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El odio de Montoro y el PP al cine español

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. / Europa Press

José María Calleja

Va Montoro y dice que el problema del cine español es que es malo. Montoro, que está de ministro no por su competencia, sino por su fidelidad a Rajoy cuando a éste le cuestionaban dentro de su propio partido, ya había mostrado su voluntad de ejercer de crítico cinematográfico cuando opinó sobre la calidad y presupuesto de algunas series de televisión. También había puesto en la diana a los actores españoles, haciendo uso de una información privilegiada –y probablemente manipulada–, difundida para zaherirlos, para cargar contra ellos tildándolos de malos ciudadanos.

Montoro, que es malo, representa el odio que el PP tiene hacia el cine español. Comenta lo que oye en casa, en Génova, donde se piensa que el cine español es de izquierdas, todo, y donde no se perdona que algunos actores estuvieran en el 'No a la guerra' de Irak, cuando Aznar era presidente.

Me temo que a Montoro le pasa lo que a algunos propagandistas del PP, que les repugna el cine español, pero son incapaces de recordar cuál fue la última película española que han visto después de Raza. Después de Raza y antes de Las brujas de Zugarramurdi.

El cine español es de la misma calidad que la literatura española, que la pintura española, o que el teatro español. Es más que probable que sea de más calidad que el ministro con vocación de crítico cinematográfico.

Montoro tiene derecho a que no le gusten las series de televisión o las películas españolas, aunque no las haya visto; pero aunque sólo sea porque el cine es una industria, que crea(ba) puestos de trabajo, aunque solo sea porque es la imagen de España en todo el mundo (formaría parte de su cacareada marca España), el ministro de Hacienda debería ser un poco más prudente.

Es como si Montoro dijera que todos los trabajadores que están en paro en España es porque son malos, o todos los jóvenes que tienen que buscarse la vida en otros países es porque son malos, o que los científicos, ingenieros, gentes cualificadas que se han tenido que ir de España es porque son malos, y no por la crisis económica. A lo mejor, Montoro nos puede decir que, en sentido contrario, Rato tiene mucho trabajo –bueno, mucho sueldo–, porque es muy bueno, y no por otras razones.

Lo cierto es que en el cine español actual hay directores, actores, guionistas, iluminadores, técnicos de una extraordinaria calidad, que han llevado a miles de españoles a ver sus películas a pesar de los precios, a pesar del cierre de salas, a pesar de la subida del IVA, a pesar del cierre de las subvenciones. Directores, actores, técnicos que triunfan fuera de España, que son apreciados y valorados en otros países. Puede Montoro ver que entre las películas más vistas el último fin de semana hay una buena porción de cintas de directores españoles. No lo hará, seguirá en esa línea del nacionalismo español que odia al cine español porque no le cuenta las cosas como Raza.

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