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Los jueces que ellos quieren

Elisa Beni

La configuración del tribunal enjuiciador del Caso Gürtel en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional es el último, sangrante y escandalizador ejemplo de cómo el sistema ha sido colonizado y sometido por el poder político. Como explico en mi libro “La Justicia sometida” los políticos logran tener los jueces que desean. El sistema está infiltrado. Son los jueces predeterminados por la Ley. Son jueces independientes e imparciales. Sólo que ya se ha hecho lo necesario para colocar a los que piensan como ellos en el lugar que será necesario. Así funciona y así han vuelto a hacerlo.

No es la primera vez pero, en esta ocasión, el descaro es obsceno. De un tribunal configurado por tres personas la mayoría decisoria la pueden conformar dos jueces ligados estrechamente al Partido Popular. Estrechísimamente. Ambos han ostentado puestos bien remunerados y de libre designación auspiciados por el Partido Popular. Concepción Espejel y Enrique López. La Concha de Cospedal y el enviado de Trillo. Ambos llegaron a la Audiencia Nacional después de algunas artimañas legales (no las califico de otra manera por ser generosa). Y ahí estaban, esperando.

No es cierto que el enjuiciamiento haya correspondido a la Sección Segunda “por sorteo” como publicaba El País. La Sección Segunda enjuicia los procedimientos del Juzgado nº5 desde hace siglos. Así que cuando Concepción Espejel, la amiga de Cospedal, pidió la plaza de presidenta de la misma, ya sabía que enjuiciaría todo lo que se estaba instruyendo en el Juzgado Central nº5, sí, el de Garzón que llevaba Ruz. Para obtener la plaza hubo una pequeña añagaza. Espejel pasó a ser vocal del CGPJ pero no cesó en su plaza de presidenta de la Audiencia de Guadalajara. No se podía estar en “servicios especiales” con reserva de una plaza de libre designación como es la de presidenta de Audiencia, pero ella lo estuvo. Como todo, tenía un objeto. Al salir a concurso la plaza de presidenta de esa sección, Espejel renunció a la de presidenta de la Audiencia, consiguiendo así, en aplicación de la Ley, tener prioridad en la adjudicación de cualquier plaza a la que concursara incluso sobre los magistrados con más antigüedad. Así que la plaza fue para ella y cuando se renovó el CGPJ se incorporó.

También en su día la llegada de López estuvo plagada de empujones del PP. Cierto es que él pensó siempre en acomodarse en la Audiencia Nacional cuando cesará como portavoz del CGPJ. Lo iba contando. Incluso contaba que le crearían el puesto como presidente de una Sala de Apelaciones de la AN que no existía y que se diseñaría a su medida. Lo cierto es que sucedió. Michavila hizo tal modificación en la Ley aunque la Sala nunca se ha puesto en marcha. López concursó pues a una plaza de magistrado de la Sala de lo Penal. Esa plaza la solicitaron también otros tres magistrados con más antigüedad: Paloma González Pastor, Clara Bayarri y Javier Martínez-Lázaro. Cual no sería su sorpresa cuando vieron publicada en el BOE, la asignación de la plaza a Enrique López. Tan sorprendidos e indignados que la recurrieron. Pues bien, sus recursos nunca se resolvieron. Desde el CGPJ se fueron sacando plazas en la Sala hasta que los tres obtuvieron una. El propio López llamó a uno de ellos para preguntarle si, una vez conseguido su objetivo, no pensaba retirar el recurso. Lo hicieron y el tema quedó concluido.

Con posterioridad vino la aventura y la presión del PP para colocar en el Tribunal Constitucional a López, al principio sin que cumpliera el requisito mínimo del número de años de experiencia como magistrado ( López sólo había pasado levemente por un juzgado pequeño al inicio, luego siempre estuvo como letrado o vocal del CGPJ sin poner sentencias). Finalmente lo hicieron con el resultado que todos sabemos, López tuvo que dimitir porque fue condenado por un delito de conducción bajo los efectos del alcohol. Se consideró que como el delito no tenía nada que ver con su función jurisdiccional podía reincorporarse como magistrado. Y ahí está.

Juntos van a tener en sus manos el juicio de la Gürtel. También explico en mi libro cómo funciona esto. El político sólo posiciona a los jueces que ven el mundo y los asuntos de la misma manera que ellos. Luego el resto esperan que transcurra en coherencia.

El PP se juega mucho en este juicio. No ya la condena de los que han sido repudiados sino la del propio partido y una forma de hacer las cosas durante décadas. Que dos magistrados cuya apariencia de imparcialidad no es que aparezca dudosa sino que es clamorosamente turbia es una apuesta demasiado osada que puede que ya no pueda sustraerse a la indignación de la ciudadanía.

No van a inhibirse. Van a recursarlos. Las causas tasadas de recusación son tan estrechas y tan pacatas que legalmente podrá no admitirse. Puede que el PP se juegue mucho pero el Estado de Derecho y su credibilidad se juegan aún más. A ver quien gana el pulso.

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