El 'lobby' del 'fracking' tiñe el debate de ciencia para sacarlo de la calle
Desde hace algún tiempo, los sectores interesados en el fracking parecen haber cambiado de estrategia. La técnica de extracción de hidrocarburos no convencionales que algunas empresas esperan desarrollar pronto en España se enfrenta a una oposición popular generalizada así que toca virar el rumbo y dirigirse a otros públicos. “Sacar el debate de la calle y teñirlo de ciencia” parece ser el lema.
Los movimientos, plataformas y organizaciones que dan la voz de alarma sobre los peligros del fracking son, sin lugar a dudas, una amenaza para el negocio. Muestra de ello son las investigaciones que desarrollan varias empresas a nivel internacional. Una de ellas es Control Risks, una consultora especializada en ayudar a gestionar riesgos y oportunidades en entornos complejos y hostiles.
Su informe The Global Anti-Fracking Movement incluye un análisis de la Asamblea contra la fractura hidráulica de Cantabria. Es uno de los casos de éxito por un trabajo muy centrado en un objetivo concreto y por su gran activismo social enfocado en las actividades de base. Además la asamblea trabaja en coordinación con otras redes y cuenta con unas administraciones, tanto en el ámbito municipal como en el autonómico, que se oponen al desarrollo del fracking con moratorias, prohibiciones, cancelación de permisos y estrictas restricciones ambientales.
La Asamblea de Cantabria y otros grupos parecen estar ganando la partida de la opinión pública, con argumentos de peso y un trabajo constante. Quizás por eso ha perdido mucho protagonismo la plataforma Shale Gas España, creada en 2012 con el objetivo de “proporcionar información a cualquier ciudadano o asociación interesados en entender y conocer más de cerca qué es el shale gas”. Reúne a representantes de la industria, a expertos en hidrocarburos, en relaciones públicas y en comunicación para generar “estados de opinión y propuestas normativas en el ámbito del gas natural”, es decir, para tratar de cambiar la percepción que tiene la sociedad.
Pero esta misión no ha surtido efecto. La opinión pública ha entendido que desde Shale Gas España defienden intereses concretos y no se ha dejado convencer por los supuestos beneficios de la técnica. El lobby pro fracking además ha sido poco hábil a la hora de “hacer amigos” a nivel local. Las amenazas de expropiación a los propietarios que no accedieran a negociar para la venta de terrenos han sido un error táctico garrafal.
Que sólo hablen expertos
Ante esta situación había que “sacar el debate de la calle”, como dijo hace unos meses el ingeniero de minas Isaac Álvarez durante unas jornadas sobre fracking organizadas por el Ministerio de Medio Ambiente. Sacar el debate de la calle y llevarlo a foros cualificados, aseguró Álvarez.
Desde entonces han sido los “expertos” los que han tomado la palabra. Ingenieros de minas, sus representantes en los colegios profesionales y sus escuelas y universidades adquieren protagonismo. Realizan informes en los que son parte interesada, tanto técnica como empresarialmente. Se organizan jornadas y cursos en los que ya no se niegan ninguno de los problemas de la fractura hidráulica, sino que se minimizan y se asegura que existen soluciones tecnológicas para cada uno de ellos. Todo se tiñe de argumentos científicos presuntamente irrefutables, porque son ellos los que se erigen en poseedores del conocimiento frente a los activistas.
Son informes como el del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas de España -Gas no convencional, una oportunidad de futuro-, cursos como el realizado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo -I Curso de Hidrocarburos no Convencionales- o más recientemente en Torrelavega -El nuevo panorama del petróleo: los hidrocarburos no convencionales- y en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía. Colocan la ciencia a su servicio, llegando, por ejemplo, a manipular las informaciones del IPCC (Panel de la ONU sobre Cambio Climático) a favor el gas de esquisto.
Esta nueva estrategia incluye el invitar a los ecologistas a participar en debates muy desequilibrados, con un gran número de ponentes a favor de la aplicación de esta tecnología. Aceptamos las invitaciones, porque contamos con infinidad de informes, pruebas y argumentos para oponernos al fracking, tambien desde la ciencia y la investigación. Pero seguimos teniendo absolutamente claro que el debate debe estar en la calle. La opinión pública debe ser consciente de la necesidad de no aceptar una técnica que amenaza el agua, el aire y la salud. La sociedad debe caminar hacia un cambio de modelo energético, más sostenible, bajo en carbono y socialmente justo.