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El poder judicial está por encima de ocurrencias

Jesús López-Medel

La realidad es tan rápida y con tantos acontecimientos sucesivos que parece que solo puede escribirse un artículo sobre la noticia –o una de las varias– del día anterior. Unas sepultan a las otras, como los asuntos de corrupción, de modo que parece que queda ya anticuado abordar otras. Pero hay temas sobre temas capitales que deben ser tratados no sólo al día siguiente sino también después, de modo reposado. Y me quiero referir a una las propuestas más contundentes de un partido sobre un elemento básico del Estado.

Desde hace mucho pensé que Ciudadanos no existía como partido político. Que era Albert Rivera y muy poco más salvo los rostros bellos y clónicos, aunque no menos listos, que le hacen coro para la foto. Pero había algo más y que le define: es básicamente imagen. No son de derecha (a lo sumo son esto), ni centro derecha, ni centro izquierda, ni transversales, ni diagonales, ni nada. Menos aún son el cambio. Son la indefinición, el oportunismo, la apariencia y la carencia de planteamientos ideológicos sólidos. Si esto lo he pensado siempre, la reciente propuesta que han hecho sobre el Poder Judicial me reafirma que Ciudadanos es básicamente un producto de marketing, pero sin conocimiento riguroso de las realidades que dicen, aparentemente, querer cambiar.

En el mercado electoral, todos quieren vender su producto. Pero no son compromisos sino que lo dicen es exclusivamente para conseguir el voto y luego hacer lo que quieran. Fíjense Rajoy lo que dijo hace cuatro años y lo que ha hecho en la práctica: lo contrario. Pero lo que propuso le valió para lo que quería: conseguir el poder.

Albert Rivera es un tiburón lanzado, por él y sus padrinos, sin límite para acercarse mucho al poder (con quien sea, a ser posible el PP). Y en ese afán no tiene límite. He visto calcadas en su programa (también el PSOE) varias propuestas muy originales de Podemos. Copiadas sin recato… para luego actuar, seguro, como el PP. Un partido que es ultra ultra-liberal en lo económico (aun más que el PP) no puede tener brochazos socialdemócratas como los que aparenta. Es incoherente e imposible.

No sé por qué cuando se habla de partidos populistas se piensa en aquellos que se salen de la órbita de la derecha. En cambio es en este segmento, donde encontramos el partido más populista de todos los que concurren en estos proximos comicios: Ciudadanos. Tiene respuesta para todo, que es lo que, según el interlocutor en ese momento y en esa audiencia, quiere oír y en otras ocasiones es el circunloquio bien estudiado telegénicamente, o la no definición (abandono del escaño para no condenar el franquismo, etc).

Pero quiero centrarme en una de las “ideas” de Ciudadanos referida a un elemento estructural del Estado: la Administración de Justicia. Sobre otras propuestas tendré más o menos conocimientos, pero acerca de la Administración de Justicia, treinta años de Abogado del Estado y profesor de Derecho hacen que encuentre en lo señalado por C´s sobre aquel tema no ya ante una propuesta. Ni siquiera una ocurrencia sino ante un auténtico disparate.

Ideas electorales hay muchas pero sobre pilares de la democracia pocas y deben tratarse con seriedad. Uno se refiere a la clásica división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Cada uno debe tener su sustantividad, autorregulación y contrapesos. Es claro que el gobierno siempre tiene una tendencia invasiva hacia los otros poderes. De hecho, controla prácticamente todos. Entre ellos, el judicial, que ha ido perdiendo con el tiempo su independencia en cuanto a su autogobierno. Frente a eso, deberíamos recuperar un Consejo del Poder Judicial que vuelva a tener criterio propio… si algún día lo tuvo (sólo el primero presidido por Federico Sainz de Robles en los años ochenta).

El gran problema no es que haya en el órgano de gobierno judicial alguna persona que en otro tiempo ejerciese actividad política (que no los hay ahora) sino que los vocales actúan con sumisión, como deudores del partido y/o asociación que le eligió o propuso. Es más y sobre todo un problema de conciencia, actitud o cultura democrática que normativo sobre el modo de designación. La clave es, pues, el perfil, debiendo buscarse por verdadero consenso, no por cuotas (tres para mí, dos para ti y que cada uno elija los que quiera), personas con prestigio jurídico y consenso y tambien capaces de asegurar que van a tener criterio propio. Solo cambiar eso es sería suficiente. No harían falta cambios constitucionales. Las reformas no han de ser más bien necesariamente legislativas sino de actitudes y comportamientos.

Ya Gallardón como ministro de Rajoy procedió, en una de las tantas contrarreformas que han hecho, a una reducción notable de la capacidad de autogobierno judicial. Configuró dos tipos de consejeros: los que debían compatibilizarlo con lo, en su caso, académico, judicial o fiscal (la gran mayoría) y que están, sobre todo, dedicados a su labor profesional, no al Consejo y, por otra parte, un grupito de cinco vocales que constituyen la Comisión Permanente y que toman decisiones muy relevantes. Eso, unido al presidencialismo muy acusado del actual Consejo, ha hecho que el órgano de poder judicial esté muy encorsetado y reducido en cuanto a la colegialidad en la toma de decisiones.

Y esto es absolutamente fundamental. Por ello, convertir, como propone C´s, la institución de autogobierno de los jueces como órgano colegiado y plural, en un órgano unipersonal, concretamente, el presidente del Tribunal Supremo, con dos adjuntos, como si fuese el Defensor del Pueblo, supone desconocer y devaluar claramente el poder judicial que, como señalaba anteriormente, es uno de los tres poderes básicos del Estado. Además, entre sus funciones, además de resolver litigios entre particulares, ejerce una función de control al poder.

Es absolutamente imposible que un órgano de una sola persona, auxiliado por otras dos, lleve a cabo las funciones que ejerce el Consejo desde la Ley de 1985 elaborada en tiempos de Fernando Ledesma. Con su jibarización, se estaría produciendo tal centralismo y acumulación del poder en el órgano unipersonal, que actuaría como un Directorio unipersonal. Nombramientos de magistrados, inspección, potestad sancionadora y muchísimas funciones quedarían en manos de una sola. Además de ser, decíamos, imposible, es una concepción que anula totalmente la configuración del Poder Judicial como pilar básico del Estado. Como C´s es antiautonomista y no va a asignar sus competencias actuales a las CCAA (además inviable e inconstitucional en numerosos casos), ello tendría por efecto que esas funciones fuesen recuperadas y ejercidas, como en el anterior régimen, por el Ministerio de Justicia, esto es, por un miembro del Gobierno. Acaso es lo que verdaderamente desean.

Hay propuestas del PSOE, PP, IU, Podemos o los propios de C´s que no son creíbles (de Mariano no me creeré ninguna), que son equivocadas o imposibles de llevar a efecto. Pero, hasta el momento, llega al ranking de la más disparatada esta de Albert Rivera sobre la supresión del órgano de gobierno de la magistratura y que, de hecho, supone dar la puntilla al Poder Judicial.

Desde luego, es esta medida la comprobación de con qué desconocimiento, con qué sentido de ocurrencia y con qué populismo se hacen propuestas: para supuestamente acabar con la politización del Poder Judicial, debe suprimirse el Poder Judicial (si no es independiente no lo es). Esto es igual que lo que propone el mismo partido respecto de la figura del Decreto-Ley, de modo que para evitar el abuso que ha hecho este gobierno… proponen proceder a suprimirlo directamente. ¡Otro disparate!

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