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Madrid 2020, mucho más que unos Juegos

La alcaldesa de Madrid, Ana Botella (c) y los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez (d) y de CC.OO., Ignacio Fernández Toxo (iz.). / Efe

Inés Sabanés

Coportavoz de Equo Madrid —

El debate sobre la celebración de los Juegos Olímpicos, ha estado atravesado históricamente de un discurso de “bondades intrínsecas”. Seguramente tienen mucho que ver los vínculos emocionales que este tipo de acontecimientos han establecido con las ciudades organizadoras y también con el imaginario colectivo de la épica del deporte. Sin embargo, tanto el propio deporte como las Instituciones representativas han cambiado radicalmente desde que allá por el Siglo XIX se instauraran los JJOO modernos. Como diría Galeano, en la medida que el deporte se ha hecho industria y el juego espectáculo, sus estructuras de poder se han convertido en unas de las más lucrativas del mundo. Por lo demás, estamos en la era digital en la que compartir información y datos es ya un derecho, la transparencia una obligación legal y la intervención de la ciudadanía en los temas que les afectan una reivindicación permanente.

Por decirlo de otra manera, organizar unos Juegos Olímpicos tiene una profunda significación e impacto sobre el territorio y la ordenación de la ciudad, la economía, la sostenibilidad de los entornos urbanos o el propio modelo deportivo. El tiempo de gestión de un proyecto olímpico va mucho más allá que los períodos legislativos, por lo que las decisiones deberían contar con el referendo de la ciudadanía en diferentes momentos. Claro que todo ello implicaría un cambio radical en los procesos de designación, selección o planificación de las candidaturas para incorporar la voluntad de los ciudadanos. Si las propias estructuras deportivas no facilitan ni impulsan este compromiso abierto a la ciudadanía, le corresponde a la propia ciudad y al país hacer un ejercicio de responsabilidad y poner sobre la mesa la viabilidad real de una candidatura, más allá de los deseos y los sueños para debatir sobre los compromisos y los riesgos.

La viabilidad importa

La viabilidad importa Madrid después de un recorrido desde 2003 y pasando por 2016, oficializa candidatura también para 2020. El primer intento de Madrid se produce en circunstancias muy distintas a las que ya posteriormente se apuntan para 2016 y desde luego muy diferentes a las que se viven en los momentos que se mantiene la candidatura para el 2020.

Esta última decisión se toma en plena crisis económica y en un momento donde se aplican duras medidas y recortes para “contener el déficit.” Con un alto nivel de paro y que afectan de forma drástica a servicios esenciales, salarios y prestaciones sociales. A su vez el Ayuntamiento de Madrid es de los más endeudados. Por ello se producen más reticencias que en candidaturas anteriores y en la votación se manifiestan en contra UPyD e IU, además de otros colectivos y partidos como Equo que nos hemos manifestado en términos similares.

Esta misma situación llevó, por ejemplo a Roma y al gobierno italiano de Monti, a renunciar a la candidatura por imposibilidad de hacer frente a las garantías para cubrir cualquier eventual déficit. Las perspectivas, además, empeoran con el tiempo. A todo lo planteado hay que añadir el agravamiento de la desconfianza de la ciudadanía en la política y en las instituciones que se recrudece con la propia crisis y con los escándalos de corrupción.

Es decir es un debate de viabilidad y de sentido común, más allá de lo que cada cual piense del deporte en general y de los juegos en particular. Deuda, corrupción recortes y “rescate” es una combinación demasiado peligrosa para tomar decisiones sin una información realmente evaluada por ejemplo a través de una auditoría ciudadana.

El modelo importa

El modelo importa En nuestro país una gran mayoría sigue teniendo la imagen de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que se quiso mostrar la capacidad de transformación al mundo y cómo convertir un acontecimiento de estas características en una oportunidad estratégica de recualificación urbana con un innovador modelo de participación, que si bien no significaba cambios sustanciales de transparencia y control ciudadano, sí avanzó una idea de construcción más colectiva.

Sin embargo las situaciones y los modelos son dispares y las experiencias muy distintas. Los Juegos de Montreal (1976) resultaron una catástrofe financiera de más de 1.000 millones de dólares. Tardaron más de treinta años en pagar “el agujero” con impuestos especiales. Por el contrario, los Ángeles (1984), Seúl (1988) y Sidney ( 2000) ofrecieron beneficios, mientras que Barcelona (1992 ) y Atlanta tuvieron resultados económicos equilibrados (en este caso con modelos diametralmente opuestos).

Atenas fue también una catástrofe y sin ninguna duda con graves consecuencias para la situación económica del país. Pekín y Londres fueron modelos distintos, y aún no han sido evaluadas del todo, pero en ambos casos sus gastos estuvieron muy por encima de las previsiones.

Además, no es lo mismo organizar unos Juegos en momentos de expansión que de recesión económica y no es lo mismo plantearse los juegos condicionados a un plan estratégico de una ciudad vinculando los objetivos a un modelo de desarrollo y a una cultura deportiva determinada, que una opción en la que primen las inversiones y cuyos beneficios efímeros e inmediatos repercutan básicamente en los movimientos relacionados con la construcción.

Y después

Y después Dicho todo esto, una vez se decida la ciudad organizadora existe un período de “gestión candidatura de 7 años” y el debate no se agota con la designación, porque en este período también se siguen tomando decisiones que generan impactos, riesgos y determinan el modelo económico, urbano, ambiental o deportivo que definirán finalmente un proyecto.

La crisis económica y sus efectos han puesto de manifiesto la necesidad de cambios radicales en un modelo de desarrollo profundamente especulativo y basado en el ladrillo y la urgencia de un cambio radical. Unos Juegos Olímpicos gestionados desde la misma lógica generarán los mismos resultados. Las oportunidades sobre el empleo y el futuro están hoy vinculadas a la superación de los riesgos que nos han traído hasta aquí y que han significado la precariedad y la injusticia.

No vamos por tanto a renunciar a una auditoría ciudadana sobre la viabilidad y riesgos del proceso de la candidatura 2020. Lo exigen la trascendencia del proyecto, sus efectos sobre el endeudamiento y el desenlace de las tramas de corrupción.

En todo caso, desde Equo Madrid queremos proponer un debate abierto para el proceso que se avecina, en el caso de que Madrid sea finalmente elegida. Exigir compromisos de participación, transparencia, control. Es posible que las instituciones y los gobiernos no lo consideren, pero existen organizaciones suficientes y capacidad ciudadana para evaluar este proceso, sus movimientos económicos y contratos, inversiones, materiales utilizados, las carencias deportivas en los barrios o los impactos deportivos, sociales o ambientales.

Las consecuencias de la economía “de casino ” y de los despilfarros han sido demasiado severas y los costes en la vida de la gente demasiado altos, para dejar en manos de unos pocos aquello que nos puede condicionar el futuro a la mayoría.

Actualización 10.02: La autora recupera un párrafo relativo a los Juegos de Atenas que borró por error durante la edición de la versión definitiva del artículo.Actualización 10.02:

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