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Memoria es justicia

Pedro Sánchez

Secretario General del PSOE —

Olof Palme siempre decía que la democracia nunca estaba ganada, que día a día teníamos que ir construyéndola, mejorándola y recordando el coste que ha tenido cada parcela de libertad que hemos conquistado.

Este martes he asistido al acto que con motivo del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto se celebra en el Senado y que coincide con el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz.

Para cualquier europeo este día debe ser una efeméride marcada en el calendario. Durante la II Guerra Mundial, todo el planeta, pero sobre todo Europa, vivió la mayor de sus vergüenzas. A la crueldad inherente a todo conflicto bélico, nuestro continente presenció cómo se practicaba de forma sistemática, fría y calculada el exterminio de quienes eran considerados como inferiores o enemigos de un nuevo orden despótico.

Es cierto que los campos de concentración no se inventaron en la II Guerra Mundial, el régimen nazi los empleó como mecanismo de custodia preventiva para personas de izquierdas, periodistas disidentes, profesores o librepensadores. Con el conflicto, su número se amplió y la cifra de los ocupantes aumentó con los considerados pertenecientes a etnias o colectivos inferiores o, simplemente, de una orientación sexual determinada. Esta política fue especialmente dura con los judíos de Europa.

Cada uno de estos colectivos fue etiquetado en los campos; siempre recordaré que un histórico de nuestro partido, Francisco Largo Caballero, y quien fuera un gran ministro de Cultura de los Gobiernos de Felipe González, Jorge Semprún, fueron, como miles de españoles, marcados con el triángulo azul con la S en el centro, que era como se señalaba a los prisioneros españoles de los campos de concentración.

Millones de seres humanos sufrieron la tortura, la muerte, los trabajos forzados y abusos de toda clase en los campos de concentración. Especialmente escalofriante es la cifra de Auschwitz, donde se estima que fallecieron 1,1 millones de personas.

Es aterrador el número de españoles que fallecieron en los campos de concentración. Según datos del Ministerio de Justicia, 4.439 personas sufrieron primero la derrota y la persecución en España después de la Guerra Civil, el exilio en Europa y la muerte en los campos de concentración solo por creer en la libertad y en la democracia.

La obligación de quienes liberaron Europa y lideraron su reconstrucción fue aprobar una Carta de derechos y principios que evitasen que volviese a suceder. Personalmente me siento orgulloso de haber trabajado en una misión en Bosnia que, amparada por esos derechos, inició la reconstrucción de un país devastado por la guerra y el enjuiciamiento de los responsables de la violación de los derechos humanos de cientos de miles de personas en la antigua Yugoslavia.

La obligación de nuestra generación no solo es mantener y defender esos derechos y principios, sino recordar a los millones de víctimas de la intolerancia, la barbarie y la sinrazón como millones de razones que nos obligan a seguir fortaleciendo nuestra democracia y la paz en nuestro continente. Que nunca vuelva a suceder.

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