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Parirás con dolor y cuando el Gobierno te diga

María Eugenia R. Palop

No hay duda de que la propuesta del Gobierno por la que se excluye a lesbianas y mujeres solteras de los tratamientos de reproducción asistida cubiertos por la sanidad pública, forma parte de ese gran programa que el PP está dispuesto a llevar hasta sus últimas consecuencias: que las mujeres no puedan parir cuando quieran, y que paran, aunque no quieran.

Como ya sabemos, este último es el objetivo de ese gran “cráneo privilegiado” que lidera el Misterio de justicia. Ya se apresuró ayer a confirmar que su reforma de la ley del aborto saldrá adelante a finales de año, que le urge salvar vidas, y que es desproporcionada su sensibilidad hacia el interés superior del menor. En fin, la cuestión es que Gallardón ha tenido suerte, porque para cerrar su círculo infernal le ha venido a ayudar su compañera Ana Mato desde el también conocido Misterio de Sanidad: ahora una mujer no sólo tendrá que parir aunque no quiera, sino que no podrá parir, aunque quiera.

¡Qué gran momento estamos viviendo las mujeres con el Gobierno del PP! Debe ser cierto que los tiempos han cambiado. Gracias al PP, la mujer se va a reconciliar con su naturaleza, llevará una vida como dios manda, y volverá a esas cavernas de las nunca debió salir.

La propuesta de nuestro Misterio de Sanidad sobre reproducción asistida, fruto sin igual de estas mentes preclaras que nos gobiernan, establece una prioridad en favor de los matrimonios heterosexuales, y posterga a las parejas homosexuales y a las personas solteras. Está claro que el PP no ha digerido todavía el espaldarazo del Tribunal Constitucional al matrimonio homosexual y el apoyo que este tribunal dio, en su momento, a la diversidad familiar. Ciertamente, ya se está haciendo todo lo posible por evitar estos desacuerdos entre poderes que tanto daño hacen a la marca España (maldito Montesquieu, rizando el rizo), a base de introducir con calzador en el Constitucional a magistrados afines, e, incluso, militantes de carné. Sin embargo, lamentablemente, para este caso, el PP ha llegado demasiado tarde. Si el alto tribunal no vio ninguna razón para prohibir que las parejas homosexuales adoptaran niños, no la hay tampoco ahora para priorizar el matrimonio heterosexual en favor de los menores. No, constitucionalmente, no la hay.

Pero el borrador es inconstitucional, además, por discriminatorio. Por supuesto, el PP dirá que esta no es una propuesta que se haya lanzado contra las mujeres, sino en favor de ese modelo de familia que favorece al menor, de modo que no deja de ser una casualidad que sean sólo las mujeres las que se vean postergadas y excluidas. El problema es que esta burda escaramuza legal es una forma de discriminación indirecta, tan inconstitucional como lo es la directa. En estos casos, el aparente trato “igual” de casos “iguales” es una garantía de discriminación porque, aunque no se legisla abiertamente contra las mujeres, la iniciativa acarrea consecuencias perjudiciales inequívocas y directas sólo para ellas. Consulten, para más señas, la jurisprudencia del nuestro Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

En fin, son malos tiempos para la lírica, y para las madres solteras, las que lo quieren ser, y las que ya lo son. Con gran compenetración espontánea, como sucede en el amor a primera vista, desde la OCDE se plantea la necesidad de retirarles la Renta Mínima de Inserción (RMI), a la que en algunos lugares tienen derecho, con la “sana” finalidad de activar su empleo. Por causa de la RMI, las madres solteras (y las personas con discapacidad, según la propia OCDE) están adocenadas, y hay que estimularlas para que busquen trabajo, a base de hambre. Ya verán cómo se espabilan cuando no tengan con qué dar de comer a su(s) hijo(s), sin la RMI, ni la ley de dependencia, ni nada de nada. Y es que no se puede consentir que haya gente que no trabaja porque no le da la gana. El paro, amigos, no es un problema estructural de nuestro sistema productivo, sino una patología personal que ha generado el Estado social. Real como la vida misma. Supongo que El banquete de la naturaleza¸ es la lectura de verano que proponen esos grandes depredadores que generan ideas tan valiosas desde la OCDE. Porque la Biblia, que sólo exige aquello del dolor y el sudor de la frente para parir, es un texto ya superado gracias a la interpretación extensiva que de ella viene haciendo a diario nuestro gobierno.

Finalmente, visto lo visto, si una quiere ser madre soltera, lo más fácil y barato es engañar a algún incauto en una noche de farra. Después de todo, no deja de ser un clásico, y se corresponde bien con esa imagen que de la mujer ha tenido siempre la misoginia romántica. La mujer inane que necesita del señuelo y el simulacro para imaginar y proyectar su propio (y aberrante) plan de vida; una auténtica bruja. Eso sí, a las lesbianas no les quedará ni este consuelo. Mala suerte. Si quieren ser madres, que dejen de ser lesbianas, o que recurran a una terapia de grupo para superar sus inclinaciones sexuales. Seguro que el Gobierno se la subvenciona.

Sí, sin duda, los tiempos han cambiado, aunque para volver a ser los mismos. Y si no hubieran cambiado lo suficiente, ahí están los Misterios gozosos, dolorosos y gloriosos del Gobierno de España, para ponerle solución. A eso parecen dedicarse con incansable perseverancia. La propuesta del gobierno sobre reproducción asistida debe ser el último capítulo de ese particular “Regreso al futuro” con el que sueña el PP, una especie de mezcla flatulenta entre Malthus y el Antiguo Testamento.

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