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Mientras apartan a Ruz, Rato viaja a Suiza

José María Calleja

Tiene el juez Ruz hasta el próximo mes de marzo para hacer todo lo que crea justo hacer con los sumarios de la Gürtel y Bárcenas. Sumarios que hablan de financiación ilegal del PP y del manejo de dinero opaco a Hacienda. A partir de entonces, un nuevo juez seguirá con la instrucción y él pasará a un segundo plano.

Este evidente apartamiento de Ruz no era estrictamente necesario por ley, más bien el sentido común –en el que parece que debería basarse la justicia– hacía razonable que Ruz siguiera con la instrucción de tan complejo sumario hasta el final. El PP, que hizo todo lo posible en su día para que Ruz instruyera la causa en detrimento del aborrecido Garzón y del temido Bermúdez, ha hecho ahora todo lo posible para que la abandonara. Ya ha aclarado Floriano la estratagema cuando ha dicho que el PP no tiene “nada que temer” y que “cree en la independencia de la justicia”.

La sensación que queda en los ciudadanos es que a Ruz le han quitado la causa en la que se investiga al PP. Se la han quitado de una forma menos abrupta que antes a Garzón o Bermúdez, pero se la han quitado. Y le han apartado no porque fuera beligerante –Ruz no actúo de manera ágil, por ejemplo, para acceder a la información acumulada en los ordenadores del PP, que fueron literalmente reventados y destruidas las pruebas contenidos en ellos–, sino porque la gravedad de los hechos investigados hace imposible que un juez mínimamente justo no llegue al punto al que ha llegado él.

El problema es que la indignación de la ciudadanía respecto de la corrupción, el hartazgo ante la lenta justicia han alcanzado tal nivel que no van a pasar por alto este apartamiento.

Días después de que Rajoy anunciara enfáticamente medidas más o menos nuevas para luchar contra la corrupción, nos topamos con el desplazamiento de Ruz y ¡con la negativa del PP a que el Congreso investigue sobre Bankia y la corrupción! Menos mal que Rajoy empezó su discurso regenerador en el Congreso hace menos de dos semanas diciendo que compartía el cabreo de la gente de la calle con la corrupción.

Con esta maniobra dilatoria se consigue que los sumarios no exploten en plena campaña electoral, se retrasa la instrucción, pero se envía a los votantes un mensaje que aumenta aún más la irritación.

No quiero ni pensar en la cara, y en el cuerpo, que se le puede quedar al juez que se haga cargo de Gürtel y Bárcenas a partir de marzo, algo así como si se hubiera tragado un piano de cola. ¿Cómo se mete uno en semejante océano de folios, diligencias, comisiones rogatorias y todo lo que cabe ahí?

Fabra ha llegado a la cárcel después de once años de instrucción y diez jueces. Aquí llevamos ya media docena de jueces y cuatro años. A este paso, es posible que se bata el récord.

Mientras el juez Ruz camina inexorablemente hacia la pérdida de los dos sumarios, Rodrigo Rato sigue con su pasaporte y viaja a Suiza, dos veces en un mes, quién sabe si a comprar productos navideños.

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