Una gran estructura de cemento suspendida en el techo abre la retrospectiva que el Museo Reina Sofía dedica desde esta semana a la escultora Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956), creadora de las famosas puertas de la ampliación del Museo del Prado. “Techo suspendido inclinado. 1997” es el título de esta creación, que se encuadra en un conjunto de hasta 50 obras bajo el nombre de Metonimia, concepto que a su vez esconde otros múltiples significados. Y esto es lo que le espera al visitante. Un cúmulo de formas veladas que pueden alumbrar otras formas que juegan con la luz y con el agua y que esconden otros conceptos semánticos. El tema de la celosía está muy presente como esa puerta que dejaba atisbar, que sugería y que no dejaba ningún resquicio a lo explícito.
“Peleé bastante hasta encontrar un lenguaje que sintiera mío”, afirma Iglesias en una entrevista reciente para El Cultural. Muchos años en Londres sintiendo “la extranjería” y en comunicación con otros artistas como Eva Hesse, Bruce Nauman o Robert Asher le hicieron transformar y enriquecer su estilo. Tampoco olvida a Juan Muñoz, fallecido en 2001, a quien, según asegura, aún siente cerca.