La noticia de la muerte de Bebo Valdés, a los 96 años, me ha hecho recordar dos cosas completamente desconectadas entre sí. La primera es que el único idioma del mundo que cuenta con una canción en la que un hombre conversa (como si tal cosa) con una víscera de su propio cuerpo, es el nuestro: se trata de Corazón loco, cuya versión de referencia es, naturalemente la del propio Bebo, acompañando al piano a Diego El Cigala.
Recuerdo perfectamente que, entre los discos no políticos, había varios de un pianista y cantante negro, parecido al Dooley Wilson de Casablanca, llamado Bola de Nieve. A diferencia de Bebo Valdés, que abjuró desde el comienzo del régimen castrista, Bola de Nieve se encontró siempre cómodo en su Cuba natal, a pesar de su condición de homosexual.
De todo el repertorio de Bola, (que incluía temas propios y ajenos), la que siempre me ha resultado más conmovedora es una vieja canción de cuna cubana compuesta por Eliseo Grenet, llamada Drume Negrita (Duerme Negrita). Además de que la nana es melódica y armónicamente muy interesante, Bola de Nieve la interpretaba con tanta ternura que daban ganas de contratarle inmediatamente de babysitter o incluso de traer un hijo al mundo al instante, para poder dormirlo años más tarde cantándole este temazo. El inicio de Drume Negrita conecta además con una problemática muy pradesca porque dice: a la negrita se le salen los pies de la cunita. Yo también tengo a menudo conflictos por el tamaño de las cunitas de los hoteles.
Drume Negrita es quizá la canción más famosa de toda Cuba y ha sido versionada por los más grandes intérpretes, además de por el propio Bola. Desde Celia Cruz (que hace un cover plagado de tambores yorubas, digno de la banda sonora de The Lion King) a Ry Cooder con su guitarra eléctrica, Caetano Veloso, Mercedes Sosa o incluso Elsa Baeza, una actriz y cantante de Bayamo (localidad en la que el derechoso Carromero se cargó a dos disidentes cubanos), que acabó presentando en España el Especial Pop de Valerio Lazarov.
Durante los tiempos felices de En días como hoy (RNE), donde yo ejercía ora de payaso, ora de juglar de Juan Ramón Lucas, perpetré varios sacrilegios musicales, pero el mayor de todos fue hacer mi propio cover de esta joya de la música cubana. Se ladedico a Bebo Valdés, que Dios (o el Espíritu Santo, como a él le gustaba decir) le tenga en su gloria.
Puedes escucharla aquí.