De Lampedusa a Ceuta: Europa se entrega a la barbarie
El 3 de octubre de 2013, 368 personas migradas se ahogaron en Lampedusa, intentando llegar a Europa. Nadie fue a su rescate. Entonces el mundo supo que en Italia estaba vigente una ley llamada Bossi-Fini que, entre otras cosas, penaliza a los ciudadanos que presten auxilio a personas migradas que intenten traspasar la frontera. Los auxilios llegaron tarde y mal, sólo a partir de la indignación de la opinión publica.
Este jueves en España se vivió un nuevo capítulo de esta tragedia. Trece personas (algunas informaciones apuntan a algunas más) murieron intentando entrar nadando a Ceuta mientras agentes de la Guardia Civil los repelían con material antidisturbios. Algunas fuentes indican incluso que llegaron a disparar balas de goma y balines contra personas que iban a nado.
Jorge Fernández Díaz no puede seguir ni un minuto más al frente del Ministerio del Interior. Actuaciones policiales de este tipo obligan a la asunción de responsabilidades al más alto nivel y a una investigación a fondo de los hechos. Supone un capítulo más de una política de inmigración del PP del todo antidemocrática y que no respeta los estándares mínimos de protección de los derechos humanos: que nadie olvide que hace unas semanas debatíamos sobre la instalación de cuchillas en la valla de Melilla o el tratamiento denigrante y criminal que reciben las personas migradas retenidas en los CIE.
Este viernes, ICV, por medio de nuestro eurodiputado, Raül Romeva, hemos registrado una batería de preguntas parlamentarias a la Comisión Europea sobre estos hechos.
A las puertas de Europa han muerto miles de víctimas, casi 20.000 en los últimos 25 años. Y a pesar de ello, la Unión Europea no ha dejado de invertir millones de euros para seguir reforzando y militarizando las fronteras. El fenómeno sólo ha tenido como respuesta el reforzamiento de Frontex, el blindaje compartido de las fronteras. Fue vergonzoso ver cómo después de Lampedusa los ministros del Interior se reunían de urgencia en Bruselas, para finalmente no decidir nada.
La imagen de Barroso visitando Lampedusa ha sido uno de los capítulos de cinismo político más extraordinarios que se recuerdan. Los muertos obtuvieron la nacionalidad italiana. Un gesto obsceno: Europa no reconoce derechos en vida.
Hace tiempo que ICV viene reclamando que la gestión de los flujos migratorios deje de ser un asunto en manos exclusivas de los ministerios del Interior para tener un enfoque y gestión paneuropea de tipo humanitario.
Queremos un marco europeo de inmigración, asilo y refugio, que no dificulte la entrada legal y que deje de perseguir y penalizar a la persona migrada como si fuera un delincuente. Necesitamos mayores mecanismos de control democrático sobre la gestión de las fronteras europeas: hace tiempo que reclamamos un Consejo Asesor abierto a ONG, un Comisionado sobre Derechos Fundamentales y un Código de Conducta para Frontex que permita un control democrático de su actuación. Necesitamos una política europea común con recursos para garantizar una buena acogida de las personas migradas en todos los puntos del continente y especialmente en aquellas zonas con más necesidades. Y un cambio radical de las políticas de asilo.
Es falso que estemos a las puertas de una invasión de la inmigración. Mientras apoyan políticas de expolio y de explotación de los países de origen, la derecha intenta transmitir esta falacia para justificar una determinada política. La respuesta de una política de inmigración de izquierdas debe ser facilitar los canales de entrada legal de las personas en Europa, haciendo viable el artículo 80 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea con una solidaridad entre los estados miembros de la UE, que garantice una esfuerzo económico colectivo para garantizar los derechos humanos en el mundo empezando por nuestras fronteras.
España sería la primera interesada en un enfoque europeo para la inmigración de este tipo. ¿Por qué entonces sigue apostando en Bruselas por una política de inmigración centrada en la represión policial y el refuerzo de la seguridad, una política que el tiempo ha demostrado ser un estrepitoso fracaso?
Europa no puede ser una fortaleza, o pretender construir una nueva grandeur continental. El viejo proyecto europeo es un camino, un viaje de civilización y respeto a los derechos. Pero hoy el futuro del proyecto europeo se encuentra en Ceuta, donde han muerto 13 seres humanos. Un continente que deja morir inmigrantes a sus puertas es un continente sin alma y sin futuro.