Isabel
No sabemos desde cuándo le pegaba su marido, pero sí que el motivo que la tenía ingresada en el hospital en estado de coma no era el que él había contado a la Guardia Civil, que por supuesto no creyó en ningún momento que un extraño hubiera entrado en la casa de la pareja con la única intención de golpear a Isabel, una mujer de 65 años. Cómo para creérselo, claro. Que la historia no fuera verosímil y que la Guardia Civil sospechara que había sido el marido quien la había golpeado produciéndole una traumatismo craneoencefálico, no impidió ni que el hombre quedara libre ni que acompañara a su mujer durante todo el tiempo que estuvo ingresada. Que ni la juez, alertada por la Guardia Civil de lo que podía ocurrir, ni la propia Guardia Civil hicieran absolutamente nada a pesar de las evidencias, permitió al hombre que casi había matado a su esposa, terminar el trabajo allí mismo, en el hospital, en cuanto Isabel fue pasada a planta y la vigilancia intensiva se acabó. Justo cuando ella empezó a mejorar, él la cosió a cuchilladas. Ella no pudo gritar: le habían practicado una traqueotomía.
Un estudio de la ONU pone de manifiesto que el 50% de los homicidios de mujeres en todo el mundo son de violencia machista. Es decir, a la mitad de las mujeres que asesinan, es porque son mujeres. ¿En qué momento hemos normalizado que ser mujer sea causa de muerte?
¿Cuántas veces escuchamos que con la actual Ley de Violencia de Género las mujeres tenemos el poder de mandar a quien queramos a la cárcel por un berrinche? ¿Cuántas veces se ha centrado el debate en las denuncias falsas en vez de en las mujeres, como Isabel, que no denuncian? La realidad es que las mujeres siguen siendo asesinadas por sus parejas aunque la propia Guardia Civil sospeche que te acaban de ingresar porque tu marido te ha dado una paliza con una barra de acero.
La clase política, por su parte, como si la cosa no fuera con ellos y como si no estuviera en sus manos poner solución o no parar hasta encontrarla, se deshace en mensajes de condolencias a los familiares del accidente de un avión militar donde han muerto cuatro personas.
¿Qué sentido tiene parar una campaña electoral por una catástrofe inevitable, un tragedia, un accidente? ¿Qué sentido tiene para los familiares de los que han muerto que políticos que no conocen de nada vayan a darle el pésame? Pero siguiendo esta lógica: ¿tenemos que morir las mujeres de cuatro en cuatro o de siete en siete para que los políticos se lamenten, acudan a visitar a los familiares de las víctimas o paralicen una campaña electoral? ¿Paralizarían algo aun así? ¿No hay días en los que se cierra la jornada con varias mujeres asesinadas y no pasa nada?
¿No tendría más sentido que los políticos, asumiendo su parte responsable, su inactividad y su equidistancia en este tema, se sintieran en deuda y visitaran cada una de las casas de las mujeres asesinadas? ¿Que mostraran su repulsa en los medios todas las veces? ¿Que se manifestaran por cada muerte y no sólo cuando #JeSuisCharlie? ¿Que se declarara un día de luto por cada una de las mujeres asesinadas? ¿No tendría más sentido que no sólo la campaña electoral se parara sino todo el país? Pero... ¿cómo vamos a hacer todo eso setenta veces al año, verdad? Es inviable. Que asesinen a setenta mujeres sí parece ser más viable.
Somos vistas como propiedades, como meras posesiones. Nos quitan la vida porque para eso somos suyas. Y sigue sin pasar nada. Las mujeres no importamos lo suficiente para paralizar nada ni armar grandes jaleos, máxime cuando somos asesinadas por nuestras parejas. No haberlo aguantado. Haberte ido de casa. Haber denunciado. Es que eres tonta. De qué te quejas, si parece que te gusta que te calienten.
Si las mujeres no importamos, quizás tengamos que ser las mismas mujeres las que empecemos a parar. Parar de hacer lo que cada una de nosotras está haciendo cuando asesinen a otra más, porque sabed que van a asesinar a otra. Y a otra. Y otra más. Y van a asesinar a tantas mujeres a lo largo de vuestra vida que vais a perder la cuenta otra vez. Y yo también perderé la cuenta. Y volveremos a ver cómo la clase política, la que tiene que poner fin a esta lacra, dan mensajes de condolencias cuando haya un terremoto o un accidente aéreo. Y paralizarán lo que haga falta por tragedias que no fueron evitables, pero no moverán ni un dedo por lo que sí lo es.
¿Qué pasaría si por cada mujer que asesinen, el resto de mujeres no fuéramos al trabajo? ¿Somos tan prescindibles que no se darían cuenta o la mitad de la población faltando 70 días anuales a sus puestos de trabajo sí que les empezaría a parecer preocupante?