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Las dos Europas

Julio Embid

La semana pasada me invitaron a un debate sobre la Unión Europea y el euro. Siendo un tema que no es mi especialidad, la principal conclusión que obtuve preparándome las estadísticas fue que, frente a economías exportadoras como las del Norte de Europa, en el Sur de Europa tenemos un modelo productivo demasiado centrado en el turismo y la construcción que compra al Norte todo lo que necesita. La principal explicación para estas diferencias sería que en el Norte de Europa hay una mayor productividad debido al mayor peso del sector industrial, una mayor inversión en I+D+I y una tasa de trabajo femenino muy superior gracias a unas mejores ayudas públicas a la maternidad.

Sin embargo, no todo en el norte de Europa funciona como un reloj en marcha. Por mucho Borgen que hayáis visto, lo cierto es que en la Europa Septentrional hace más frío y el jarabe de soga es una causa de muerte mucho más habitual que en la orilla norte del Mediterráneo. Para poder comparar he tomado de Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea y he seleccionado los cuatro grandes países nórdicos (Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia) y los cuatro grandes países mediterráneos (Portugal, España, Italia y Grecia) y he buscado en qué vivimos mejor y en que peor que ellos.

El índice de Gini es un porcentaje que mide la desigualdad de los ingresos dentro de un país, cuanto menor es mayor igualdad hay. Los escandinavos son los campeones mundiales en igualdad, sin discusión. Otro tema donde también nos ganan es en el problema de la pobreza o la vivienda. Para la Unión Europea una vivienda superpoblada es aquella donde hay menos dormitorios que: cada pareja o soltero mayor de 18 años, cada pareja de hijos entre 12 y 17 años del mismo género, o cada pareja de hijos menores de 12 años independientemente de su género. En todas estas estadísticas salimos mal parados los sureños.

En esta tabla 2, mezclo churras con merinas, pero quiero explicar que no todo está tan mal para los países del sur. Nuestra esperanza de vida es ligeramente superior, nuestros adolescentes se suicidan casi cuatro veces menos y no contaminamos tanto como nuestros queridos y admirados vecinos nórdicos. Cuando nuestros políticos o empresarios dicen que quieren ser como Dinamarca, yo me rebelo frente a una sociedad donde vota un 21% a la extrema derecha xenófoba. En Finlandia ya son el 17,7%, en Noruega el 16,3% y en Suecia el 12,9%. Cuando se habla de la fuerza de Amanecer Dorado en Grecia hay que recordar que, afortunadamente, este partido sólo llega al 6,3% de los votos.

Con respecto a las estadísticas, ¿quiere decir eso que cuanto mayor sea el riesgo de pobreza menor será la tasa de suicidio? ¿Acaso afirmamos que la alta esperanza de vida va unida a vivir más apretados en un mismo hogar? Pues no, pero como decía el escritor irlandés Bernard Shaw, la estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno. El objetivo de los políticos y de los ciudadanos del sur de Europa debe ir hacia la convergencia en salarios, derechos y libertades con el norte de Europa. Si no, nunca habrá una Unión Europea, habrá dos y no nos podrán exigir nada de lo que, desde arriba, no nos dan.

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