Los relatos electorales del 21D
No hace falta disfrazar a Miquel Iceta de presidente de Catalunya, porque es el político con más recorrido y reconocida solvencia de todos los que se presentan a estas elecciones. El cartel del PSC es casi como uno de José Montilla pero con la imagen de Miquel Iceta. A veces los asesores somos un poco simples. Si quiero que Iceta sea visto como un President posible, pues nada, lo disfrazamos. Miquel Iceta sería un gran presidente con sus atributos más destacados: en camisa, auténtico, espontáneo, optimista, sincero. Así son los candidatos que ganan ahora. Los que no esconden nada, los que nunca pensaríamos que nos van a engañar. Tengo mis dudas con la extraña coma del lema socialista: Solucions. Ara, Iceta. No sé qué verbo pretenden sugerir con la coma. Sin la coma, lo único que hay es Iceta sin más, sin menos.
Puigdemont se presenta como un Steve Macqueen de cuello alto, héroe solitario, rudo, de piel férrea. Va abrigado porque está en la calle, fuera de casa, fuera de su país. Se sacrifica pero tiene asumido su papel de presidente en el exilio. Eso aparenta en su cartel electoral, desde mi punto de vista, el mejor de todos los carteles de esta campaña. Es una imagen empática, que se recuerda, que va con los tiempos -parece un filtro de instagram-, que se relaciona con los hechos, con cuenta lo que está pasando. No hay posibilidad de utilizar un estudio. La fuente de la letra y su inclinación lo hace vintage y cinematográfico. Y lo más potente del cartel, como me hizo ver el consultor político, Luis Arroyo, es el punto. Tremendo, definitivo. El nostre president. Punto.
Curiosamente, en el cartel de Ciutadans, con una Inés Arrimadas explícita y sin filtros, también se incluye la palabra ¨Ara¨, como en el mensaje del PSC. Ambos se anclan en el presente, con contundencia. Se subraya la importancia del momento en el que vive Catalunya. La imagen de Ciutadans es algo contradictoria, con un texto desafiante y duro, casi chulesco, que se dirige claramente al independentismo: Ara sí votarem; pero, en la misma imagen, Arrimadas con un corazón en la mano que representa el ¨unionismo¨ (una composición de las tres banderas española, catalana y europea). La apelación a la emocionalidad mediante el corazón se contradice con el desafío por la vía formal y racional. O puede ser que se complemente. El lema es potente pero la imagen está poco trabajada. Arrimadas da para mucho más. Es más acción que esa imagen angelical con la que nos la presentan.
Oriol Junqueras ocupa toda la imagen, y con su corpulencia incluso parece aplastar el logotipo de marca de su partido, ERC. Partían como favoritos. Así se presentan, por encima del bien y del mal, por encima de la política del momento. La frase La democràcia sempre guanya es una generalidad y valdría para cualquier situación. Es un eslógan desperdiciado, que no aterriza y parece vacío. Es un mesianismo algo torpe que causa ternura. Marta Rovira es probablemente la peor portavoz de la candidatura de Junqueras y es la que da la cara. Creo que es muy meritorio.
En Comú Podem es el gran perjudicado, no sólo por la polarización y la necesidad de una situación clara a favor o en contra del independentismo, sino por el cartel. El suyo y del Junts per Catalunya son prácticamente idénticos. Ambos tratan el color, ambos usan tipografía vintage y texto inclinado. Da la impresión de que Junts per Catalunya trata de fagocitarlos, en una clara OPA hostil. A los comunes les queda poco margen de estrategia, después de haberse situado en la incoherencia y la contradicción.
El Partido Popular es el partido menos popular en Catalunya. La marca y su líder generan antipatía por separado. Su mensaje en esta campaña es profundamente españolista, España es la solución. Asocian España al PP y el PP a España, en una recurrente apropiación de los símbolos. García Albiol se presenta como un guardaespaldas, un portero de discoteca que no dejará pasar a nadie que no convenga. Si esa creen que es la solución, se equivocan.
La CUP ha roto con todo: cambio de líder, el primero que pasaba por allí; se presentan en un día distinto, como en una actitud e rebeldía, especialmente previsible tratándose de ellos. Hubiera sido mejor el efecto sorpresa. Ponen líneas rojas, límites que impiden que el proyecto se culmine. Son un partido oxímoron: quiero y no quiero.
Será fascinante esta campaña, una campaña de relatos, sin propuestas, solo pensada para dar solución a la difícil convivencia entre dos Catalunyas. Veremos quién lidera la independencia, si Puigdemont o Junqueras y veremos quien forma gobierno, si Iceta o Arrimadas.