Parado: la culpa es tuya
El centro de estudios del BBVA ha sacado, con notable impacto y escasas respuestas críticas, el enésimo informe sobre el elevado paro y cómo sustituirlo por empleo. Al frente de semejante think tank de referencia se halla Rafael Domenech, uno de los cerebros económicos de los gobiernos Zapatero durante la primera legislatura; cuando toda la bonanza económica se despilfarró sin efectuar las reformas estructurales que nuestra economía necesitaba y aún necesita.
Sus soluciones no se apartan del manual del buen economista de orden. Al parecer lo primero pasa por redistribuir a favor del capital. Hay que bajar cuotas a la Seguridad Social y compensar esos ingresos perdidos subiendo los impuestos indirectos, para así asegurar entre todos los márgenes de beneficio empresariales. Según sus rigurosas cuentas de la lechera bajar las cotizaciones sociales 2.3 puntos y subir el IVA crearía 200.000 empleos y aumentaría el PIB un 0.7%.
Al parecer también debemos bajar salarios para crear más trabajo. Algo que llevamos haciendo desde 2007 con el éxito apabullante que fácilmente podemos constatar y una medida que, por cierto, resisten heroicamente nuestras elites económicas y financieras, quienes no han dejado de subirse los sueldos desde el inicio de la crisis a una media del 7%.
De nuevo según sus fantásticas cuentas una disminución del salario real del 7% podría incrementar la ocupación un 10,4% y el PIB un 8,3%. No sabemos qué espera Francisco González, presidente del BBVA, para seguir sus propios consejos y bajarse su sueldo de casi 6 millones de euros y así estimular la economía con semejante vigor.
Cómo iba a crecer la economía en un país donde la gran mayoría cobrase menos y tuviera que pagar más impuestos es otro acto de fe y devoción en la “economoral” que asola nuestro tiempo, llenando las televisiones de telepredicadores que se hacen llamar economistas.
Para acabar con el paro comanda también que se reduzcan las prestaciones y se castigue a quien rechace ofertas de empleo. Ambas afirmaciones invocan una supuesta “literatura económica” que reclama haber demostrado cómo, cuando las prestaciones por desempleo son generosas en su duración o en sus condiciones, la gente pierde incentivos para buscar empleo y prefiere quedarse en su casa cobrando el paro y viviendo más cómodamente.
Ni existen tales evidencias, ni se dispone de datos fiables que permitan sostener la existencia de fraude, dejadez o rechazo masivos entre los parados. En cambio sí existen evidencias válidas sobre los desastrosos efectos de precarización del mercado laboral que produce precarizar el seguro de desempleo, o la relación positiva entre prestaciones y búsqueda sostenida de nuevo empleo o mejora de la formación.
Toda esa supuesta literatura económica dedicada a sostener que el seguro de desempleo desincentiva el trabajo y favorece las conductas fraudulentas no tiene más credibilidad que los prejuicios morales de quienes la repiten. No es economía. Es puro y simple pensamiento reaccionario: la gente está en el paro porque quiere o se lo ha buscado.
Según esta lógica punitiva sólo existe una manera de acabar con el paro: obligarles a trabajar sea como sea. No deberían tener derechos porque no se los han ganado. No se merecen nuestra solidaridad porque la culpa recae en ellos. Deben ser castigados y si son inocentes que lo demuestren aceptando su penitencia.