Los deseos cumplidos de Díaz Ferrán
No todo son penas para Gerardo Díaz Ferrán en su celda de Soto del Real. El que fue presidente de la patronal española también tiene sus momentos de alegría. Por ejemplo, cada vez que lee el BOE después de que el Consejo de Ministros apruebe alguna medida relacionada con el mercado laboral. En esos momentos debe de sentirse reconocido, poco menos que homenajeado: la política laboral del gobierno parece un calco de sus propuestas cuando dirigía la CEOE. Una aplicación punto por punto del programa de máximos del empresariado español.
Así dicho parece una obviedad: que el gobierno está inclinando la balanza de las relaciones laborales hacia el lado empresarial. Pero cuando uno se para a mirar el detalle, impresiona la literalidad de ese programa de máximos: todo aquello que Díaz Ferrán pedía hace años es lo que el gobierno ha ido aprobando un viernes tras otro.
Y digo Díaz Ferrán, porque el empresario hoy caído en desgracia era el ideólogo duro de aquella CEOE que 2009 se sentó a negociar con los sindicatos y puso sobre la mesa su programa de máximos que hacía imposible cualquier acuerdo. Si uno busca en las hemerotecas, el mejor resumen de las propuestas patronales es precisamente un artículo firmado por el propio Díaz Ferrán, y publicado hace justo cuatro años en El País. Cuando uno lee ese artículo (que en su día cayó como una bomba sobre el diálogo social), se da cuenta de cómo lo que entonces parecían delirios patronales han acabado cumpliéndose uno tras otro.
Les recomiendo leer el artículo, porque resume en una docena de puntos ese programa de máximos de la patronal. Y al leerlo, comprobamos que la mayoría acabaron casi calcados en el BOE, tanto en la reforma laboral como en medidas posteriores.
Algunas, como el abaratamiento del despido o la entrada de agencias privadas de colocación, ya las recogió en parte la reforma laboral del PSOE, pero las llevó hasta sus últimas consecuencias la reforma del PP en 2012, que además cumplió otros deseos de Díaz Ferrán: flexibilizar la modificación sustancial de las condiciones de trabajo (que permite bajar sueldos), más facilidades a los ERE, o la persecución del absentismo laboral.
En posteriores medidas han seguido aplicando el programa de máximos. Así, en febrero del año pasado se amplió la contratación precaria de jóvenes; y en diciembre se flexibilizó todavía más el contrato a tiempo parcial, y se dio mayor poder a las mutuas, tal como pedía el artículo de Díaz Ferrán.
Y la última, el viernes pasado: la rebaja de las cotizaciones sociales. Es una de las reivindicaciones más viejas de los empresarios, pero que siempre chocaba con la oposición total de los sindicatos, y con el rechazo de los gobiernos, que veían el riesgo de perder ingresos para la Seguridad Social. Pues ya la tienen. Disfrazada de “tarifa plana”, pero en la práctica da barra libre para que cualquier empresa pueda acogerse a ella, incluso despidiendo trabajadores para contratar otros más baratos. Un disparate más, que de haberse producido hace un par de años nos sacaría a la calle, pero hoy parece que nos coge cansados o curados de espantos.
Lo conseguido todavía les parece poco, y ayer el FMI pidió más reforma laboral y bajar más las cotizaciones sociales.
Y es entonces cuando el programa de máximos de Díaz Ferrán nos sirve como texto profético, como anticipación de lo que todavía está por venir. Leyéndolo, descubrimos que faltan por cumplir pocos deseos, pero pueden ser los que orienten la próxima vuelta de tuerca: la reducción de cotizaciones (que con la tarifa plana no ha hecho más que empezar), suprimir la obligación empresarial del pago de la prestación de baja por enfermedad entre el 4º y el 15º día, y “homologar” la contratación laboral a otros países europeos (y en ese “homologar” caben muchas cosas).
Que el ideólogo de tu política laboral esté en la cárcel precisamente por haber saqueado empresas es un detalle sin importancia.