Gotham City: ni un malvado especulador ni el héroe nacional
Si algo ha quedado claro con el caso Gowex, además del fraude en sí mismo y la falta de control por quienes tenían responsabilidad en el correcto funcionamiento de las empresas que cotizan en el MAB, es la capacidad que tenemos los españoles de movernos en un permanente estado de opinión bipolar que en el presente caso nos ha llevado de la manía a la depresión en cuestión de horas. Ni Gotham City es un malvado especulador que arremete contra las empresas patrias (porque, Gowex no era una empresa, era un fraude financiero organizado), ni tampoco es el héroe nacional que merezca condecoración alguna.
Gotham City, no lo olvidemos, no está regulado ni sometido a regulación financiera específica, sino que actúa desde la posición de independencia en el análisis que detecta una situación que no justifica el precio e invierte en su propio beneficio. Lo cual es legítimo. No constituye abuso de mercado operar en base a información pública.
Ahora bien, cabe preguntarse si es legítimo tener conocimiento de un fraude y, en lugar de actuar poniéndolo en conocimiento de las autoridades, hacer negocio de dicha situación. Porque desde el momento en que se conoce tal circunstancia se pasa a dar una situación en la cual se está operando en el mercado en un contexto que sí puede constituir abuso. Por no entrar en la posibilidad que se rumorea de que el origen del expediente esté en una filtración desde dentro de la propia Gowex. En este último caso, que a nadie le quepa ninguna duda de que Gotham pasaría de héroe a villano, nuevamente la bipolaridad...
Los inversores no esperan que todas sus inversiones resulten óptimas y asumen ciertos riesgos como parte de su actividad inversora, pero sí esperan transparencia y una acción a la altura de las circunstancias por parte de los supervisores. Sin embargo en el ya denominado caso Gowex se han visto atrapados en una intolerable situación de desinformación e incomprensible complacencia a consecuencia de lo cual se ha causado un irreparable daño reputacional a todo el MAB. Tanto aquellos que confiaban en una CNMV y una empresa que arremetían contra el mensajero, como quienes creían en el informe, tomaron decisiones razonables, pero sin información suficiente en ambos casos.
En nuestro caso desde Asinver evaluamos el contenido del informe, lo contrastamos y concluimos su veracidad. No corrimos a especular durante esas inauditas 48 horas de confusión, corrimos a denunciar los delitos. Es lo que se hace cuando se tiene conocimiento de un delito. Invertir es una actividad legítima y positiva para la sociedad en su conjunto, pero debe estar necesariamente guiada por unos mínimos principios.
Como consecuencia de lo sucedido se ha puesto en cuestión, no ya solo la reputación de los reguladores y de otras empresas del MAB, sino la propia reputación de la legítima actividad inversora y el trabajo honesto que miles de profesionales desarrollan cada día en el ámbito de la inversión y que no especularían con un delito que afecta a miles de personas.
Se hace necesaria una toma de conciencia colectiva sobre la importancia de desarrollar e impulsar los principios de mejores prácticas para la inversión responsable, una iniciativa que tiene sus raíces en el cada vez mayor entendimiento de que, mientras que las finanzas impulsan la economía global, las prácticas de toma de decisiones y políticas de identificación de las inversiones no reflejan lo suficiente las consideraciones sociales y de gobernanza empresarial.
Saquemos, no obstante, lecciones, pues no es menos cierto que resulta preocupante la falta de conexión entre la responsabilidad empresarial como un imperativo de gestión ampliamente declarado, y el comportamiento en la práctica de los mercados financieros, que son muy a menudo guiados primordialmente por consideraciones a corto plazo a expensas de los objetivos a largo plazo. Esto no quiere decir que haya una falta de interés o deseo por parte de los inversores. Más bien, el factor predominante ha sido la ausencia de un conjunto de directrices comunes que los inversores tanto individuales como institucionales puedan utilizar para evaluar plenamente los riesgos y las oportunidades.
Es nuestra esperanza que lo sucedido ayudará a alinear las prácticas de inversión con los principios de mejores prácticas inversoras, de esta forma contribuyendo no sólo a mejores rendimientos financieros a largo plazo sino también a una mejor alineación entre los objetivos de los inversores y aquellos de la sociedad en general.