¡Menos lobos, caperucitas!
¡Menos lobos, caperucitas!, parece decir el Juzgado de 1ª Instancia nº 6 de Zamora a la asociación Lobo Marley, que defiende al lobo ibérico de la masacre que sufre en el territorio español. Es lo que parece decir también la Fiscalía, que en nombre de la Junta de Castilla y León y de un particular (gestor de actividades cinegéticas al que en el auto incluso se le ha reconocido lucro cesante) ha llevado a cinco activistas ante los tribunales: sois unas miserables caperucitas y os vamos a crujir.
Es lo que se deduce del hecho de que pidan para los acusados dos años y seis meses de prisión por llevar a cabo en 2014, en la sierra de Culebra (Zamora), una acción directa que conllevó el derribo de unas casetas desde las que los pistoleros no solo matan lobos sino que lo hacen con las peores artes: bajo techado y atrayéndolos con carroña. Unas casetas que son ilegales según la Ley de Caza de Castilla y León (no se puede aguardar a la presa en una construcción) y desde las que se cometen ilegalidades consentidas –y se podría decir promovidas- por la propia Junta (el uso de atrayentes como la carroña está también prohibido). ¡Menos lobos, caperucitas! es el mensaje que se deduce del hecho de que, en libertad provisional a espera del juicio oral, el juzgado exija que entre los cinco depositen 50.000 euros de fianza.
Una fianza que es muy elevada para los de Lobo Marley, activistas que no son ricos y destinan al compromiso muchos de sus recursos personales, cometieron su presunto delito con la conciencia de estar ejerciendo el derecho ciudadano a proteger el patrimonio natural de todos. Conclusión: a quienes defienden el patrimonio de todos se les cruje (¡menos lobos, caperucitas!), cuando tantas veces se protege a quienes roban el patrimonio de todos (no es casualidad que entre los ladrones y sus allegados haya mucho amante de la escopeta).
Lobo Marley nació como respuesta a la falta de respeto al lobo ibérico, para exigir su protección legal y devolverlo a la sociedad como ese patrimonio arrebatado por un afán de sangre y de dinero alimentado de oscurantismo medieval. El naturalista Luis Miguel Domínguez, presidente de la asociación, lo califica de “racismo zoológico” y denuncia que se le mata “con malas artes, con saña, con odio”. El lobo, que es animal emblema de nuestra fauna silvestre, es a la vez el más perseguido en nuestro país y se ha convertido en “emblema de la ignominia, del desprecio al patrimonio natural”: lobos colgados de señales de tráficos, cadáveres de lobos decapitados en parkings públicos, lobos que son subastados para ser disparados por el mejor postor. La ignominia. Pero qué vamos a esperar de un país cuya fiesta nacional es torturar a ese toro que engalana banderas rojigualdas.
Defender a los lobos es un derecho ciudadano. Y no solo desde la palabra o las denuncias, sino también desde la acción directa. Lobo Marley (cuyas denuncias, por cierto, nunca han prosperado en los juzgados) acusa a los lobbies anti-lobo (ya sean las empresas cinegéticas, los sindicatos ganaderos o las instituciones públicas) de manipulación: les quieren hacer pasar por vándalos, cuando el vídeo de la acción en la sierra de Culebra demuestra que no dañan a nadie, que actúan cuando no puede haber enfrentamientos y que solo van a favor de los lobos a los que los pistoleros engañan y matan. Lo que busca Lobo Marley es la protección legal del lobo en todo el territorio español, como está protegido en Portugal.
Y precisamente por combatir de manera activa las ilegalidades que cometen los de los lobbies anti-lobo, estos los persiguen judicialmente: Lobo Marley respondió a su guerra en el terreno del lobo y ellos se la han declarado en los tribunales. Lo que no se entiende (y menos con la que está cayendo en los juzgados) es que los jueces actúen como si estuvieran en connivencia con esos lobbies: amedrentando a los activistas y asfixiándolos económicamente. La injusticia a la que nos están queriendo acostumbrar los jueces.
Lobo Marley necesita ayuda económica para hacer frente a esa injusticia. No tienen recursos ni reciben subvención alguna. Por eso han hecho un llamamiento a “la manada”, que somos todas las personas indignadas con lo que se hace a los lobos, con lo que se hace a quienes los defienden, con lo que se hace a una sociedad que quiere proteger su patrimonio de los pistoleros de chaleco verde caqui y los depredadores de corbata. El propio Domínguez pide esa ayuda en este vídeo y se reconoce emocionado con la respuesta que ya han recibido. Pero aún les falta mucho dinero hasta los 50.000 de la injusticia y, si está en nuestra mano, debemos ayudarles.
Y debemos asistir a la manifestación convocada por Lobo Marley el próximo domingo 12 de marzo en Madrid en defensa del lobo vivo. Para ayudar a Lobo Marley a ganar las distintas batallas de su gran guerra; entre ellas, la creación de una Alianza Europea por la Conservación del Lobo. “Nos quieren borrar del mapa”, dice Luis Miguel Domínguez, “pero tenemos la cabeza muy alta, no hemos matado a nadie, todo lo contrario, queremos que la vida viva”. Debemos demostrar que sus escopetas y sus autos judiciales (¡menos lobos, caperucitas!) no van a borrar del mapa ni a los lobos ni a quienes los defienden. Que no son vándalos, son activistas que quieren “devolver el lobo a la sociedad y defender el patrimonio natural de todos los españoles, de todos los europeos, de todos los terrícolas” .
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* Rectificación: en la versión original de este artículo se comparaban los casos de Urdangarin, Rato y el del Lobo Marley, pero se trata de dos tipos de fianza diferentes.