Mientras haya ETA
Mientras haya ETA habrá terroristas. Mientras haya terroristas habrá proetarras, entorno, organizaciones sucesoras, “tentáculos” y abogados de ETA que también son ETA. Mientras haya ETA habrá pertenencia y colaboración con banda armada, habrá apología y enaltecimiento. Mientras haya ETA habrá operaciones policiales, golpes, descabezamientos, detenciones, registros, jueces de la Audiencia Nacional, ilegalizaciones, prohibiciones, doctrinas judiciales, leyes retorcidas y leyes ad hoc, macroprocesos, dispersión de presos, Otegi encarcelado.
Mientras haya ETA habrá comunicados y ruedas de prensa y tuits de Interior (a ser posible en hora), y portadas de periódico y aperturas de telediario que parecen material de archivo de tantas veces vistas.
Lo que no habrá, mientras haya ETA, son atentados. El abandono de las armas es irreversible. Lo saben todos, y el que mejor lo sabe es el propio Gobierno, que por eso sobreactúa y tensa la cuerda todo lo que quiere porque sabe que es de goma, que no se va a romper por mucho que tire, que ETA acabará disolviéndose tarde o temprano. Más bien tarde, todo lo tarde que dé de sí la cuerda en su estirar periódico, que a fuerza de no permitir no ya un puente de plata sino un mínimo tablón para el enemigo que huye, a fuerza de mantener la retórica de los viejos tiempos y boicotear los avances, consigue que el previsto desarme y la esperada disolución se retrasen otro mes más.
Entre los dos escenarios posibles, la continuidad de ETA y el fin de ETA, la derecha política, mediática y judicial ha descubierto una tercera vía mucho más interesante: que ETA siga existiendo pero sin atentados. Un escenario en el que todo son ventajas, en el que mantener la tensión, la retórica guerrera, las filas prietas, los votos seguros, el favor de la parte de las víctimas que quiere vencedores y vencidos, la excepcionalidad legal y democrática, y las maniobras de distracción. Pero sin muertos, sin bombas, sin escoltas ni extorsión.
Este escenario no durará mucho, pues pese a los palos en las ruedas el proceso sigue adelante y llegará hasta el final. Pero aunque sean unos pocos años, o solo unos meses más, hasta el rabo todo es toro, hasta el día de despedida, hasta el infinito y más allá, seguirá habiendo ETA.
Mientras haya ETA habrá todo lo anterior, pero sin atentados. Y sin algo más: sin normalización política en Euskadi, sin que quienes han renunciado a la violencia puedan hacer política con normalidad, sin que unos y otros puedan construir proyecto alguno. Otra ventaja de que siga ETA.
Tras lo visto estos días, y ante el calendario electoral que tenemos por delante, yo ya me creo cualquier cosa: hasta que en la próxima remodelación de Gobierno vuelva Mayor Oreja a Interior, como esa vieja gloria a la que dejan jugar los últimos minutos del partido para despedirse de la afición. Se lo merece.