Una prórroga para pensar qué hacemos con España
Frente a las lecturas interesadas desde la derecha española, el derrotado en las elecciones catalanas no ha sido el plan de convocar una consulta, pues en conjunto cuenta con muchos más apoyos que quienes lo rechazan, y eso después de llevarlo con toda claridad en los programas electorales. El derrotado ha sido Mas, que ha actuado como tapón de esas aspiraciones, y que verá cómo pasan por encima de él si sigue taponando el proceso.
Lo que una mayoría de catalanes dice no es que no quieran ser un Estado, sino que no quieren ser cualquier Estado. No un Estado como el que ejemplifica CiU: antisocial, insolidario, sometido al poder financiero y que se ensaña con los más desfavorecidos desmantelando los servicios públicos; no un Estado corrupto y entregado al poder económico.
El soberanismo que ha visto aumentar sus apoyos es el que vincula la independencia nacional a la independencia económica y social, el que busca más capacidad de decisión también para decidir la salida de la crisis. La independencia que importa hoy no es tanto la de España como la de ser independientes de las políticas neoliberales. Ser soberano es también elegir cómo se reparten los sacrificios y quién paga la crisis. Y nada de eso ofrecía Mas, maniatado por su dependencia del poder económico y financiero, y alma gemela de Rajoy en el camino de los recortes y contrarreformas.
Y ahí entramos también el resto de españoles, porque estas elecciones también llevan recado para nosotros: el soberanismo caminará más lento, tanto si CiU se desmarca, como si insiste en acompañarlo actuando como lastre. Pero seguirá caminando: sin CiU irá más lento, pero también llegará más lejos.
Con el previsible desmarque de la derrotada CiU, que enfriará el debate independentista y buscará el consuelo de algún pacto fiscal, es probable que ya no haya consulta dentro de dos ni de cuatro años. Y eso, amigos catalanes soberanistas, no es una mala noticia. Significa que tenemos prórroga, más tiempo para pensar qué queremos hacer con España, también quienes estamos de este lado y compartimos la certeza de que el sistema español (político, económico, territorial) está agotado, y aspiramos también a esa independencia de ser dueños de nuestro futuro. Tenemos más tiempo para refundar esta España fallida, y para ello necesitamos a los catalanes, que ellos también quieran participar en una refundación que no puede limitarse al modelo territorial, porque no es lo único fallido
El ascenso de la izquierda que rechaza por igual a la España de la Transición y a la Europa neoliberal es esperanzador, muestra que es más lo que nos une que lo que nos separa, y debería animarnos a buscar horizontes comunes: españoles, ibéricos, mediterráneos, europeos.