600 euros por hueso, 350 por cada ataúd
¿Cuánto costó cada homenaje a una víctima de ETA? ¿Cuántos euros se empleaban en recuperar los restos de un policía o de un militar descuartizado por una bomba? ¿Y en identificarlo si su cuerpo había quedado totalmente destrozado? ¿Cuánto dinero se ha destinado a indemnizar a viudas, viudos y huérfanos de personas asesinadas por los terroristas? Ni lo sé, ni quiero saberlo. Me tiemblan hasta las manos al escribir estas repugnantes preguntas. Unas preguntas que, sin embargo, no ha dudado en plantearse y responder orgullosamente el Ministerio de Justicia para evitar que los restos mortales de decenas de miles de españoles puedan ser recuperados por sus familiares. No se exhumará a los hombres y mujeres enterrados en el Valle de los Caídos porque cada hueso sale muy caro… por no hablar de los ataúdes que se han puesto por las nubes. ¿Tenían alguna duda de que en España las víctimas del franquismo eran unas víctimas de segunda, de tercera o de nivel última mierda? Pues aquí tienen otra prueba.
El informe elaborado por el departamento que dirige Rafael Catalá, desvelado este jueves por El Español , es un documento pornográfico; una especie de catálogo de Ikea de lo macabro y de la inhumanidad más absoluta: 600 euros por hueso, 350 por ataúd, 1.066’63 por cada cadáver manipulado por personal especializado, 650 por análisis de ADN a un familiar, 16’08 la hora de trabajo de un operario en la cripta donde se amontonan los cuerpos y 35’84 si es un titulado superior… Todo para concluir que el coste de las exhumaciones, identificaciones y posibles indemnizaciones superaría los 200 millones de euros, por lo que decide vetar la proposición de ley de Memoria Histórica que había presentado el PSOE con el apoyo de otros grupos de la oposición.
Me pregunto qué estarán pensando en este momento los descendientes de esos “huesos”, utilizando la terminología de Catalá. Son más de 30.000 los cuerpos que yacen en el Valle de los Caídos, la mayor fosa común de España. Todos, aunque no lo crea el Gobierno, tuvieron un rostro y siguen teniendo nombre y apellidos; todos tienen hijas, nietos, sobrinos y bisnietas que les siguen buscando. De ellos la mayoría son republicanos que fueron trasladados hasta allí, sin el consentimiento ni el conocimiento de sus familiares, desde los agujeros a los que habían sido arrojados tras ser asesinados durante la guerra y los primeros años de la dictadura. Estos hombres y mujeres que murieron por defender la legitimidad constitucional frente al eje Franco-Hitler-Mussolini son, para este Gobierno, un simple montón de incómodos huesos.
Resulta enormemente significativo que el informe solo haya evitado cuantificar el coste que supondría exhumar dos cadáveres muy concretos: el de Franco y el de José Antonio Primo de Rivera. Solo hay dos explicaciones posibles y las dos demuestran que la excusa presupuestaria es solo eso, una excusa para ocultar una intencionalidad política que sitúa al Gobierno en el lugar que se ha ganado a pulso durante estos años: junto al yugo, las flechas y el aguilucho. La primera posible razón de este “olvido” es que, evidentemente, el coste sería muy bajo por lo que se habría dado otro argumento más a quienes defienden la “incendiaria” idea de que cualquier país normalmente democrático no puede tener enterrados como si fueran héroes o faraones a un dictador asesino y a un líder fascista. La otra explicación es que si Rajoy y Catalá hubieran cuantificado el coste de desenterrar a Franco y a José Antonio, no habrían podido evitar dar una valoración a cada uno de sus huesos cien, mil o un millón de veces más cara que la de los molestísimos restos de los putos republicanos. Quédense ustedes con la razón que prefieran.