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Y si no es un Estado independiente, ¿qué es?

Rosa Paz

Conocida, por fin, la pregunta –que es doble– para la consulta soberanista catalana y la fecha en la que se celebraría ese referéndum –el 9 de noviembre de 2014–, se abren multitud de nuevas incógnitas.

La primera y más importante es si esa consulta llegará a celebrarse, porque el propio presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha dicho en varias ocasiones que sólo la convocará si es autorizada, o al menos tolerada, por el Gobierno español y, por el momento, parece que eso no va a ocurrir.

Claro que, si Mas desea obtener esa autorización, no parece que la fórmula más adecuada para conseguirla sea la de pactar primero con algunas fuerzas políticas catalanas la pregunta y la fecha y ponérselas después sobre la mesa a Mariano Rajoy. Podrán aducir que da igual, porque el presidente del Gobierno español nunca aceptará esa consulta, pero, si es así, ¿por qué siguen echándole hilo a una cometa que no va a ninguna parte?

Y si, por el contrario, los dirigentes de CiU aspiran a acordar con Rajoy un referéndum legal, ¿por qué no siguen la hoja de ruta de Escocia?, ¿por qué no se sientan primero a negociar?, ¿por qué eligen la estrategia del órdago?

No cabe duda de que es muy difícil conseguir que Rajoy cambie de opinión, o siquiera se siente a hablar en profundidad sobre problema catalán. Pero no será más fácil gestionar la tensión política y la fractura social que pueden generar doce meses de 'consulta, sí / consulta, no', y la frustración que puede causar en buena parte de la ciudadanía catalana, que cree rozar con los dedos la independencia; un año más de ilusiones rotas.

Hay también otras dudas que surgen de la doble pregunta. En la primera parte se requiere un sí o un no a: “¿Quiere usted que Catalunya sea un Estado?”. De contestar que sí, el votante deberá responder además a: “¿Quiere que sea un Estado independiente?”.

El segundo planteamiento es el único claro. Independiente o no. De claridad meridiana. Pero y si no es un Estado independiente, si gana el sí únicamente en la primera pregunta, en la de que Cataluña sea un Estado, ¿en qué Estado están pensando?: ¿un estado como Baviera en la República Federal Alemana?, ¿como el cantón de Zúrich en la Confederación Helvética?, ¿como el estado libre asociado de Puerto Rico, que era el modelo del Plan Ibarretxe?

Ya puestos a que la pregunta no sea sencillamente “¿quiere usted una Cataluña independiente?”, podrían haber pensado en someter también a consulta otras opciones. El federalismo, por ejemplo. Más que nada, porque de ganar el no en las dos preguntas todo se quedaría como está, no habría alternativa a esa incomodidad de Cataluña en España que refleja la pulsión soberanista de tantos ciudadanos.

De ganar el no, ganarían los inmovilistas del PP y la derecha conservadora, los que no sólo no quieren cambiar nada, si no que abogan por la recentralización. Vean, si no, la afirmación que hizo el miércoles la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, sobre el error que supone, a su juicio, haber transferido la competencia de Enseñanza a las autonomías.

Son dudas, no obstante, que de no celebrarse la consulta tienen escaso desarrollo, pero que convendría aclarar porque sería bueno que la ciudadanía catalana supiera si Artur Mas y sus coaligados tienen o no un plan B para un hipotético fracaso de su aspiración soberanista. Si se plantean algo que más que la independencia o nada.

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