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O caja o faja

Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López

Mariola Urrea Corres

Se atribuye al General Prim haber utilizado esta expresión en una de las batallas en las que participó para subrayar que el desenlace solo podría conducirle a dos escenarios: la muerte o la gloria de general. 

A la vista de cómo se plantea la batalla por el liderazgo en las filas socialistas, me parece que su utilización aquí bien podría ilustrar la manera en la que, previsiblemente, el PSOE resolverá una situación orgánica de interinidad que afecta, en realidad, a su viabilidad futura como el partido que fue o el que podría llegar a ser.

No es el momento de discutir otra vez las condiciones en las que se convocó y desarrolló aquel bochornoso Comité Federal del mes de octubre que concluyó con la dimisión (o salida forzada) de Pedro Sánchez como secretario general. A partir de entonces, una Comisión Gestora presidida por Javier Fernández asumió el mandato de serenar los ánimos y reconducir la cultura orgánica del partido hasta la celebración del Congreso donde se elegirán los órganos de dirección y se aprobará la ponencia con las líneas políticas de actuación para los próximos años.

En el campo de las intrigas políticas por el poder, el episodio de octubre tiene un lugar propio en la historia menos honorable del partido. Así, quienes participaron en dicho Comité intentan, según convenga a sus intereses, o bien olvidar lo ocurrido o bien mantener su recuerdo en la memoria de los militantes ahora que, unos y otros, van a disputarse nuevamente el control de la organización en las primarias que el PSOE convocará el sábado. 

En este contexto, parece indiscutible que Pedro Sánchez trata de capitalizar el apoyo de aquellos militantes que ven en él la representación de la resistencia política frente al PP (“no es no”) y la vocación de transformar el modelo y la cultura de partido para acomodarlo a los nuevos tiempos (“un partido del siglo XXI”).

Susana Díaz, por el contrario, se posiciona como heredera única de la concepción “del PSOE de siempre” que le han transferido aquellos que lo han dirigido hasta el momento con la pretensión de conjurar, por encima de cualquier otra cosa, el riesgo de mutación del PSOE (“100% PSOE”). Entre ambas opciones, veremos si la candidatura de Patxi López, cada vez más desfigurada, logra los avales suficientes para participar en el proceso y mantenerse hasta el final sin tener que ceder sus apoyos condicionado, quizás, por su trayectoria personal y familiar dentro del socialismo. 

Este encuadre de la discrepancia política con la que Susana Díaz y Pedro Sánchez pretenden reunir a una mayoría suficiente que les permita hacerse con la dirección del PSOE plantea, en realidad, una lucha irreconciliable por el modelo de partido y su potencial supervivencia como fuerza de gobierno.

Por ello, las preguntas que parece pertinente formularse en este momento a los efectos de anticipar un posible desenlace serían las siguientes: ¿puede sobrevivir la marca PSOE si la candidatura apoyada por todos quienes hasta ahora han sido sus dirigentes pierde las primarias?, ¿podrían integrarse en un “PSOE del siglo XXI” como el que propugna Pedro Sánchez quienes han dirigido el “PSOE de siempre” al que apela Susana Díaz?, ¿cómo hermanar en un mismo proyecto político a quienes combaten dialécticamente en dos grupos tan distanciados emocionalmente como para referirse entre ellos a “los nostálgicos” frente a “los del recor”?

Cuando formulen su respuestas podrán convenir conmigo que en estas primarias Susana y Pedro aparecen como meros accidentes de una historia donde lo que resulta relevante es, simplemente, ganar una carrera por la identidad del PSOE en la que queda poco espacio para la integración del perdedor. Si la tesis que planteo resulta creíble, las primarias difícilmente admitirán una solución distinta a la que arrojan las negociaciones de suma cero, es decir, todo o nada. Dicho en palabras de Prim: o caja, o faja.

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