Nunca se sabe qué paja romperá la espalda del camello
Caja Madrid, una entidad bancaria para gestionar dineros ajenos, era un arca sin fondo en la que una banda de indeseables entraba a llevarse dinero a discreción para caprichos. Ésa es la realidad descarnada que arrojan los datos que se van conociendo. En un país serio, con una sociedad sobre la que se desparraman unos niveles de corrupción e impunidad que pocas soportarían, alguien adoptaría una resolución contundente para dar respuesta a la indignación y la desolación que nos invade. Sería de esperar de la Fiscalía General del Estado algo más que “dejar actuar a Anticorrupción”. Poner todos los medios a su disposición, como mínimo.
Apuntada ya esta rapiña sin nombre en los correos de Blesa, como publicó este diario en 2013, fuimos asistiendo, en cambio, a una cadencia de actuaciones por completo alarmantes: la Fiscalía de Madrid pide la apertura de una investigación contra los medios que publican evidencias, recurre el ingreso en prisión de Blesa (dentro de la instrucción abierta por el juez Elpidio Silva en causa más amplia), y también lo hace el Fiscal General de Estado, que aquí no muestra la misma exquisita prudencia de ahora. El magistrado, Silva, finalmente, es llevado a juicio.
Entre los miembros de la Banda de las tarjetas black nos encontramos a quienes han dimitido o les han obligado a dimitir, los –pocos– que no hicieron uso de esta prebenda intolerable, y también a quienes defienden el abuso con desfachatez inaudita. Pablo Abejas, exconsejero de Caja Madrid, destituido como director de Economía de la Comunidad, defiende que todo era legal, todos lo sabían, y en este país se penaliza a los que ganan dinero. El angelito, como tantos otros, gastó alegremente 246.700 euros en lo que le vino en gana, al margen de sueldo y dietas.
Recapitulemos. Ingresos –a través de tarjeta en negro– que no pasan por Hacienda para tributar, como nos ocurre al resto de los mortales. Procedentes de una entidad que gestiona dinero de otros, que llegó a estafar incluso a ancianos con las preferentes y que se salda con una catastrófica gestión que el Gobierno nos hace pagar a todos en su voluminoso rescate. Obligada en sus estatutos a hacer una obra social, en la práctica se ve que eran los altos cargos, consejeros, políticos, sindicalistas y dirigentes de la patronal a quienes les tocaba en suerte. Cualquiera diría que el objetivo de agraciados y aspirantes es ascender en su carrera “al servicio de los demás” hasta pillar la VISA que todo lo compra.
Ignacio Escolar detalla pormenores indispensables del caso. Por ejemplo, que no es legal lo que hicieron, como pretenden hacer colar. Podrían haber incurrido en tres delitos: apropiación indebida, delito societario y administración desleal, penados hasta con cárcel. Varios políticos les apoyan o siembran la duda, mostrando un relevante indicio de lo que se cuece por sus feudos.
Lo peor es la abrumadora sensación de que este escándalo es la espuma pestilente de ese vertedero en el que vivimos, cuajado de cómplices. Caja Madrid y Bankia parecen haber regalado el dinero a espuertas a partidos, sindicatos, empresas, familiares varios, y no a cambio de nada. Eso sí, con una especial querencia por el PP, al que destinaba dos de cada tres euros de los “donativos”.
Y, sí, sin duda otras entidades lo hacen, lo que no es eximente alguno, sino todo lo contrario. Llueve tan sobre mojado que ya estamos empapados hasta la médula. Un partido que, según el juez, la policía y Hacienda, se maneja con caja B y se lucra de actividades delictivas gobierna España y numerosas comunidades autónomas y ayuntamientos como si esto no fuera con ellos. Y la Fiscalía también calla. Parece hablar tan sólo para “desimputar” privilegiados.
¿Toda esta banda de indeseables sabe que mientras ellos sacaban la VISA en los restaurantes o abrían cajas B, la gente es expulsada de su casa, tienen que ir ya por millones a comedores sociales, ha aumentado insosteniblemente la pobreza infantil o, entre otras muchas injusticias, no toma sus medicinas porque no les alcanza el dinero para repagos? Hace falta ser muy indeseable para justificarlo.
Muchos de ellos han hecho la carrera, en efecto, utilizando la política y, por tanto, el presunto servicio a los demás como método. Lo de “casta” se les queda corto. Actúan como grupo organizado y las técnicas son de mucha mayor altura y especialización. Insistiré hasta la saciedad en que el día en el que los españoles –sí, nosotros, ni siquiera los órganos competentes– toleramos que a Baltasar Garzón lo echaran tras iniciar la investigación de la Gürtel, iniciábamos un camino sin retorno. Pueden ser todo lo peculiares los jueces expulsados, pero no los han quitado de en medio por eso.
Buena parte de esta élite de desarrapados morales vive en un mundo tan irreal, tan lleno de regalías (a nuestra costa) que no son conscientes de su realidad. Incluso de que no nos pueden seguir insultándonos con excusas y bravuconadas. Los SMS de todo un presidente de Gobierno a su encarcelado tesorero dándole ánimos parecían el punto decisivo para no aguantar más. Veremos si lo son las tarjetas 'black', los créditos ultrafavorables que saldrán, o lo que venga.
A la hora de concluir este artículo, conocemos un contagio de ébola de una sanitaria que atendió a uno de los enfermos trasladados a España. Algo falló en las medidas de seguridad “de toda confianza”. Con la sanidad pública semidesmantelada y semiprivatizada y en manos de estos gestores, cualquier cosa es esperable. Más difícilmente en el privilegiado mundo que se han fabricado. Son demasiados atropellos, demasiado tentar a la suerte. Deberían estar dando gracias de la mañana a la noche a que “el de la coleta”, como despectivamente le llaman, libere tensiones en las esperanzas que ha suscitado. Dice un proverbio árabe: “Nunca se sabe qué paja romperá la espalda del camello”.