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Finanzas éticas... ¿en serio?

Los préstamos de entidades de finanzas éticas aumentaron un 16% en 2018, según un estudio

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¿Te imaginas que tu dinero sirve para financiar proyectos que generen un impacto positivo en la sociedad de diversas formas? Una vía para conseguirlo son las finanzas éticas. Quizás no hayas escuchado hablar de ellas porque no hacen publicidad en la televisión o en las redes sociales.

Es más, en este mundo descreído puedes pensar que el empleo del término “ético” es una estrategia para ganar clientes, o como diríamos por Andalucía, esto es “postureo”. Nada más alejado de la realidad. No son ONG, son empresas del sector financiero, que se dedican a captar ahorros y transformarlos para ofrecer productos financieros.

Por tanto, quien recibe el préstamo paga intereses y se compromete a su devolución, pero además la finalidad de estos préstamos es el impacto positivo en la sociedad, por ese motivo no ganan dinero con la venta de armas, como si lo hacen el Banco Santander, CaixaBank, BBVA y Banco Sabadell (Banca Armada). 

En la actualidad existen este tipo de finanzas en todo el mundo (Informe-GABV-2023_Banca-con-valores_Un-enfoque-audaz.pdf; FEBEA - European Federation of Ethical and Alternative Banks and Financiers).

En concreto, en nuestro país existen 20 organizaciones bancarias y parabancarias y 10 compañías aseguradoras. Los bancos éticos son iguales que el Santander o el BBVA, es decir tienen la misma legislación y garantías que les presta el Banco de España. El resto de las entidades, por ejemplo las aseguradoras, lógicamente cumplen todos los aspectos regulatorios del sector de los seguros.

Es más, los ratios de rentabilidad y la solidez de los bancos éticos superan a la de los bancos tradicionales y la morosidad es inferior. Todo esto se puede comprobar en los informes anuales que tanto a nivel de cada entidad, como nacional, europeo y mundial se publican con todas estas cifras.

En el caso de España, según el último informe publicado, los préstamos concedidos en 2022 superaron por primera vez los 1.900 millones de euros de créditos a proyectos con impacto social y ambiental positivo. Desde 2007, los ahorros se han multiplicado por 19,44 veces y existen más de 185.000 usuarios. (Barometro - Promovem el finançament ètic i solidari (fets.org)

Ahora bien, la diferencia con las finanzas tradicionales es la visión del dinero como un medio para transformar la sociedad, y no como un fin en sí mismo. Esta forma diferente de considerar las finanzas tiene su origen en el siglo pasado en Estados Unidos, cuando la sociedad civil se organiza para crear servicios financieros que no se destinen a las guerras ni para financiar negocios que fomenten diferentes formas de injusticia.

Es decir, las finanzas éticas surgen porque las personas ahorradoras no quieren ser cómplices de las finanzas especulativas, de industrias contaminantes o de la financiación de la guerra, como por ejemplo la de Israel contra Gaza. 

Por ese motivo, las finanzas éticas excluye de la financiación todos los proyectos que dañen la vida digna: la industria armamentística o las casas de juego, por ejemplo. No sólo eso, si no que el dinero sirve para financiar proyectos que aseguren un impacto positivo en la sociedad.

Como consecuencia, los ahorradores son colaboradores del fomento de otra actividad económica centrada fundamentalmente en actividades que favorezcan la educación, la sanidad, la integración social, la recuperación de empresas por los trabajadores, el cuidado del medioambiente, la creación de cooperativas de viviendas, etc.

Además, estas entidades entienden el crédito y los servicios financieros como un derecho humano pues, en la actualidad, el no tener acceso a estos servicios supone una limitación de la vida diaria y de la construcción de un proyecto futuro: ya sea la financiación de la vivienda, de los estudios o de un negocio que permita tener un sueldo y un trabajo digno.

Ahora bien, esto no significa que se conceda cualquier tipo de crédito, sino que supone también excluir la financiación de las vacaciones o la compra de un vehículo, si no cumple unos mínimos ambientales. 

Junto a la importancia del destino de los préstamos y a quien se le presta el dinero, el tercer aspecto que fundamenta el empleo del adjetivo ético para estas finanzas es el cómo se realiza la actividad dentro de la organización. Esto implica en primer lugar la transparencia: todos los proyectos que se financian y la cuantía de su financiación se puede consultar en las páginas web de estas entidades. De esta manera no hay cabida a los paraísos fiscales ni al blanqueo de dinero.

En segundo lugar, la diferencia entre el salario máximo y mínimo que cobran los empleados (todos: desde el último empleado en entrar hasta el director/a general) de estas entidades no supera el ratio de 1 a 5, y tampoco existen los bonus que ha hecho millonarios a los directivos de la banca tradicional.

Otro aspecto fundamental de su funcionamiento interno, es que entre ellos predominan las cooperativas, lo que garantiza el funcionamiento democrático y que ningún socio tenga el poder mayoritario. A ello se une, en muchas de estas organizaciones, el papel fundamental de las personas socias-voluntarias que son las encargadas de realizar como primer paso la evaluación del impacto social de los proyectos que se van a financiar, si este es positivo, entonces las personas empleadas de la entidad realizan la evaluación y gestión técnica. Este voluntariado es el sistema de garantía de la ética de estas finanzas.

En definitiva, las finanzas éticas consideran al dinero como el medio para dignificar la vida de las personas, de inclusión social, y de transformación del sistema desde la base social, gracias a la cooperación y la transparencia.

Por tanto, las finanzas son una herramienta para favorecer la sostenibilidad de la vida, por los proyectos que financiación y no financiación, así como por los patrones de organización. No sólo es importante lo que hacen, si no también como lo hacen, y las finanzas éticas ofrecen una via sencilla para saber que quien participa en ellas puede afirmar que está contribuyendo a ese futuro mejor, a la vez que puede decir en voz alta “No con mi dinero”: a la especulación, a los paraísos fiscales, a la guerra, a la acumulación de la riqueza, a la injusticia. 

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