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Los pirómanos bomberos de Canal 9

Julià Álvaro

Periodista de Canal 9 durante 23 años —

Si alguien espera una visión maniquea o de puro lamento por el cierre de Canal 9, que no siga leyendo. Aquí va a haber para todos. El Consell de la Generalitat valenciana, en definitiva el PP valenciano, no entiende la ley como un limite a su actuación. Lleva 18 años con esa filosofía. Por eso, ayer, cuando, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana declaró nulo su Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en Radiotelevisión Valenciana (RTVV), decidieron cerrar la empresa. En su miope percepción de que lo que gobiernan es suyo, lo que no les gusta, lo que les incomoda, lo destruyen.

Durante el juicio por el ERE, los abogados que en nombre de RTVV defendían la bondad del expediente repitieron hasta la saciedad que la situación de la empresa era tan calamitosa que el ERE era imprescindible. Tenían razón, los casi veinte años de Gobierno del PP han llevado a RTVV al caos. Su error era suponer que el ERE venía a resolver eso, cuando no era más que un nuevo capítulo de la caótica gestión de los populares con Alberto Fabra, president de la Generalitat, al frente. Los jueces del TSJ se lo dijeron clarito y por eso se han enfadado tanto.

Los principales argumentos esgrimidos por los abogados de RTVV durante el juicio eran pura verdad, lo que pasa es que eran razones para condenar al PP y no a la tele valenciana. RTVV tenía una plantilla sobredimensionada, cierto, sobredimensionada por culpa del PP: cuando llegaron al Gobierno en 1995, RTVV tenía poco más de 600 trabajadores y, con ellos, en algunos momentos, se ha llegado a casi a los 2000.

Los índices de audiencia estaban por los suelos, también cierto: la pésima calidad de los programas y la nula credibilidad de sus informativos han llevado a la cadena del 20% de finales de los noventa al escaso 3% actual... Y se arrastraba una deuda inasumible de 1.300 millones de euros, consecuencia de dieciocho años de despilfarro y de corrupción protagonizados por los distintos directivos que el PP ha ido colocando al frente de RTVV.

Se han regalado miles y miles de euros a amigos, familiares y periodistas comprados; se ha tejido una carísima red clientelar a costa de los presupuestos de la televisión; se han financiado desde clubes de fútbol a campañas de protesta como aquella famosa 'Agua para todos'; se han pagado millonadas por la Fórmula 1, por la Copa América, por concursos hípicos, por campeonatos de tenis... Todo organizado por colegas del PP.

Ninguna otra televisión puede alardear como Canal 9 de tener casi una decena de exdirectivos implicados en el 'caso Gürtel' por el desvío de dinero a cuenta de la retransmisión del viaje del Papa a Valencia en 2006; ni al todopoderoso jefe de personal de la casa, Vicente Sanz, aquel viejo dirigente del PP que decía “estoy en política para forrarme”, procesado por abusar sexualmente de tres trabajadoras.

En resumen, un cuadro dantesco pero con un solo responsable, el Partido Popular. Que ahora salga Alberto Fabra a decir que o tele u hospitales es pura falta de vergüenza. Tenemos al pirómano haciéndose pasar por bombero y el desenlace no puede ser otro que el desastre.

Frente al cierre de RTVV, Fabra tenía otras dos opciones. La primera, presentar recurso ante el Tribunal Supremo por la sentencia del TSJ de la Comunidad Valenciana contra el ERE; eso hubiera significado que dentro de un año, cuando el alto tribunal más que probablemente ratificara la decisión de los jueces valencianos, volvería a estar como hoy pero ya casi en precampaña electoral. Demasiado ruido.

La otra posibilidad era hacer las cosas bien, aceptar la sentencia, no ser un Gobierno insumiso, reincorporar a los trabajadores injustamente despedidos y negociar de verdad una reestructuración de la empresa para hacerla socialmente útil y económicamente sostenible. Escuchando hoy la rueda de prensa de Alberto Fabra, está claro que tal posibilidad ni siquiera se consideró. Hacer las cosas bien en RTVV (y a la vista de su gestión, en bastantes otros campos) ni se contempla. El Gobierno valenciano del PP está tan poco acostumbrados a hacer las cosas bien que esa opción es siempre la primera que descartan. Digo yo que no querrán arriesgarse teniendo tan poca experiencia.

La actual RTVV, la de los últimos años, no es la radiotelevisión pública que necesita el País Valenciano pero el País Valenciano necesita medios públicos. En este siglo XXI de la globalización, un país con instituciones de autogobierno y una personalidad cultural diferenciada no puede sobrevivir sin medios públicos propios, no tenerlos es vivir de prestado. Los ciudadanos valencianos necesitan un ámbito de debate, de puesta en común, un espejo en el que verse y reflexionar, discutir. Todo eso es lo que debería ser RTVV y no ha sido; esa es su utilidad, y se debe mantener haciéndola sostenible.

En este sentido, y ahí va la parte de autocrítica que me parece obligatoria, ni los trabajadores de RTVV, ni los partidos de la oposición, ni el grueso de la sociedad valenciana han estado a la altura. No ser los culpables de lo sucedido no nos permite cerrar los ojos a nuestra responsabilidad. Los trabajadores, yo lo era, nunca fuimos lo suficiente conscientes de nuestro compromiso social, pensábamos que nuestros puestos de trabajo eran para siempre; no nos percatamos, aunque solo fuera por puro egoísmo, de que, si se perdía el sentido de nuestra empresa, seríamos los primeros en caer.

En RTVV ha habido resistencia a la manipulación, a la censura y a los abusos, sí, pero mucha menos de la necesaria y los que la protagonizaron fueron los primeros despedidos. Por eso no puedo dejar de decir que me avergoncé cuando ayer vi cómo los trabajadores que todavía quedaban en Canal 9 leían un comunicado cargando contra el PP cuando la mayor parte de ellos fueran sus cómplices cuando no sus mismos directivos.

La oposición política tampoco ha dado durante todos estos años con una estrategia para evitar el abuso y los desmanes del PP al frente de RTVV. Se han quedado en la descalificación de lo que se hacía, en la queja por no salir en pantalla, pero no han pasado de ahí. No han sido capaces de estructurar un modelo alternativo y cuando se han puesto a la tarea, ya era tarde.

En cuanto a la sociedad, RTVV no le importa a casi nadie. A los ciudadanos más conscientes de la necesidad de un medio público como el que ahora se cierra, RTVV los defraudó desde el primer día, y los pocos, muy pocos, que se han mantenido fieles, con todos los respetos, ni sienten, ni padecen. Si no pueden ver Canal 9, verán Tele 5.

El caso es que, al final, RTVV ya solo era útil al PP y cuando ellos han pensado que ya ni eso, han tirado de demagogia (tele u hospitales) y la cierran. Lo que no entienden es que, llegados a este punto, los ciudadanos también estamos en disposición de hacer un ERE, de hacérselo a ellos. El ERE ciudadano se llama elecciones, y esas no las tumba un tribunal, ni se las puede saltar un Gobierno. De esas elecciones puede salir una nueva RTVV, la que necesite el País Valenciano, la útil, la sostenible, una de la que poder sentirse orgulloso, ya sea como trabajador o como espectador. Justo la que el PP no ha querido hacer.

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