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La rebelión catalana es lo mejor que le ha pasado a España

La Via Catalana de 2013 a su paso por la playa barcelonesa. / Enric Català

Antonio Baños

  • El periodista Antonio Baños publica 'La Rebelión catalana', un libro en el que retrata el proceso independentista como “un refugio para todas las fuerzas de la España rebelde que también quieran huir de la monarquía carca y del régimen setentayochesco”

A continuación reproducimos un capítulo del nuevo lanzamiento de eldiario.es Libros, el quinto tras '¿Quiénes mandan de verdad en España?', de Carlos Elordi; 'Las 10 mareas del cambio', de Juan Luis Sánchez; '¿Y tú qué miras?', de Mariola Cubells; y el colectivo 'El relaxing café con leche y otros hitos de la marca España'

Contra lo mismo y hacia lugares diferentes

“Si estás con nosotros

estás contra ellos“

Def Con 2

Creo seriamente que el movimiento independentista es de mejor que le ha pasado a España en los últimos años. Mundial aparte. Y no, no es una boutade ni una provocación. Es una invitación política. A la demolición (controlada y sincronizada sería ideal) del R78 [régimen del 78].

Eso que Jordi Borja ha bautizado creo que acertadamente como Movimiento Popular Catalán (MPC) desligándolo, aunque sea para su uso y observación, de las cuatro barras y yendo a su músculo desnudo: gente organizada en la calle. Gente que además ni intenta la reforma del R78 sino su superación y que lo quiere hacer ya, en pocos años.

De hecho, el mismo tipo de gente que pudo estar en Sol, las mismas demandas de las mareas, la misma clase media depauperada, estudiantes, profesionales y el trabajador organizado. El mismo vértigo a la sociedad que nos han dibujado para cuando salgamos de la crisis. La misma desconfianza hacia el poder financiero de la troika y de Bruselas pero con un proyecto diferente, es cierto.

Y aquí es donde llegamos a uno de los meollos del problema. Utilicemos una encuesta reciente sobre las formas de Estado. Venía a decir que una parte territorializada de los españoles apostaba por un Estado unitario. En concreto, el 40% de los murcianos quería el Estado centralista mientras que, digamos, un 40% de los catalanes quiere la independencia. ¿Qué hacemos?, ¿cómo se soluciona esto?

Muy sencillo. Con libertad. Porque en este caso, el catalán no quiere obligar a un murciano a independizarse de España. Sin embargo, muchos sí creen poder obligar a los catalanes a vivir tal y como ellos quieren. Viene aquí la otra palabra que lo solucionaría todo: plurinacionalidad. En España hay varias naciones políticas. Se divide la soberanía y entonces la vieja noción de libertad de los pueblos rearticula los que quieren centralizarse con los que desean bilateralidad.

Dos palabras, libertad y plurinacionalidad que no hacen daño a nadie y que, también, romperían el consenso mítico en el que se basa el R78 que, por si no lo han notado, es también en sí mismo, un sentimiento identitario.

Abundemos pues en la divergencia de intereses entre los destituyentes españoles y los catalanes.

Uilizaremos ahora la metáfora del divorcio que no es la mejor pero que nos interesa. Con ella, podemos afirmar que la gente, en general, se divorcia DE no CONTRA. Es decir, el divorcio es una renuncia, una deserción, una derrota al fin y al cabo. En ningún caso un conato de agresión. Marchar no es agredir, es el movimiento contrario. Pos eso marchar de España no puede ser nunca una agresión, es conceptualmente imposible. Puede ser una decepción como lo es también para muchos catalanes comprobar que no nos encontramos a gusto dentro de este proyecto. La independencia catalana tiene, según se mire, un aire de derrota, de dimisión, de renuncia y tristeza por todo aquello que podía haber salido bien. Pero tras ellos, se abre la posibilidad fresca de una nueva forma política y de una relación igualitaria y respetuosa entre los pueblos de España. O, al menos, entre los catalanes y los demás.

El divorcio catalán es con el Estado español, no con los españoles. Eso es clarísimo e innegable. ¿O es que alguien piensa que un indepe con familia, novia, socios o recuerdos en cualquier lugar de la Península desea romper con ellos y no volverlos a ver? ¿Acaso el independentista, como aquellos viejos comunistas del franquismo, vuelve a tener rabo y cuernos?

No puede haber agresión ni insulto en la constatación de que estamos mal gobernados. Todos. Catalanes y el resto de pueblos españoles. Que el proyecto ha fracasado, y no por odio entre nosotros. No porque nuestras religiones, acentos o procedencias nos hayan separado. Ha fracasado porque quienes llevan casi cuarenta años gobernándonos nos han alejado. Nos han alejado del poder, de su examen y fiscalización. Y nos han hurtado de la agenda los temas relevantes que no podían tocarse en el 78 y que han desaparecido totalmente del debate. No es que no podamos vivir juntos, es que no podemos vivir bajo la misma oligarquía, la misma estructura de poder descarado e inamovible. Desde La Caixa a la duquesa de Alba. De la Audiencia nacional al Círculo Ecuestre.

Nosotros marchamos con el mensaje hacia los otros españoles de que les esperamos. Los catalanes nos piramos de este Reino de Zarzuela con la confianza de que pronto lo harán los otros. “Pero estoy seguro de que la mayoría de catalanes no quiere salir de España: quiere salir de esta España, que no es lo mismo. Pero es que de esta España somos muchos los que queremos salir”. Eso escribía Isaac Rosa, que es una buena persona, después de la Diada del 2012 en eldiario.es. Y es esta una idea que encuentro especialmente excitante: hacer de la República Catalana un tema de orgullo y un refugio para todas las fuerzas de la España rebelde que también quieran, como nosotros, huir de la monarquía carca y del régimen setentayochesco.

Cuando el capitán Maia y sus tanquistas de la Escola Práctica de Cavaleria ayudaron a derrocar la dictadura portuguesa durante la Revolución de los Claveles, muchos españoles bajo la bota franquista vieron en ese movimiento un gesto premonitorio de la libertad próxima. ¿Por qué hoy no se puede ver la Rebelión Catalana con una sensación similar de aire fresco y de libertad ciudadana soplando en este caso desde el Levante? ¿O es que sólo porque sea catalana ya no puede/debe ser útil una rebelión para cualquier pueblo?

Estoy convencido de que muchos españoles razonables están deseando tanto como nosotros que la rebelión llegue a buen puerto porque eso significará sin duda alguna el fin del 78 y la necesidad de establecer nuevos periodos constituyentes. Por lo tanto se puede asegurar a todos los españoles que los esperaremos con la mano abierta al otro lado de la libertad. El proceso destituyente catalán no es ni ajeno ni agresivo con aquellos movimientos y personas que también quieren destituir las estructuras del 78.

Por lo tanto, considero inteligente que todos aquellos que pretenden la sustitución radical del régimen abandonen sus prejuicios étnicos o identitarios y vengan a conocer y (como dicen los capitalistas) sinergizarse con nosotros. Somos catalanes pero también somos personas. Somos también republicanos.

Quien quiera iniciar un proceso constituyente en España debe estar con la rebelión catalana. Y nosotros con ellos. La independencia entendida no como marcha o aislamiento sino como refundación de las relaciones entre las naciones ibéricas se encuentra tanto en las formas como en el espíritu de la rebelión. Nos vamos, sí. Nos vamos del Reino podrido y iniciamos nuestro camino. Pero miramos a los lados, a nuestros hermanos, a la familia y amigos que también quiere sacudirse esta Indisoluble imperial y fanfarrona.

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