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El sonido de la nueva radio en Madrid

Ignacio Gallego / José Ángel Esteban

¿A qué suena Madrid en la radio? La radio vertebra, une, identifica, la radio es intimidad, creatividad y diferencia. Ahora que Radio Madrid acaba de celebrar 90 años –­felicidades­–, conviene recordar que en esta ciudad, en un dial marcado por la falta de acceso de muchas de las culturas, comunidades, territorios y  sensibilidades que la pueblan, la desatención de los medios tradicionales a la vida urbana y de la comunidad es clamorosa.

Con la información local compartimentada y arrinconada en las grandes marcas radiofónicas que se mueven alrededor de magazines estandarizados, informaciones institucionalizadas y oleadas deportivas, el verdadero sonido de la ciudad está desterrado. La capital es ese magma político que se impone encadenado en el resto de los territorios y que al tiempo liquida informativamente su propia riqueza local.  Porque Madrid es, desde luego, el Madrid de la política institucional y sus aleteos. Pero hay otros muchos perfiles de la ciudad y de la comunidad que se ahogan y se silencian sepultados por la desidia pública, la falta de espacios en las emisoras convencionales y el desprecio a un medio que sin embargo en la proximidad, la diversidad y la identidad tiene su hábitat natural.

El sistema radiofónico español se caracteriza por una dualidad público/privada y una importante desatención hacia una tercera instancia, clave en los países democráticos y en los europeos en particular: la red comunitaria. La situación de estas emisoras en España es penosa, huérfanas de una legislación que permita hacerlas sostenibles, legales y con capacidad de impacto real sobre la ciudadanía. Existir, existen, se mueven, comunican y crean en sus propias comunidades, pero vapuleadas por la desatención legal y la desidia pública. Una anomalía que junto a la ausencia de un consejo regulador independiente a nivel estatal convierte a España en campeona de la falta de democracia mediática.

Sin entrar al fondo de esta problemática ni de la situación de la radio privada, con sus discutibles formas de adjudicación y con un importante pirateo permitido institucionalmente, la radio pública madrileña merece un apunte. Porque, en teoría, también existe. La situación del servicio público de radio en esta comunidad es lamentable. La prestación de servicios públicos de comunicación tiene que venir acompañada de una independencia contrastada que trate al oyente como un ciudadano y no como un mero consumidor o un forofo de partido. Las grandes emisoras públicas a nivel mundial han sido, y son actualmente, un gran motor de innovación, de participación y de proyección de la diversidad de la creación cultural de cada país. En Madrid se da la paradoja de que las dos emisoras públicas que podrían ocupar este espacio, y marcar ese territorio, la radio municipal de la ciudad de Madrid y la radio autonómica Onda Madrid, están desaparecidas: ya sea por inacción, la primera, o por descomposición, la segunda.

La ley 11/1991 otorga la posibilidad de que todos los ayuntamientos de España dispongan de una radio municipal. Hay, desde luego, ejemplos de buenas prácticas: emisoras que están al servicio de la ciudadanía con un papel clave en la prestación de un servicio a la información local y de cercanía y como organismo clave de participación y acceso. Pero la realidad en muchas ciudades y pueblos es que esas propuestas no existen, son puros instrumentos en manos del poder de turno o sus licencias son explotadas de una manera ilegal al ser cedida su gestión a terceros, privados y entramados a sus propios intereses.

En Madrid ciudad la emisora municipal se situaría en el 88.6 de la frecuencia modulada, pero lo cierto es que el Ayuntamiento más importante del país nunca ha considerado la importancia de potenciar este medio en la ciudad. Cuando se ha utilizado el dial con nombres como Onda Imefe o Canal Empleo su falta de impacto ha sido absoluta hasta convertirse en algo inexistente y diluirse prácticamente en el silencio.

Si hablamos de Onda Madrid el chasco es todavía más profundo. La que fue un día cantera de grandes profesionales siempre ha sido el hermano pequeño, olvidado de Telemadrid. No entraremos en el bochorno de una televisión marginal y marginalizada por el vaciamiento,  la manipulación política y el sectarismo,  pero aterricemos con esas mismas coordenadas en el escueto espacio de la radio de la Comunidad de Madrid.  El último dato en el Estudio General de Medios fija su audiencia en el umbral de los 8.000 oyentes. Como referencia, las audiencias de las radios generalistas autonómicas van desde los 600.000 oyentes de Cataluña Radio a los 150.000 de la Radio Galega. Éstas redes tienen, además, emisoras complementarias de información y cultura que potencian de manera real su función de servicio público y plataformas online de innovación transmedia. Nada de eso ocurre en Onda Madrid, cuyas dos frecuencias agonizan desde hace años, en lugar de convertirse en medio vertebrador de la diversidad madrileña.

Aceptando, de manera interesada, la traducción radiofónica de los oligopolios comunicacionales, desde hace décadas los gestores políticos y profesionales de Onda Madrid la han considerado como un instrumento inane y han conspirado para su muerte lenta. Pero la realidad es que, dado el esquinado panorama de los medios privados, hace falta una radio que nos cuente lo que pasa en nuestra comunidad con una mirada autónoma, de participación real y democrática, y una programación imaginativa e innovadora. Un medio público que sirva de contrapeso a la homogeneidad formal del dial, que se bata con la diversidad de los sonidos y de las voces de la comunidad y de sus ciudades y pueblos.  Un medio público diferente, independiente y audaz, al margen de los tejidos mediáticos privados y de cualquier mediación partidista. Un medio, al cabo, que sirva de referencia y ejemplo, que eleve la calidad y obligue a los demás a competir por la excelencia local y cercana.

Se valora estos días en la nueva Asamblea la desaparición efectiva de la mortífera tutela partidista de las últimas décadas; se reclaman medios públicos equilibrados, independientes y veraces, sin apaños matemáticos de representación. Algo por encima de los intereses de unos y otros, de unos frente a otros. Pues bien la transformación efectiva del entramado Telemadrid no puede olvidar la radio. Al contrario, la radio es clave. Porque la radio, el sonido, está celebrando una revolución en todo el mundo con producciones y transmisiones digitales que renuevan y rejuvenecen los modos tradicionales de comunicar y, al mismo tiempo, los reivindican. Relanzar y potenciar, reinventar Onda Madrid debería ser una prioridad del nuevo gobierno autonómico. Y, desde luego, para el gobierno local sería importante pensar en cómo potenciar una radio municipal que marque la diferencia en su mirada y se convierta en una forma de dar acceso, de desarrollar la participación y la innovación ciudadana a través del espectro radioeléctrico, un bien común fundamental.

Y no se trataría de hacer grandes inversiones, ni de limpiar únicamente de tóxicos partidistas, sino de decidir si queremos tener unos medios de referencia en la tercera comunidad autónoma más poblada de España que se relacionen con el tejido ya existente de medios públicos y comunitarios. Que extiendan sus posibilidades más allá de la gran ciudad y den cuenta de la gran diversidad cultural de la región. Que se conviertan en un referente de innovación en contenidos y tecnología en colaboración con las diferentes facultades de comunicación y otros núcleos de proliferación creativa. En una locomotora que entienda el medio radiofónico y sonoro como una estupenda puerta de entrada a las nuevas narrativas  de la comunicación. Una radio que suene tan rica y diversa como suena la comunidad, como suena la ciudad.

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