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La prensa responsable y la responsabilidad de la prensa

José Sanclemente

El acontecimiento histórico de la abdicación del rey Juan Carlos está poniendo a prueba, de nuevo, la independencia de los medios de comunicación de nuestro país. Las llamadas a la “responsabilidad” por parte de los bipartidos menguantes (PP y PSOE) y de sus diferentes líderes han sido seguidas a rajatabla por los declinantes medios de comunicación del establishment, que se han conjurado desde sus diferentes posiciones ideológicas para no ser críticos con la monarquía y, sobre todo, para esconder el debate que hay en buena parte de la sociedad: ¿Monarquía o República? ¿Deberíamos aprobar a Felipe VI a través de un referéndum democrático?

El error de estos políticos al esconder este debate es tremendo. El de algunos periodistas también: “lo que menos nos conviene es abrir las costuras del modelo de Estado”. “Eso ahora no es prioritario”, me dice un amigo con responsabilidades recientes en un gran medio de comunicación (de la parte del establishment progresista).

Hasta Ricardo Rodrigo, propietario de RBA y editor de EL JUEVES, ha claudicado y ha destruidos miles de ejemplares, como publica eldiario.es, que ya tenía impresos con una portada humorística sobre la abdicación del Rey. Siempre nos quedará Mongolia, podríamos decir, pero es triste que la censura haya vuelto y, lo peor, que la autocensura pretenda instalarse como un virus sistémico de los medios.

Con estas noticias se perfila y emerge el papel de los medios y de las empresas periodísticas propietarias de ellos. Algunos directivos se ponen al frente de sus periódicos y firman páginas de loa hacia nuestro rey, editoriales que dictan doctrina de consenso en línea con el pacto del bipartido e informaciones que hablan de la “excelente preparación” de nuestro nuevo príncipe en unos días rey. El mensaje está claro y los mensajeros lo están reproduciendo con fidelidad.

¿Pero fidelidad a quién? Los medios se deben a sus audiencias, que están compuestas por ciudadanos que los oyen, ven o leen. Tienen la obligación de contar la verdad, tanto la de los que representan ideas mayoritarias como minoritarias. Especialmente deben darle la voz a los más débiles y apartarse de los poderosos. Los medios de comunicación y el poder no pueden ser lo mismo y hablar el mismo lenguaje. Es más, garantizan mayor estabilidad democrática cuanto más se distancian de los intereses partidistas. Eso es practicar un periodismo responsable en los medios, no eludir un debate o dejarse llevar por lo que proclaman los políticos.

¿Cuánta falta de transparencia ha habido en esta abdicación? ¿Por qué un rey en el que no entraba en sus planes ceder la corona a su hijo y que había hecho un esfuerzo por rehabilitar su deteriorada imagen ante los ciudadanos tira la toalla ahora? ¿Por qué no se entiende que los ciudadanos deberían estar llamados a opinar sobre ello en las urnas? ¿Por qué…? Mientras hayan porqués sin respuesta, más necesario es el periodismo.

Esta vez, en contra de la famosa frase de George Orwell, el periodismo de los medios del establishment está en línea con lo que al poder le gusta que se publique. Eso pasará factura política (ya la ha pasado en las últimas elecciones), pero también a los medios que se autocensuran.

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