sin comprender la necesidad de ese absurdo bloqueo. Una encuesta de la CNN a primeros de 2009 revelaba que el 71% de los estadounidenses se mostraba a favor de que su país restablezca las relaciones diplomáticas con Cuba, mientras que sólo el 27% se oponía. Hasta el último reducto de talibanes anticastristas atrincherados en Miami comenzaba a ser minoritario. El 17 de junio de 2014, la Universidad Internacional de Florida publicó los resultados de una encuesta realizada a los cubanos residentes en el Condado de Miami-Dade. El 71% considera que el bloqueo no funcionaba, el 52% se opone a la continuidad del bloqueo, el 82% apoya que compañías norteamericanas vendan medicinas a Cuba, el 77% está de acuerdo en que las compañías norteamericanas vendan alimentos a Cuba y el 48% considera que las condiciones del comercio actual (venta limitada de alimentos y medicinas a Cuba) deben expandirse. El 68% de los cubanos residentes en Miami-Dade es partidario del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, el 69% apoya el levantamiento de las restricciones de viaje a Cuba a los ciudadanos norteamericanos y el 71% a favor de la continuidad de los intercambios pueblo a pueblo.
Hay que recordar que, tras las últimas medidas del gobierno cubano que retiraba las limitaciones a sus ciudadanos a viajar fuera de la isla, son los estadounidenses los que no pueden viajar a Cuba. Hoy, el único límite para los viajes de los cubanos son las medidas antiemigración de los países europeos y de Estados Unidos.
En el marco internacional, y como bien reconocía Barack Obama, la soledad de Estados Unidos era apabullante.
En 23 ocasiones la Asamblea General de las Naciones Unidas se ha pronunciado, por abrumadora mayoría, en contra del bloqueo estadounidense, a favor del respeto del Derecho Internacional, el cumplimiento de los Principios y Propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho del pueblo cubano a escoger por sí mismo su propio destino. Cuba comenzó a presentar esta resolución en la ONU en 1992, y desde entonces ha encontrado el apoyo abrumador de los países de la Asamblea. La última ocasión, fue el 28 de octubre de 2014. 188 países apoyaron la resolución que condena el bloqueo económico y financiero impuesto contra Cuba. Se contabilizaron las tres abstenciones de Palau, Micronesia e Islas Marshall y los votos en contra de Estados Unidos e Israel.
Cuba no deja de recoger apoyos en cuantos encuentros multinacionales solicita condenas contra el bloqueo. La XXIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Panamá, los días 18 y 19 de octubre de 2013, acordó un Comunicado Especial sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos de América a Cuba, incluida la Ley Helms-Burton, en el que se reitera “el más enérgico rechazo a la aplicación de leyes y medidas contrarias al derecho internacional como la Ley Helms-Burton y exhorta al Gobierno de los Estados Unidos de América a que ponga fin a su aplicación”.
La Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en La Habana, del 28 al 29 de enero de 2014, adoptó un Comunicado Especial condenatorio del bloqueo a la isla. La Conferencia Ministerial del Movimiento de Países No Alineados, acogida por Argelia del 26 al 29 de mayo de 2014, reiteró en su Declaración final el histórico compromiso del Movimiento contra las medidas coercitivas unilaterales aplicadas contra los países en desarrollo y resaltó, una vez más, su condena al bloqueo contra Cuba.
La Declaración Final de la Cumbre Extraordinaria del Grupo de los 77 y China, celebrada los días 14 y 15 de junio de 2014, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, reiteró su rechazo a la aplicación de medidas económicas coercitivas unilaterales, así como su reclamo al gobierno de los Estados Unidos a poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero que impone contra Cuba.
Los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana (UA), reunidos en Malabo, Guinea Ecuatorial del 26 al 27 de junio de 2014, adoptaron, en el vigésimo tercer período de sesiones ordinario de la Asamblea de la UA, una resolución en la que piden el levantamiento del bloqueo de los Estados Unidos contra la República de Cuba.
