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TVE, la tele de todos... (de todos ellos)

Carlos Herrera en TVE

Barbijaputa

Salvador Sostres, Pepe Navarro y Santiago Segura fueron los tres hombres invitados por Carlos Herrera para “debatir” sobre acoso sexual en su programa '¿Cómo lo ves?'. También tres mujeres: Isabel Gemio, Marta Robles y Cayetana Guillén Cuervo. Para que la paridad sea posible en un programa como éste parece que el tema a tratar tiene que ser el acoso sexual, agresión que ellos no sufren.

El nivel de vergüenza con ese plantel estaba asegurado (y pagado por nosotras). Sin embargo, no sólo no decepcionaron los señores allí presentes (presentador incluido) sino que el bochorno fue algo más que eso: un programa sobre machismo regido por un hombre que dijo, literalmente, “no me interesa nada un debate sobre feminismo”. (Tranquilo, no nos cabía ninguna duda).

Para empezar, Herrera presentó a Salvador Sostres como alguien que “seguramente no les va dejar indiferentes esta noche”. El papel de Sostres allí era obvio: el presentador nos estaba avisando –por si quedaba alguna incauta– de que habíamos financiado a este señor para colarnos su opinión sobre agresiones sexuales.

Porque, claro, para debatir sobre acoso sexual hay que llevar a un célebre misógino y homófobo (mención especial a su columna “Las lesbianas no existen”) si no, no habría pluralidad. Es como si debatimos sobre una lacra como el racismo y no lleváramos a un miembro del Ku Klux Klan... pues quedaría aquello muy antidemocrático. ¿Acaso no todas las personas tienen derecho a expresar su opinión en prime time? ¿Es que un hombre que expresa lo mucho que le gusta el olor de las vaginas de las chicas de 17 años (ante un público infantil) no va a poder opinar desde la tele pública sobre acoso sexual a las mujeres?

El nivel de TVE llegó a sus mínimos cuando Sostres opinó –no sobre vaginas adolescentes– sino sobre algo que es obviamente incompatible con su misoginia: la Ley de Violencia de Género, a la que tachó de “fascista”. Literalmente. Muchas no esperábamos otra cosa, claro, y sin embargo, por mucho que intuyas soflamas de este calibre, cuando las escuchas te es imposible no pensar en que TVE estaba legitimando a todos esos hombres que arremeten contra esta ley sin haberla leído ni por el forro, a aquellos que colocan pegatinas de “STOP feminazis” a las puertas de los juzgados y a todos los machistas de a pie que mienten y manipulan con el famoso “si una mujer le da la gana denunciarte, pasas la noche en el calabozo”.

Cuando un discurso que genera violencia sobre ti es legitimado desde un plató que pagas tú, ya no podemos llamarlo “bochorno”, porque ya hace tiempo que pasó a ser directamente choteo, reírse en nuestras caras, mearnos y decir que llueve. Se trata de que estamos pagando a hombres que aprovechan sus privilegios para que nada cambie: ni sus privilegios ni nuestra opresión.

Pero Sostres no fue el único. También Santiago Segura se expresó como se esperaba de él. Aún no sabemos qué hacía Segura en ese programa, teniendo en cuenta que lo conocemos por películas como Torrente, donde se representan violaciones a mujeres a modo de “humor”. ¿En calidad de qué fue invitado este señor para que hablase sobre acoso sexual? ¿Qué sabe él sobre algo que no sufre sino que normaliza y perpetúa con producciones misóginas donde se abusa de mujeres?

Él mismo ejemplificó lo que es el machismo: llamó enfermos a los acosadores. Típico argumento de no entender nada, de pensar que el machismo es cosa de otros, no de él y sus películas. Patologizar una conducta que es obvio que convive de manera impune en nuestra sociedad es una forma de decir: son así, ¿qué le vamos a hacer? ¿Cómo se lucha contra la enfermedad mental? No se puede.

Pero no, no son enfermos, no son locos. Son hombres muy sanos.

