Lo que tu médico no te está contando
El fin de semana se celebró en Barcelona el Congreso Internacional Un Mundo Sin Cáncer, que llevaba por eslogan Lo que tu médico no te está contando. Allí se habló, según varias crónicas fiables, de “sanación espiritual” y se culpó al paciente de sus enfermedades, algo habitual entre los adalides de las pseudociencias. Uno enferma porque calla, porque se lo busca, porque consciente o subconscientemente desea enfermar. Sonríe a la vida y te curarás. Busca la paz interior, hazte infusiones, pon aguamarinas en las repisas y saldrás adelante. Abraza un árbol. Sonríe. Lucha.
Tiene razón el eslogan del evento: tu médico no te cuenta eso. Afortunadamente, porque son majaderías que, en ciertos casos, pueden llegar a ser peligrosas. Pero hay otras cosas, estas ciertas, demostradas, que tampoco te cuenta tu médico y que tal vez convenga recordar.
Tu médico no te cuenta, por ejemplo, que una enfermedad no es un combate. Que no se puede luchar contra la enfermedad. Que estas se sufren. Se padecen. Que nadie “pierde la lucha contra el cáncer” por más que los medios de comunicación se empeñen en repetirlo. Que morir no es una derrota.
Tampoco te cuenta tu médico que la ciencia carece de todas las respuestas. Que tiene solo unas pocas y ni siquiera esas son definitivas. Porque la ciencia, a diferencia de la fe, se basa en la revisión constante. Así es como avanza. La superstición, sin embargo, permanece inmutable a través de los siglos, de ahí que sus remedios sean siempre tradicionales, siempre milenarios.
Tu médico no te está contando que la ciencia tiene unos procesos extraordinariamente rigurosos. No te dice que, para que un medicamento salga la venta, debe superar una serie de ensayos que ni la casualidad ni la subjetividad pueden manipular: ciegos, dobles ciegos, triples ciegos.
No te cuenta que la industria farmacéutica tiene defectos y tiene vicios como cualquier otra, pero que está vigilada como pocas. Que, en ocasiones, a las empresas farmacéuticas les guía sobre todo el capital, y eso es lamentable y debemos condenarlo, pero que, cuando uno está enfermo, es el medicamento o el chamán. La ciencia o la brujería.
Tu médico no te cuenta que, a principios del siglo XX, ya estarías casi seguro bajo tierra. Que probablemente habrías muerto en el parto o un poco después, en la infancia. Que te habría llevado la viruela o la rubeola o la polio o el sarampión, enfermedades todas ellas erradicadas o muy controladas gracias a las vacunas.
Y tu médico no te está contando tampoco que al universo le importas un carajo. Que al cosmos lo mismo le da que vivas o mueras. Que tu bienestar no depende del karma ni del optimismo, por más que el buen humor siempre ayude. Que depende, sobre todo, de los médicos. Pero eso, como digo, raramente te lo cuentan.