La animadversión de Estados Unidos hacia la isla le ha llevado a prácticamente hundir la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta institución multilateral se caracterizaba por un abrumador poder de Estados Unidos que llevó a la expulsión de Cuba en 1962 por orden del gobierno estadounidense. Aunque en 2009 la Asamblea General de la OEA aprobó la reincorporación de Cuba, ésta no ha mostrado ningún interés y han sido el resto de los países los que han ido apostando por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en 2010, ahora sin Estados Unidos ni Canadá.
El anuncio de avanzar hacia la normalización de relaciones ha ido precedido de una impresionante campaña de prensa, lo que muestra una absoluta sintonía entre el poder mediático estadounidense y el gobierno del país. Hasta ahora lo habíamos visto para preparar el terreno para una invasión, en esta ocasión, afortunadamente, era para lo contrario.
El 2 de julio de 2013, el diario The Washington Post publicó un artículo de Katrina Vanden Heulen, editora de la revista The Nation, titulado “Estados Unidos debe levantar el embargo a Cuba”. El 16 de febrero de 2014, Los Angeles Times publicó un editorial donde insta a eliminar el bloqueo contra Cuba, pues, según afirmaban, no ha logrado su objetivo principal. Lo más espectacular que es el diario estadounidense The New York Times publicó cinco editoriales sobre Cuba en cinco semanas consecutivas, todos en sus ediciones de fin de semana, todos en inglés y en español. Incluso la BBC llegó a publicar un artículo titulado “Por qué The New York Times quiere que se acabe el embargo a Cuba”.
Por la parte cubana, hay que señalar, que además de toda su ofensiva diplomática para presionar a Estados Unidos, ha mostrado numerosos gestos de acercamiento al pueblo estadounidense con el objetivo de ganarse su confianza. Pero ninguno de ellos hizo aflojar la terquedad de todos los gobiernos estadounidenses.
Cuba ofreció toda la ayuda a su alcance, desde las primeras horas, ante los atentados del 11 de septiembre del 2001, cuando miles de aviones no tenían dónde aterrizar y luego para paliar la falta de antibióticos cuando se produjeron ataques con ántrax en los Estados Unidos.
Los sanitarios cubanos habían iniciado una humanitaria colaboración con los médicos militares estadounidenses en El Salvador después del sismo de 2001 y en Guatemala, en los años 2002 y 2003 durante el tratamiento de la oncocercosis o “ceguera de los ríos”.
En 2005, ante los daños que estaba provocando el huracán Katrina, Fidel Castro ofreció cooperación médica al pueblo de Nueva Orleans y creo el Contingente Médico Especializado en Desastres y Epidemias Henry Reeve, un heroico joven norteamericano que luchó en el siglo XIX por la independencia de Cuba, el cual está ahora desplegado en Sierra Leona, Liberia y Guinea. Despreciados por Estados Unidos fueron a atender a las víctimas del terremoto de Pakistán ese mismo año. En el 2010, a raíz del sismo en Haití, Estados Unidos y Cuba volvieron a trabajar de forma conjunta.
Es verdad que en los últimos años, del 2009 al 2011, el gobierno estadounidense había tomado algunas medidas, limitadas pero positivas, sobre las visitas familiares, las remesas de los cubanos asentados en su territorio y los viajes de determinadas categorías de ciudadanos estadounidenses para intercambios de diversa índole. También se amplió el diálogo a nivel técnico y se incrementó la cooperación en áreas como el narcotráfico, al delito transnacional, al tráfico de personas, en la prevención de derrames de petróleo, en la búsqueda y salvamento de personas, en la seguridad aérea y de la aviación o ante hechos específicos.
Pero ayer las relaciones Cuba-Estados Unidos vivieron un momento histórico. Muchos tendrán la sensación que, desde este 17 de diciembre, los 150 kilómetros que separan ambos países han dejado de ser los 1.500 que eran para quedarse apenas en quince. Como en todo tipo de relaciones, es necesario que el poderoso demuestre respeto y consideración, algo de lo que no le hemos visto muy sobrado en sus relaciones con el resto del mundo.