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El verano porteño de la infanta Cristina

Miguel Roig

  • El relato de la Transición hace aguas y nadie lo asume. Los spin doctors de palacio, lejos de reaccionar, solo hablan de martirio cuando la infanta Cristina es imputada en una causa que es transversal a la Transición.

Cuando el Gobierno argentino habla de un modelo, el país entiende que lo hace de un relato.

En la prensa, en la radio, en la televisión, en cada tertulia política se discute el relato del Gobierno. Nadie se detiene en el modelo. No existe. Aclarado esto, la cuestión es como se pasa página.

La transición argentina comenzó con un marco aceptado por todos, la democracia, y un obstáculo que Raúl Alfonsín resolvió en parte, Carlos Menem negó y Néstor y Cristina Fernández cerraron: justicia con los dictadores y redención a las víctimas. El relato solo se utilizó para aquello que carece de respuestas objetivas: una vía económica que no solo genere crecimiento sino que provea desarrollo con un modelo de equidad social que evite la exclusión. No lo hay.

Tal vez el peronismo con su relato de justicia social sea el muro que contiene a la masa y detrás del cual se acurruca el poder real para no transigir con políticas igualitarias que cercenan su campo de operaciones.

El relato, entonces, es consustancial al sistema político argentino; al menos a día de hoy.

España cuenta con un relato fundacional en esta etapa democrática posterior a la dictadura que se asumió como modelo: la Transición. Un artefacto perfecto capaz de contener una democracia acompañada por un monarca garante de la misma, pero a la vez guardián de un pasado que se predica con el olvido y que acumula culpas no resueltas y responsabilidades no admitidas.

A diferencia de Argentina que produce múltiples, aquí se construye un solo relato en tres décadas y este se astilla con la Gran Crisis, una exclusión inaudita y la erosión de gran parte de los derechos sociales.

Lejos de cumplir algún rol activo para resolver este marco que no es coyuntural sino sistémico, el monarca, a diferencia del 23-F, entre otros gestos, preside el Consejo de Ministros que aprueba el mayor recorte social ejecutado en la democracia española.

¿Qué hacer?

El relato de la Transición hace aguas y nadie lo asume. Los spin doctors de palacio, lejos de reaccionar, solo hablan de martirio cuando la infanta Cristina es imputada en una causa que es transversal a la Transición porque al mirar el mapa de la misma no queda prácticamente ningún actor fuera: realeza, políticos y empresarios.

En Buenos Aires la infanta ya formaría parte de un nuevo relato que englobaría también al monarca y al Gobierno. Pero ninguno de ellos es peronista. Algo que suelen recordar cuando usan el término para insultar al adversario.

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