Un poco de respeto al agua
El agua es de todos y de la naturaleza. Nadie puede ni debe tratarla como una mercancía, ni relacionarse con ella con afán de lucro. Porque el agua no es un negocio sino bien común, un elemento esencial para la vida y un recurso básico para el mantenimiento de los ecosistemas. Por ello, Naciones Unidas reconoce el acceso al agua potable y de saneamiento como un derecho humano básico.
Ahora bien; dicho esto, conviene destacar que en nuestro país el agua no pertenece a ninguna empresa o corporación. Es de titularidad pública. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Nadie debería intentar confundir a la opinión pública al respecto de esta realidad incuestionable. Otra cosa es el modelo aplicado a su gestión, que puede ser público, mixto o privado. Pero el agua es de todos, quien diga lo contrario miente y mentir sobre el agua es una forma de lucrarse de la misma.
Resulta preocupante que algunos representantes políticos estén utilizando algo tan importante como el agua para marcar perfil ante los votantes y lucrarse con ello. Por supuesto que los representantes políticos tienen el deber y la obligación de señalar los defectos de los actuales modelos de gestión y estudiar las alternativas de mejora. Pero sin caer en la frivolidad institucional ni recurrir a embustes interesados, porque las cosas no están tan mal como algunos cuentan.
Uno de mis últimos trabajos para televisión fue la serie “Riu Avall” (Río Abajo) que tuve la oportunidad de escribir, presentar y dirigir con la productora Somos.Som para TV3. El propósito de este trabajo documental fue mostrar a los ciudadanos el patrimonio fluvial de Cataluña en todo su esplendor. Y el resultado fue muy fructífero.
Ahí ha quedado el registro de unos ríos recuperados tras décadas de abandono, de un agua viva y una naturaleza rescatada. Y esa recuperación se debe al trabajo de muchos. Se debe por ejemplo a la puesta en marcha de más de 500 estaciones depuradoras de aguas residuales repartidas por todas las cuencas catalanas. Gracias a ellas, los ríos han vuelto a resplandecer y donde antes había espuma y peces muertos ahora hay transparencias y nutrias.
En el capítulo dedicado a una de las arterias principales de Cataluña, el río Ter, entrevistamos a pie de cauce al portavoz del grupo ecologista que ha monitorizado su salud a lo largo de todos estos años: el Grup de Defensa del Ter (GDT). “Se ha hecho un gran trabajo: el río ha recuperado el latido de la naturaleza”: sus palabras son un reconocimiento a la labor llevada a cabo desde las diferentes administraciones y un estímulo para seguir avanzando en la mejora de la calidad ambiental de nuestros ríos.
Las cosas se podrían haber hecho mucho mejor, es cierto; incluso se podrían haber hecho mucho antes, también es verdad. Pero finalmente se han hecho, y la regeneración es evidente. La salud de los ríos ha mejorado notablemente y nuestros servicios de suministro de agua potable y de saneamiento están entre los más seguros y fiables del mundo. Quien diga lo contrario miente.
Hay que mantenerse vigilantes para garantizar la sostenibilidad de los ecosistemas acuáticos, hay que seguir defendiendo el derecho de acceso al agua potable y de saneamiento de todos los ciudadanos, incluso de aquellos que por alguna circunstancia no pueden atender al pago de los servicios de suministro. Hay que reclamar una gestión del agua sometida al control público. Hay que seguir trabajando para garantizar los altos estándares de calidad alcanzados. Pero cuidado con los discursos oportunistas, con las informaciones tendenciosas, no vayamos a poner en riesgo lo que tenemos.
En última instancia, el agua pertenece a los ciudadanos y no a los políticos. Por eso debemos requerirles una mayor responsabilidad a la hora de abordar este importante ámbito de la gobernanza y exigirles un poco más de ponderación en sus discursos: un poco más de respeto al agua.