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Con Mahoma no hay cojones

Darío Adanti

Dibujante de Mongolia —

La mañana del día después de que los Reyes Magos, esos reyes que vienen de oriente, nos trajeran regalos, otros reyes, del terror en este caso, sembraban de muerte la redacción de una de las revistas satíricas más emblemáticas: Charlie Hebdo. Doce muertes y otros tantos heridos es el coste sangriento que el fanatismo se cobró por algo tan pequeño como es el oficio de hacer humor.

Los teléfonos de Mongolia, hija de Charlie Hebdo y de tantas otras, empezaron a sonar: amigos de la prensa querían saber nuestra opinión. La familia no paraba de llamar: el miedo a que su ser querido, dedicado a aquello que a priori parecía tan inofensivo, el humor, ahora fuera blanco del terror homicida. Y, como ya es costumbre en las redes sociales de Mongolia, tampoco se hicieron esperar cientos de twitts con la ya cansina frase de: “Os metéis con el cristianismo pero con Mahoma no tenéis cojones”…

Para aquellos que les hiere el humor que tiene como blanco sus creencias, parece que todo se reduce a un tema de genitalidad. No es reprochable ni los muertos ni los heridos, lo que es reprochable, para estos yihadistas de la cristiandad patria, es la falta de testículos para reírse de quienes sí pasan esa frontera inapelable que es el atentado y el asesinato.

Para hacer humor no hace falta emular las proporciones glandulares del Espartero, para hacer humor sólo hace falta tener sentido del humor. Si lo tienes, hacer humor es inevitable.

Pero lo que realmente parecen querer decir con el consabido “con Mahoma no hay huevos” es, en realidad, un mensaje en espejo: no somos nosotros, los humoristas, los que necesitamos cojones para hacer chistes sobre Mahoma, los hacemos cuando es noticia o los hacemos cuando se nos ocurren, sino que son ellos, los que increpan enarbolando esta frase, los que, secretamente, parecen envidiar la capacidad homicida de los terroristas, mediante ese sistema históricamente ibérico del “pique”, pretenden que sean estos, los mismos que han atentado contra el Charlie Hebdo, los que realicen esa venganza sangrienta que ellos añoran secretamente pero que las nuevas modas de su superstición local les prohibe.

El humor es ficción, puede ser incómodo o molesto, pero es ficción y sólo cabe dos tipos de respuestas ante él: ignorarlo o responder con otra ficción, y si es humorística, touché.

“Es imposible dialogar con el dolor físico”, decía Cioran, y con razón. Todo acto de violencia, de muerte, nos deja sin respuestas, sin capacidad de diálogo, no hay debate, no hay dialéctica en la muerte. La muerte es discurso único y viceversa.

Pero decía Bukowski, bastante más vital que Cioran, que “follar era darle de patadas en el culo a la muerte”. A mí me gusta pensar que el humor es como follar, porque es, también, darle de patadas en el culo a la muerte: a esas muertes cotidianas que tienen forma de injusticia, de intolerancia, de absurdo… y eso es lo que hace el Charlie Hebdo, y eso es lo que hacemos todos los humoristas y todas las revistas de humor del mundo: darle de patadas en el culo a las muertes cotidianas del ciudadano común.

Pero los humoristas somos cabezotas, no porque tengamos cojones, que nos los tenemos ni los necesitamos, somos cabezotas porque la testarudez y hacer aquello que el otro no espera que hagamos es un mecanismo básico de nuestro oficio, que te de la risa en medio de la misa es un buen síntoma si quieres ser humorista.

Si con la muerte pretenden callarnos, sólo lograrán que se nos ocurra un nuevo chiste… Cada tabú, cultural o labrado a base de munición y sangre, es una nueva frontera que el humorista debe traspasar por imposición de su oficio, el humor… porque es nuestra manera de pegarle patadas en el culo a esa muerte que se nos impone. No es valentía ni se le emparenta.

Qué le vamos a hacer, es inevitable: somos humoristas.

Por último, los cinco puntos que planteamos en Mongolia ante al atentado del Charlie Hebdo

1.- En Mongolia consideramos que la libertad de expresión es un valor superior y que ninguna religión puede coartarla o limitarla.

2.- Ningún acto terrorista nos va a hacer renunciar a nuestra superior creencia respecto de la libertad de expresión.

3.- Si algunos radicales cree que asesinando a 10 personas callarán a quienes trabajamos en el mundo de la sátira y de la información se equivocan, estas muertes nos obligan a redoblar nuestros esfuerzos y trabajo.

4.- Hoy estamos con todos los compañero de Charlie Hebdo y, especialmente, con las familias y seres queridos de los asesinados; confiamos en una pronta recuperación de los heridos.

5.- Revista Mongolia estará siempre con los perseguidos y hoy esos son los caricaturistas y periodistas que se atreven a cuestionar una visión ilegítima e inmoral de una determinada religión.

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