Segura no se quedó ahí, porque callarse nunca es una opción para el macho medio. Así que, cuando Isabel Gemio –que como mujer sí sabe de qué va el acoso sexual– le reprochó que llamara enfermos a los acosadores, él le exclamó: “ERES IRRITANTE, Isabel. Te hablo como a un hombre: ERES IRRITANTE”. No le gusta ser interrumpido cuando mete la pata, sin embargo no dudó en interrumpir precisamente a Gemio con la excusa de “es que no me gusta lo que estás diciendo”.

Esto es lo que sucede cuando llevas a machistas a hablar sobre machismo: insultos a una mujer que sabe de lo que habla. Insultos e interrupciones. El manterrupting de Segura fue de galardón. Porque las tres invitadas fueron interrumpidas, pero en el caso de Isabel Gemio fue una constante. Es el castigo que recibes cuando tu discurso tiene perspectiva de género. El feminismo es siempre odioso e irritante para los machistas.

También a Cayetana Guillén la interrumpió el propio presentador para hacer votaciones sobre “¿Qué es acoso?” Cuando acabaron las votaciones, Herrera le dio entonces la palabra a Pepe Navarro. Ya ella, con sus diez segundos de intervención, había hablado demasiado. Navarro, sin embargo, sí que tenía cosas interesantes que decir, como que “los acosadores tenían una patología”.

Entre los invitados no faltaron los chascarrillos, como el de Santiago Segura cuando Navarro se acercó al atril de Gemio: “Eh, Pepe, no te acerques tanto, no seas acosador”. Risas. Compadreo. Guiños machos con el beneplácito de Carlos Herrera, que en ningún momento vio nada reprochable (excepto la sugerencia de mantener un debate feminista, que eso ya sí que no le gustó). Los chistes sobre qué es el acoso no faltaron en un programa sobre acoso. Al fin y al cabo, ¿qué les importará a ellos lo que les pase o tengan que decir las mujeres?

Durante el programa, conectaron con Eva Pedraza, que contó una de las veces que sufrió acoso sexual en el trabajo. Tras sus palabras, Salvador Sostres, sentenció que el acoso es “muy difícil de objetivar”.

De verdad, este artículo podría ser eterno, porque a pesar de que el despropósito no fue largo, cundió muchísimo. Hasta hubo tiempo para conectar con un hombre, catedrático en psiquiatría, que opinó sobre los piropos (?). La respuesta del psiquiatra se la pueden imaginar.

Tampoco faltó demostración en directo de la masculinidad de Carlos Herrera, que dirigiéndose a ellos (por supuesto) dijo: “Cualquiera de nosotros cuatro le arrancaríamos la cabeza a quien osara molestar o acosar a nuestras hijas”. (¡Qué hombre!) Luego admitió que había educado a su propia hija en el “odio al hombre”, y la había instado siempre a que los tuviera firmes para que no acabaran despreciándola. ¿Se imaginan qué pasaría si esto lo hubiera dicho una de las invitadas? Pero no, lo dijo Carlos Herrera, que como hombre está legitimado para “meter a todos los hombres en el mismo saco” (si el que generaliza es un hombre está bien). Y dio a entender lo que ya sabemos: que no son casos aislados, ni tampoco enfermos, sino sólo hombres sanos los que tratan con desprecio a las mujeres.

Sin embargo, cuando Gemio le preguntó a Sostres qué opinaba sobre el feminismo, Herrera fue tajante: “no me interesa lo más mínimo un debate sobre feminismo”. Porque, claro, una cosa es el feminismo para las hijas de uno y otra cosa que hablemos desde la tele de un feminismo para todas. Por ahí sí que no estuvo dispuesto a pasar Herrera.

Y así acabó, todos para sus casas con alegría e Isabel Gemio con varias reprimendas y algún que otro insulto por ser la mujer que llevó el feminismo al plató. Desde aquí le doy las gracias, porque realmente hubiera sido más fácil dejar ese atril vacío o cederlo a otra mujer que no fuera a sentirse agraviada (que las hubo). Así que, gracias, Gemio, por ir, por quedarte y por la semilla feminista que sembraste.

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